Lágrimas y estrellas

Étoiles (el hada y el demonio)

Prólogo:

Poema: Hada Idílica

"Divagamos entre ecos de cuasares, corriendo entre bosques inmemoriales, pero nos encontramos. Entre lágrimas, gritos y rasguños, yo rasgaba, me escondía en la sombra de los árboles y miraba las hojas caer en colores otoñales, los faunos lloraban por mí. Sin duda las sintonías lúgubres existen, ya que las oía infinitamente. Pero cómo le explico a la luna que ya tengo una amante, y que no solo puedo mirarla y recitarle poesía, sino que la puedo besar, nuestros cuerpos bailan, mi musa. Las hadas danzaban contigo entre los bosques eternos de Cualquier Parte y a veces en Todos Los Sitios, salí a tu encuentro, me deshice de mi abrigo pesado, ése hecho de tristezas, y ante la atención del todo te recité mi ser, temblaba por el frío, y estaba sacando mi frasquito para guardar mis lágrimas. Pero me abrazaste, y tus alas azules, ésas inmarcesibles, oh, ¡pero tan cálidas fueron, y son! No requería mi frasco, y lo guardé en las sombras, me vestiste con tu prenda, esa hecha de luz. Ahora, aquí vamos de la mano, me llevas flotando, elevados sobre las copas de eternos árboles otoñales, bañados por la inmensa felicidad, y Selene nos mira, sonriente, Helios también está alegre al pasar en su carruaje, nos hace un saludo. No puedo ni mirarlos, tú, mi hada idílica, eres mi sol y mi luna".

~Étoiles (Estrellas)~

La vio él, mientras ella danzaba entre flores; llenas de rocío matinal, pero aquella dama absorbía toda su atención. Era, de seguro, el ser más perfecto de la faz de la tierra. La divinidad hecha realidad.
Tulipán aun pensaba que lo que había pasado el día anterior no había sido otra cosa que un sueño hermoso. Pero no, tuvo que ser real. Si bien con anterioridad él había notado la fragancia que liberaba Ofelia al pasar por entre los lirios y los claros, también recordaba perfectamente su voz al colarse por entre el murmullo del bosque, pues él callaba de hablar con
Selene; tan solo para oírla cantar. Pero lo que había pasado ayer iba más allá de una simple ensoñación. No podía ser imaginación, pues Tulipán jamás la había tocado, así que no recordaría cómo se sentía su piel. Pero él lo recordaba con perfección, oh sí, claro que sí. ¿Cómo olvidar la textura de una piel tan perfecta? Imposible.

Había sido real, completamente. Él, un pobre ser sin alas iridiscentes, había volado sujetado al pecho inmensurablemente suave del hada más preciosa de Todos los Sitios, y aún se sentía embargado en la duda del porqué. Pero no quería pensarlo mucho. Eso podría arruinar todo. Eso no sería lindo. Así que, como llevado por la interacción de Eros, fue en búsqueda de aquella hada que tenía a Andrómeda pintada en las alas resplandecientes. Las llamas azules de su cabello lo llamaron por entre los árboles. Él le cantó y ella volteó, sus ojos suspiraban por amor. Tulipán siempre llevaba algún tipo de abrigo consigo, sin sus alas un hada siempre está débil e indefensa, por eso Ofelia disfrutaba de su desnudez, pues sus delicadas y preciosísimas alas le daban el calor de las siete Pléyades.

Algunos decían que, en realidad, Ofelia era una de las doncellas Pléyades que se cansó de correr del cazador y cayó de nuevo a la tierra. Por eso era tan cálida, porque era una étoile, estrella. Al menos eso parecía para Tulipán. Una estrella vagabunda en el mundo de los vivos.

Tulipán se acercó a ella, con cuidado, el miedo de que todo no hubiese sido sino otra que un sueño muy real aún estaba haciendo nido en su cabeza. Ofelia continuaba cantando cerca de un viejo sauce y sus alas liberaban el polvo en forma de miles de estrellas resplandecientes, llenas de colores y destellos. Él comenzó a cantar también, era un canto suave; como el murmullo de las olas del mar, por allá en la inmensidad, donde solo hay azul y azul y azul. Pero ella lo escuchó, porque sabía escuchar. Su cabello llameante se avivó, y ardió en llamaradas al oír la voz de aquella hada sin alas pero con corazón sin límite. Ella, sin saber qué hacer, alzó vuelo, danzando como un colibrí frente a la más bella flor del universo. Tulipán sonrió. Él se dio cuenta que su corazón latía, que su alma vibraba. Y por un momento pensó que poseía alas, porque quería volar junto a ella.

El canto de Ofelia era la lluvia cuando hay sequía. Era el calor cuando uno se congela. Era el agua fresca cuando se está muriendo de sed. Era el más delicioso manjar cuando se tiene inanición. Y él tenía todo eso justo ahora, pero no lo había notado. Estaba embargado por su belleza, hipnotizado, anonadado, paralizado. Ella notaba con clara obviedad que Tulipán solo la miraba a Ella, y solo la escuchaba a Ella. E incluso él había parado de cantar, con tal de solo oírla mejor. Eso la conmovió, y la hizo sentir algo que nunca había sentido antes. Ni siquiera al contemplar como las flores se abrían solo para Ella, ni cuando los astros se eclipsaban solo para Ella, ni cuando las aves y el viento cantaban para Ella. No. Y bajó, le quitó el manto de nuevo, y este cayó al suelo haciendo un sonido pesado. Ella disfrutó de la desnudez de él como si fuese la belleza del cosmos naciente. Y sonrió.

Él se dejó llevar por su cálido tacto. Era como la arena de playa. Se había quedado sin palabras, imposible describir tanta dulzura inmarcesible, sorprendido por este hecho, él solo pudo dejar caer lágrimas; sin saber si eran por felicidad o por nostalgia. Ofelia era un dulce regalo que él no sabía que quería. Pero que ya no deseaba dejar ir. Ella era el poema que nunca pudo recitar, y que aún ahora no podía hacerlo. Ella era el sueño que tenía cada noche, pero que olvidaba al despertar. Ella era las flores que no pudo ver como florecían. Era el polvo de estrellas que se había desaparecido. También era el canto de todas las criaturas vivientes, el trinar de las aves en la mañana, la ópera de las ballenas, el aleteo de las mariposas y el murmullo de las abejas al recolectar néctar. Ella besó su frente y se sintió como nacer de nuevo. O tal vez él no había nacido aún, esperando ése momento. Quizás toda su vida había sido esperar por ése instante.



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En el texto hay: fantasia, cuento, drama amor

Editado: 25.07.2024

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