Lany

3.- El desierto

El amanecer llegó suave y cálido, hermoso como una pintura al óleo donde el sol, el cielo y la arena se difuminaran uno al otro, borrando la línea del horizonte haciendo que el cielo y la tierra parecieran ser uno solo. Lany lo observaba todo desde lo alto de la posada, donde se podía ver con claridad a los cientos de granjeros iniciar sus labores matutinas.

El amanecer trajo consigo algo nuevo, la nostalgia invadió a la joven elfa dándole un sentimiento de bienestar conforme el sol seguía saliendo y los molinos iluminándose, dispersando la neblina matutina, y comenzando una nueva visión.

Ahí estaba aquel joven, contemplando el mismo amanecer, iluminando los molinos de viento y los ríos artificiales, mientras el viento dispersaba la neblina dejando al descubierto los cultivos, caminos y muros que en aquel entonces eran de piedra cruda.

-¡Padre! Padre.

Tras él lo llamaba una pequeña niña de cabellos largos y blancos como las nubes y piel pálida, sus brillantes ojos eran blancos como la nieve al igual que su vestido. Entre risas y alegría, la pequeña saltó a los brazos de su padre quien la atrapo y alzo por encima de su cabeza dando un par de vueltas antes de bajarla a una posición más cómoda para cargar a tan linda niña.

-Nifnei, traviesa ¿no deberías estar dormida?

-No-, dijo la pequeña-, el hermano Shonor está agotado y hace sonidos extraños cuando respira.

El joven se rio pensando en su otro hijo.

-Si debe de estar muy agotado, pero ¿No te dije que te quedaras con Zorro?

-No, el hermano Zorro también duerme mucho, y las hermanas Erpentaria y Crocorok volvieron a pelearse.

-¿Por qué no me sorprende?-, el tono de aquel joven no parecía sorprendido en verdad-, ¿Ya viste los molinos?

-Si papá, son magníficos, ¡parecen flores grandotas!

-Viéndolo de esa forma es correcto mi tesoro, mi plan es empezar con el fomento a la agricultura, más ahora que tu hermana descubrió el método de volver la arena en tierra fértil.

-Eso no le gustara al hermano Escorpio ni a diosa Teera.

-Tranquila pequeña, este método solo lo usaremos en los desiertos del norte y del oeste, el desierto central y los del sur son sagrados, convertirlos en tierra fértil no solo insultaría a los Superiores, también dejaría vulnerable a nuestro hogar.

-No entiendo Papá.

-Tranquila mi pequeña, pronto, cuando encontremos a todos tus hermanos, podre explicarte todo cuanto quieras.

-¿Incluso la muerte de mamá?

El joven guardo silencio un momento, tal pregunta había hecho despertar un sentimiento de gran tristeza, tanto en el elfo, como en Lany. El joven solo junto su frente con la de la pequeña niña contestándole.

-Sí, incluso la muerte de mamá.

Esta vez e joven y su hija simplemente desaparecieron de enfrente, dejando a Lany con el mismo amanecer que hubieran visto aquellos que convirtieron a aquella ciudad, en una gran potencia en el corazón de la nada.

Ahora los molinos resonaban en el canto del desierto, los campos orquestaban al ritmo del viento, los ríos trazaban largos y hermosos sonidos que maravillaban el ser. Lany contemplaba todo y lo recordaba como si los espíritus de Durintar le estuvieran dando un obsequio.

-¡Lany!-, la llamo Linda desde su habitación–, Lany ya es hora, hay que partir antes de que el sol comience a ascender.

Lany bajo del tejado con cuidado de no hacer ruido, hasta donde Linda la esperaba, empacaron todo cuanto pudieron cargar, agradeciéndole al posadero su hospitalidad y la ayuda que les había dado.

Al dejar la posada, Zafiro partió al centro de la ciudad donde se reuniría con el resto de la compañía, por su parte, Linda y Lany seguirían al pirata a las afueras de la ciudad, hasta una especie de planicie en el desierto donde descansaban una veintena de hermosos barcos del desierto.

Algunos eran grandes como galeones alargados, otros eran pequeños como veleros, todos tallados en madera de una especie de roble oscuro y dorado, con altos mástiles de velas blancas de tres puntas.

Los diseños de cada barco eran únicos, pero todos estaban en perfectas condiciones para atravesar las arenas cargando consigo a un centenar de elfas desérticas junto con algunos animales de carga y sus provisiones.

Linda quedo impresionada con aquellas embarcaciones, jamás había visto tal belleza que pudiese cruzar el desierto con uso del viento. Aprovechando eso, Hugo tomo a la pequeña del brazo y le dijo.

-Esa conversación la tuvimos el rey y yo en privado, hace más de diez millones de años ¿Cómo fue que supiste que yo había hecho esa promesa?

-Yo, no sé, solo verla, a ti, al rey, la brújula.

Linda llamo a Lany para que ella no se apartara, Hugo la soltó y se dijo a sí mismo.

-Esta niña, no sería que… no, es imposible.

Sus dudas rondaban su cabeza como las abejas al panal, había algo en ella que la hacía especial, pero ¿que podría ser aquello?

Poco a poco toda la compañía fue llegando y seleccionando los barcos adecuados para el viaje, a la cabeza el gran galeón de Hugo de tres mástiles y un potente tambor que emitiría las ordenes, seguido por algunos otros de mediano tamaño donde cargaron la mayoría de las provisiones y armas. Muchas otras viajarían en barcos pequeños en grupos de veinte o de cinco.



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En el texto hay: fantasia, amor, elfas

Editado: 27.06.2021

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