Lany

7.- El Bosque bajo la Arena.

Al amanecer ambos siguieron su recorrido por las calles descubiertas y las múltiples burbujas en las que habitaban las elfas del desierto. Ambos salieron a contemplar el amanecer, observando como el sol barría la neblina y las criaturas nocturnas que habitaban en la base de la duna corrían a sus refugios.

El olor de la tienda de Tiky expedía un aroma dulce, las cocineras preparaban el desayuno de la compañía, preparando té, pan, cereales tostados y posiblemente algún animal que las exploradoras nocturnas hubiesen traído.

Al igual que en la cena, ambos comieron apartados de las demás, conversando de sus viajes por el desierto, mientras una había llegado a aquel lugar en extrañas embarcaciones que se deslizaban en la arena, el otro había logrado llegar a lomos de una dragona que aún no sabía volar.

Linda y Zafiro, se encontraban ocupadas con la restauración de varios documentos de la ciudad, la mayoría cartas políticas o documentos de gran importancia histórica. José no podría empezar su entrenamiento hasta que Linda estuviese disponible, al igual que su espada que aún se encontraba en el despacho de Thai, siendo calentada con el máximo fuego que la artesana podía lograr con la madera limitada que tenía.

Mientras el tiempo pasaba, Lany le mostró el camino hasta el gran coliseo donde siguieron conversando de diversos temas, hasta llegar a uno que Lany solo había estudiado una vez con Lili.

-¿Cuál es la historia de este lugar Lany?

Recordando las palabras de la erudita, o por lo menos las que había logrado comprender, la pequeña le respondió al dar vuelta en el túnel.

-Se dice que Decertica fue la primera ciudad que construyeron los elfos del desierto, que era una maravilla del mundo antiguo, pero tras milenios de prosperidad surgió un príncipe loco, que hizo enfurecer a los superiores y estos enviaron una gran tormenta de arena que destruiría una décima parte de la ciudad-. Llegaron al coliseo-, Nuestro último rey salvó a nuestro pueblo evacuando la ciudad a miles y millones de ciudades miniatura, esparcidas a lo largo y ancho del universo, la hermana Zafiro afirma que unos meses después de la gran tormenta ocurrió el ataque del Gran demonio, con nuestro pueblo disperso pero seguro, el rey partió a combatirlo, nadie sabe que paso después.

Mientras contemplaban aquel amplio lugar, cien veces más grande que cualquier otra burbuja, un halo de luz del exterior iluminó el lugar, maravillando al humano, que trataba de imaginar el tamaño de la tormenta de arena que fue necesaria para ocultar la ciudad.

Lany se sentó en una de las gradas para contemplar el hilo de luz que caía desde el techo del palacio hasta el corazón de Decertica. Pensando que “desde entonces, su pueblo había tenido que buscar la forma de sobrevivir fuera de su tierra natal”.

José apartó la mirada pensando en lo que las elfas debían estar pasando, en lo que su gente llegaría a pasar. Una luz en el centro de la arena llamó la atención del humano quien tratando de forzar la mirada le dijo a la pequeña.

-¿Qué es eso que brilla?

-Eso-, le respondió al ver el brillo-, es el centro de toda Decertica, según el mito, nuestro último rey clavó su espada en el centro de su reino para recordarnos que pertenecemos aquí, pero con todo el pueblo disperso nadie ha vuelto a Decertica desde el ataque del Gran demonio, Zafiro dice que los elfos desérticos volverán solo cuando nuestro rey nos llame de vuelta.

Sorprendido el humano bajó de un brinco a la arena, Lany corrió lo más rápido que pudo a las escaleras, siguiéndolo hasta la espada, donde José la esperaba observando el brillante metal de la reina de las espadas, su mirada estaba perdida, como si la espada lo hubiese hipnotizado.

-Dice el mito-, continuo la pequeña-, que solo el verdadero rey de Decertica puede empuñarla.

-Y ese rey-, afirmo el humano-, hará a los elfos volver a su hogar.

-Y ¿piensas intentar sacarla?-, dijo la pequeña con una risilla.

-No pierdo nada con intentarlo-, respondió José tomando la empuñadura.

En esos momentos, un grupo de excavadoras habían regresado de sus labores y contemplaron al joven humano tomar la espada, ansiosas por ver el resultado. Linda y Zafiro, quienes decidieron descansar un momento, también vieron al joven humano tomar la espada. Linda observó las expresiones de Zafiro, estaba nerviosa, como si no hubiese afrontado aun la posibilidad.

Les había hablado a las demás de tratarlo con igualdad, pero en su rostro, la matriarca empezaba a dudar, Linda intento adivinar sus pensamientos, ¿Cómo un humano podría ser el rey de su pueblo? tal vez un Tiriqui o un Torum, o cualquier otra raza de elfos, pero un humano. Ambas sabían lo que los líderes humanos eran capases de hacer segados por el poder, y si él sacaba la espada, tendría más poder que ningún otro humano.

Preocupada por no acertar los pensamientos de su matriarca, Linda contempló más detallada mente al humano junto a Lany, antes de hablar.

-Está tratando de tomar la reliquia de nuestro rey, ¿Lo detengo?

-Solo nuestro rey-, dijo Zafiro firme-, puede empuñar, a la reina de las espadas.

Con la atención de al menos veinte elfas, José tomó la empuñadura e intento sacar la espada sorprendiendo a todas las testigos. La espada no se movió, aun cuando el humano lo intentó una segunda vez con todas sus fuerzas.



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En el texto hay: fantasia, amor, elfas

Editado: 27.06.2021

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