L'amour n'a pas des limites

05

Pov. N.2 Justin:

Han pasado dos semanas desde aquella noche y no he podido olvidar a esa joven con hermosos ojos cafés. Pensé que se me pasaría pronto, pero por más que trato de no pensar en ella, es inútil.

No sé qué me hizo esa chiquilla, solo sé que quiero volver a verla.

—¡Justin! 

—¿Eh? ¿Qué pasó? –pregunté saliendo de mis pensamientos–.

—Otra vez no me prestas atención. Te estoy hablando de la demanda en contra de los socios de 'Entreprise Communicative' –dijo mi amigo y abogado, Daniel. El mismo del bar–.

Agh, esa demanda ya me trae hasta la madre. Verán, hicimos negocios con unos socios de la empresa 'Entreprise Communicative' hace algunos días, pero esos imbéciles no perdieron tiempo en querer hacer trampa e incumplir el contrato, lo que ocasionó una demanda por parte de nosotros. Por eso Daniel estaba conmigo, y aunque no fuera por eso estaría aquí, já.

—Lo siento, he estado muy distraído –dije apenado–.

—Se nota, ¿hay algo que te preocupe de la demanda o la empresa? –preguntó con preocupación–.

—No, es solo que no he podido dejar de pensar en esa chica –contesté–.

—Oh, ella. Ay, amigo, esa chica realmente te hechizó.

—Y no sé por qué. Tiene 20 años, Daniel, 20. La diferencia de edad es enorme.

—Tranquilo, Justin. Han habido parejas con diferencia de ella mucho más enorme y han funcionado bien.

—Sí, pero al menos una de las personas no tiene 20, si no de 27 en adelante. Ella es una niña. Además, no es como si fuéramos a ser pareja, ni tampoco es como si nos fuéramos a ver de nuevo.

¿De verdad era así?

—Calma. Sé que se volverán a ver algún día, tengo esa corazonada. Por lo tanto, date un descanso de eso y vete a tonar un café –sugirió–.

—Sí, lo haré. Como quiera tengo que ir a comprar un regalo para mi hermano porque cumple el domingo.

—Cierto. Me lo saludas y felicitas. Yo tengo que irme –dijo mirando su reloj que se encontraba en su muñeca derecha– tengo un juicio en dos horas y debo prepararme. Adiós, amigo –dijo despidiéndose para salir de mi oficina–.

—Adiós.

Sobé mi cien y me dispuse a agarrar mis cosas para salir de la empresa. Creo que la plaza cristal es un buen lugar para comprar un regalo.

¿Qué podría pasar?

•••••••••••••••••••🌸•••••••••••••••••••

No solo había comprado un regalo, había comprado cinco, ya que algunas cosas estaban en oferta, y pues, hay que aprovechar siempre las promociones.

Caminaba por el tercer piso hacia el estacionamiento para regresar a la empresa. Tenía una junta importante y debía llegar temprano.

A lo lejos, veo a una chica parecida a Lia e inmediatamente me tenso al pensar en la posibilidad de que sea ella, incluso me tallo los ojos por si solo había sido una alucinación.

Paso por el área de comida pensando si comprar algo o aguantarme el hambre hasta que una conversación en particular me sacó de mis pensamientos.

—¡Ya es suficiente de ustedes dos –se escuchó a unas cuantas mesas de donde me encontraba– Johny, deja de molestarla, y tú Lia, deja de hacerle caso.

¡¿Lia?!

—¡Es que él inició! –se escuchó esta vez una voz fenemina– ¿Saben qué?, iré al baño. Hacer corajes con este imbécil me dan ganar de orinar –dijo sin sentido por última vez para empezar a caminar sin mirar atentamente–.

No habían sido alucinaciones mías, pues ella estaba ahí. Lia Olsen, la chica que me ha puesto loco las últimas dos semanas.

—Deja de hacer corajes, mujer. Vas a chocar con alguien –dijo otra–.

—No veo a nadie por aquí –se dio la vuelta aún caminando, de forma que seguía caminando pero de espalda–.

Me quedé quieto como estatua al ver que se aproximaba a mí, aunque ella no estuviera consciente de ello. 

Dios, empezaba a sentirme bastante nervioso.

Siguió caminando hasta que por fin chocó de espaldas conmigo y muerta de la pena empezó a disculparse como loca, sin ni siquiera verme bien la cara.

—¡Lo siento mucho!. Disculpeme en verdad, no estaba atenta –dijo con la cabeza baja–.

—Esta bien, Lia. No te preocupes, no salí lastimado –respondí intentando sonar lo más sereno posible y regalándole una sonrisa–.

Su cuerpo se tensó totalmente al escucharme, o eso pensé al ver como ponía cara asustada y parecía que sus nervios se pusieron al tope, hasta que por fin ella levantó la mirada para conectar miradas. 

¡Mierda! ¡Me voy a orinar de los nervios!

—¿J- Justin? –preguntó penosa y tartamudeando–.

—Hola, Lia –le dije con una sonrisa–.

Demonios. Esto parece novela tercermundista...

•••••••••••••••••••🌸•••••••••••••••••••

La mesa para dos se llenó de un silencio un poco incomodo. Solo eran miradas entre los dos.

Verán, después de haber chocado como novela tercermundista, le invité un café y ahora estamos sentados sin saber qué decir.

¿Debería romper el silencio yo primero?

—¿Y cómo has estado? –preguntamos al mismo tiempo, provocando que los dos riéramos bajo–.

—Habla tú primero, por favor –le pedí y ella asintió–.

—Pues, me ha ido bien. Todo normal.

—Me alegro mucho. Conmigo igual, trabajo y trabajo. Todo bien.

—Me da mucho gusto saber eso –me sonrió. Aww, que linda–.

Y otra vez ese silencio... Oh vamos, Juntin, sé que puedes hacer algo. No dejes que se te escape de nuevo.

—¿Y qué hacías aquí?, si no te molesta la pregunta, claro –preguntó–.

—Estaba comprando algunos obsequios para mi hermano. Cumple años el domingo –respondí–.

—Oh ya veo. ¿Así que tienes un hermano? –volvió a preguntar?

—Sí, es el mayor. ¿Y tu?, ¿Realmente te dan ganas de orinar cuándo haces coraje? –dije lo ultimo bromeando–.

—En primera, estaba con mis amigos disfrutando del día. Segunda, eso no es cierto. Mi amigo me estaba molestando y solo dije algo incoherente –se defendió poniendo cara molesta–.

Esta niña es tan tierna, ¡AHHHHH!

—A mi me pareció gracioso. Definitivamente no me conviene hacerte enojar –bromee–.



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En el texto hay: romance, edad y amor, amisatd

Editado: 30.08.2024

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