Las 10 Vidas de Lyrenelle Stardrop

Capítulo 3

La Vampira de la Noche Carmesí

La luna llena iluminaba la ciudad antigua con su brillo frío y plateado, mientras las sombras se alargaban en las calles empedradas. En lo alto de una torre gótica, envuelta en un manto rojo como la sangre fresca, se alzaba Lyrenelle Stardrop, ahora transformada en la Vampira de la Noche Carmesí.

Sus ojos, de un rojo intenso, reflejaban siglos de soledad y secretos. Su piel pálida como la nieve contrastaba con sus labios carmesí, que nunca habían probado la dulzura de la luz del sol. En esta vida, Lyrenelle vivía en la frontera entre el mundo humano y el reino de las sombras, atrapada entre la eternidad y el deseo.

Había un poder oscuro que corría por sus venas, legado de un antiguo linaje vampírico, y una maldición que le impedía encontrar paz. Cada noche cazaba para sobrevivir, pero también buscaba algo más: la redención o quizás una razón para no sucumbir completamente a la oscuridad.

Una noche, en su cacería habitual, encontró a un joven herido en un callejón. En sus ojos vio no solo miedo, sino una chispa de luz que le recordó un pasado olvidado.

—¿Por qué no huyes? —preguntó Lyrenelle, acercándose lentamente.

—Porque siento que tú... también buscas algo que has perdido —respondió él con voz débil.

Lyrenelle frunció el ceño, intrigada. ¿Era posible que alguien pudiera entenderla? ¿O era solo una ilusión de la noche?

Lyrenelle lo ayudó a levantarse, sus dedos rozando la piel fría y temblorosa del muchacho. Su nombre era Aidan, un humano con un pasado oscuro que había escapado por poco de una banda de cazadores de vampiros.

—No puedo quedarme mucho aquí —dijo Aidan con dificultad—, pero necesito saber... ¿quién eres realmente? ¿Por qué no me atacaste?

Lyrenelle lo miró con sus ojos rojos, una mezcla de tristeza y ferocidad.

—Porque no quiero ser solo una sombra en la noche. Hay algo en ti, una luz que me recuerda quién fui... o quién podría llegar a ser.

Aidan le sonrió débilmente, consciente del peligro, pero también atraído por esa criatura tan compleja.

—Quizás juntos podamos encontrar la forma de romper esta maldición.

Pero la oscuridad no tarda en hacer oír su voz. Desde lo alto de los tejados, figuras encapuchadas observaban, preparando el ataque.

La noche carmesí solo había comenzado.

La luna llena iluminaba las calles mientras las figuras encapuchadas descendían silenciosas como sombras. Eran los cazadores, expertos en acechar vampiros como Lyrenelle. Aidan, aún débil, se apoyó contra la pared, mirando con preocupación.

—¡Prepárate! —susurró Lyrenelle, sus ojos rojos brillando con furia contenida.

Con un movimiento ágil y felino, Lyrenelle se lanzó hacia el primer cazador, esquivando una estaca de plata y contraatacando con rapidez. Su velocidad era sobrenatural, una danza mortal bajo la luz de la luna.

Aidan, a pesar de su debilidad, intentó ayudar, lanzando piedras y gritando para distraerlos.

—No te acerques —le advirtió Lyrenelle, aunque agradecía su valentía.

La batalla se tornó un juego letal de reflejos y destreza. Lyrenelle sentía la presión de la oscuridad dentro de ella, una fuerza que podía consumirla si cedía.

Pero esa noche, algo cambió. En un momento de vulnerabilidad, Aidan atrapó su mano, transmitiéndole un calor inesperado.

—No estás sola —le dijo con firmeza—. Luchemos juntos.

Con esa alianza, Lyrenelle sintió una chispa de esperanza y renovó su fuerza para enfrentarse a la tormenta que se avecinaba.



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Editado: 21.05.2025

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