Mayo 18, 2016
LUIS ÁNGEL POV:
Era una mañana como cualquier otra en la ciudad. El sol brillaba como nunca lo había hecho, los pájaros que reposaban sobre las ramas de los árboles, cerca de mi ventana, cantaban melodiosamente y la brisa fresca de la mañana inundaba mi habitación.
Las personas caminaban en la calle de un lado a otro muy preocupadas de sus asuntos. Aquello contrastaba con el clima de paz que la naturaleza nos regalaba esta mañana.
Obviando todo eso, hoy me levanté de muy buen humor. Para mi sorpresa con más energía que nunca. Sentía que podía levantar un camión ¡Qué raro!
La puerta de mi cuarto se abrió rápidamente para dar paso a mi madre.
—Luis Ángel, levántate o llegarás tarde a la...— se cayó al observar que ya estaba despierto — ¿No volviste a dormir anoche?
—Sí lo hice, mamá — negué — Me levanté temprano hoy, eso es todo.
—Eso espero, jovencito — dijo seriamente — Ya sabes que el doctor te recomendó dormir por lo menos 8 horas al...
—Sí mamá. Yo también estaba ahí cuando el doctor lo dijo — la corté antes de que continuara con el discurso que siempre me daba solo cuando me veía despierto antes que mi hermano — Linda ¿No? — pregunté ensimismado.
—Gracias, hijo. Yo sé que siempre estoy linda.
—¡Ja, ja, ja! Me refería a la mañana, mamá — solté una carcajada cuando le respondí.
—Por lo visto estamos graciositos esta mañana, querido hijo.
—Sé que soy el más querido, no tienes que mencionarlo a cada minuto — mi mamá soltó una pequeña risa.
—Creo que mamá se refería a mí, hermanito — escuché esa ronca voz que reconocería a planetas de distancia y que provenía detrás de mi progenitora — Gracias, mami. Tú sí sabes reconocer la belleza real — le respondió.
—Y tú más, Julio César — mi mamá seguía riéndose. Odio que se pongan de acuerdo para molestarme.
—Okey, mamá ¡Basta! — dije poniendo en blanco mis ojos — ¿No crees que se te hace tarde para el trabajo?
—Tienes razón — dijo mientras veía su reloj — Debo irme ya, sino los descoordinados de mis empleados no trabajarán a mi ritmo.
Mi mamá salió apurada de mi cuarto despidiéndose de nosotros con un beso en la mejilla.
—Me olvidaba. Luis Ángel, lleva a Gianfranco a su escuela. No te olvides.
—Ya, mamá. No te preocupes.
Luego de bañarme y ponerme el uniforme de la escuela, salí de mi casa junto con mi hermano Gianfranco para dejarlo en su escuela.
Después de dejarlo me dirigí a la mía. Estaba relativamente cerca, como a unas 3 o 4 cuadras.
Al llegar, me encontré con Fernanda, una de mis mejores amigas y con quien siempre hago grupo a la hora de hacer trabajos. Ella es alta y esbelta, su cabello de color marrón cobrizo le llega hasta su espalda baja. Lo que más me gusta de ella son sus pómulos rosados producto de la rosácea que sufre. Usa lentes debido a que es corta de vista, pero sin duda le sientan demasiado bien.
—Luis Ángel — me saludó con un beso en ambas mejillas — ¿Terminaste el trabajo de historia?
—Sí, por suerte. Me demoré toda la noche.
—Yo también me demoré mucho, sino pregúntales a mis ojeras —me dijo señalando sus notables ojos de panda— La profesora sí que está loca, amigo — el trabajo que nos dejaron consistía en hacer una larga línea de tiempo sobre todos los acontecimientos de la Guerra Fría ¡Sobre todos y cada uno de ellos!
—Pienso exactamente lo mismo. La profesora se excedió.
El timbre que anunciaba el inicio de clases nos sacó de nuestra conversación.
Al llegar a nuestro salón, todo el mundo estaba conversando sobre la famosa tarea de historia. Pamela y Danna, mis otras amigas, se acercaron a mí para pedirme que las ayude a terminar sus líneas del tiempo. Por supuesto que no me negué, me encantaba ayudar a las personas. Eso de alguna forma aumentaba mi ego. Sonó un poco narcisista, lo sé. Soy así ¿Qué puedo hacer?
—Buenos días, estudiantes —entró en escena la profesora de historia— Les voy a agradecer que por favor coloquen sus trabajos en mi escritorio inmediatamente.
Todos pusieron sus respectivas líneas sobre el escritorio. Casi nadie se podía dar el lujo de no hacer una tarea en historia, ya que era uno de los cursos más difíciles de aprobar. Tienes que aprenderte muchos acontecimientos, sus respectivas causas y consecuencias y sobre todo las fechas.
Luego de entregar la tarea, la profesora comenzó a explicar su clase acerca de las consecuencias que trajo consigo la guerra fría. Hablaba y hablaba y no paraba de hablar. Algunos de mi clase, como de costumbre, o estaban tomando apuntes de lo que decía o se echaban encima de sus carpetas a dormir. Historia les parecía demasiado aburrida.
Yo, por otra parte, le prestaba atención a lo que explicaba la profesora mientras jugaba con mi lápiz. Como la carpeta estaba levemente inclinada, ponía mi juguete matutino en el extremo superior para que rodara y cayera en mi mano. Repetía la acción una y otra vez para pasar el tiempo. Me parecía muy curioso ver cómo funcionaba la gravedad en ese momento. Aunque sería más interesante si alguien pudiera controlar el movimiento de las cosas a su voluntad. Traer y tirar objetos sin tocarlos. Sería demasiado alucinante, aunque es muy improbable.