Ausencia infinita

57. Ausencia infinita

Porque pusiste tus ojos en mí si no me ibas a ver a mí misma, porque me dijiste tantas palabras lindas y todas eran falsas. Me enganchaste con tus palabras hasta que me tuviste en tus manos, cayendo en tus palabras, enganchándome en tus palabras que solo son preciosas. Me hiciste sentir que te quedarías, pero en múltiples ocasiones te fuiste. Como el amanecer, desapareciste sin pensar en el dolor que en mí causarías. Sin ti, los momentos eran cortos, pero sin comprenderlo y entenderlo, eran claras banderas rojas alzándose.

Las señales eran claras, pero no las quise ver, me hice la ciega sin estarlo. Varios atardeceres pasaron, pero tú no estabas, tu ausencia era notoria, pero la mía era como si no hubiera existido. Tus tiernas palabras eran tan dulces y enriquecedoras, es algo que no puedo evitar. Temo que llegue la noche y que lo único que se asome sean mis lágrimas, y no seas tú. Lo único que tenga cerca para calmar mi dolor sea una almohada y no tus abrazos. Cuando el invierno llegue a nuestras vidas, ¿te quedarás a mi lado? Las noches transcurren, pero no estás. Estás presente, pero ausente en mi vida, aunque te pida que te quedes, siempre eliges irte.

Dices siempre que te vas, no sé cuándo estarás y cuándo te irás. Mi corazón está decepcionado de todo lo que me dices, que te quedarás, pero las despedidas contigo siempre están a la vuelta de la esquina. No entiendes lo que es amar, contigo nunca se sabe. Hoy estás y mañana te vas. Los "para siempre" no existen en el amor, pero los "para siempre te vas" existen a la perfección. Esperándote, pensando que vendrás, abrazarte quizás sea una despedida sin saberlo. Te vas, sin nunca haber visto mis ojos, sin nunca haberme amado honestamente y sinceramente, sin nunca haber sentido el amor verdadero. Llevándote todo de mí y quedándome sin una parte de ti, quedándome con unas esperanzas falsas.