...Me cansé de sentir...
...Desistí de soñar...
...,y suprimí amar, como los lamentos del fénix desesperado que no renació de sus cenizas, como las lágrimas de una mariposa ardiendo en el placer de su pecado, como el susurro indebido que el intrépido olvido arrastró envidioso, colérico, lógrebo, como el suspiro del viento que quedó atrapado en un corazón herido...como las hojas en otoño cayendo sin rumbo, sin una supuesta e importante dirección.
A veces lloro, en la penumbra de mi cuarto oscuro me lamento, me recuerso de dolor mientras lo observo, miro a mi verdugo sonreírme sin piedad mientras la sangre cae a gotas de sus manos impuras, miserables, atómicas..., y mientras moría por dentro vi su corazón caer, arder entre las llamas de infierno sin lamento alguno, sonriendo despiadado a alguien tan manchado como lo estaba él.
Cada partícula de mi ardía, quemaba, dolía, sentí la sal caer de apoco en la herida de un desvalido que pedía a gritos que su tortura acabara, me sentía débil, pequeña, inocente, sumisa, y ahí tú, con tu vencedora sonrisa burlona, arrogante, siniestra, como rayo de luz que a la oscuridad mata, altivo, ardiente, imponente, satírico, despiadado.
Miré por última vez sus inexpresivos ojos cautivates, enigmáticos... tan míos, diciéndole adiós a la distancia, rogando por su alma, con la seguridad que igual que la mía... ardería.
..., y en la penumbra de mi último lamento, sentí también su desfigurado adiós.
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Editado: 19.05.2023