Las 7 maravillas: el comienzo

Capítulo 4

Mayo 26, 2016

LUIS ÁNGEL POV:

Los rayos del sol, que se filtraban por entre mis cortinas, caían directo en mi rostro. Era la clara señal del comienzo de un nuevo día.

Me senté en mi cama, estiré los brazos y di un gran bostezo. Me puse de pie y fui directo al baño a lavarme el rostro. Me sentía tan lleno de energía que incluso pensaba que era capaz de correr dos maratones completas de 5km.

Presagiaba que hoy iba a ser un excelente día. Sin embargo, recordé que no sería del todo así: hoy tenemos que explicarle a Mateo lo que había sucedido ayer. Debemos hacerle entrar en razón para que no diga nada. Caso contrario, no nos dejaría más opción que amenazarlo para que mantenga la boca cerrada.

Me cambié para ir a la escuela, tomé desayuno con mi familia, me lavé los dientes y salí de casa. Durante todo el trayecto estuve pensando en qué palabras debía usar para persuadir a Mateo de no revelar nuestro secreto. Estaba decidiendo si portarme como el policía bueno o de arranque como el policía malo. Conociendo a mis amigas, optarán por ser las policías malas. Definitivamente tendría que ser el bueno, solo para equilibrar la balanza y no proyectar una mala imagen de nosotros.

Al llegar a la puerta de la escuela, vi a mi objetivo saludando a sus amigos. El pelinegro sintió que lo estaba observando, por lo que volteó y puso su mirada en mí. Inexplicablemente sentí un poco de nerviosismo: fue como si el efecto de intimidación, que trataba de causar en él, no funcionara, y que, por el contrario, yo fuera el intimidado. Tragué saliva y decidí acercarme a él fingiendo seguridad. Tan pronto di el primer paso, él se apresuró a entrar a la escuela junto con su grupo.

—¡Demonios! —mascullé por lo bajo. Le seguí el paso y entré con prisa a la escuela. Aunque traté de ser veloz, adentro ya no pude verlo por ninguna parte.

—¡Luis Ángel! —pegué un brinco del susto, típico de mí. Giré la mirada y me encontré con Pamela— ¿Qué haces parado como un tonto? Debemos ir a clases taradito.

—Lo sé, taradita —dije usando el mismo tono infantil que ella había usado conmigo. La agarré del brazo y juntos ingresamos al salón.

Pamela tomó asiento junto a Fernanda y yo me senté al lado de Danna.

«¿Hablaste con Mateo?» —preguntó Fernanda telepáticamente. Moví mi cabeza de lado a lado negando la pregunta— «Mira quién viene ahí» — volteé a ver y era Mateo quien entraba al salón de lo más tranquilo, como si nada hubiese pasado. Sin embargo, esquivó nuestras miradas, como si no existiéramos.

—Por lo visto, sí recuerda lo que hicimos ayer —insinuó Danna.

—«Entonces debemos hacer que lo olvide»

—Así es —respondió mi compañera.

—Yo creo que amenazarlo debe ser nuestro último recurso —intervine.

—¡No lo creemos! —gritaron las dos al mismo tiempo, atrayendo con ello la atención de toda la clase.

—No creen que Justin Bieber vaya a volver con Selena —inventé para que dejen de prestarnos atención.

—Yo creo que sí volverán. Se nota que son el uno para el otro —comentó Pamela— Pero, en fin, es cuestión de ellos.

—Sí, es cosas de ellos —repetí nervioso— Podrían hablar más bajo, tontas —murmuré para que nadie más escuche.

—Volviendo al punto, si no quieres que ajumm —señaló Danna a Mateo— salga ¡Crag! —con sus manos hizo el ademán de romperlo— habla con él.

—«Caso contrario, tendremos una charla para nada amigable con él»

—Okey, no se preocupen, trataré de disuadirlo.

—Tienes hasta antes de que acabe el primer descanso para que hables con él —sentenció Danna.

Giré a ver a Mateo, este me estaba mirando fijamente. No obstante, cuando nuestras miradas se cruzaron, volteó hacia otro lado. Yo solo atiné a ver a Fernanda quien había visto la escena.

«Piensa bien qué es lo que le vas a decir si no quieres que nosotras hablemos con él» —asentí captando el mensaje.

 

 

Cuando sonó el timbre del receso, me paré de inmediato para ir a hablar con Mateo.

—Inchausti, venga un momento, por favor —ordenó el profesor ¡Rayos! Me acerqué a su mesa— Inchausti, lamento informarte que, si tus notas no mejoran, reprobarás el curso.

—Profesor, le juro que me estoy esforzando un montón. Sea condescendiente conmigo ¿Qué puedo hacer para subir mis notas? ¿Algún crédito extra? —el profesor reflexionó un poco ante mis súplicas. No quería arruinar mi promedio por culpa de este curso.

—De acuerdo, tengo la idea perfecta para que subas tus notas. Tendrás que tomar tutorías.

—¡Tutorías! ¿Con usted, profesor?

—No, conmigo no. Con un compañero de la clase.

—¡¿Con quién?! —pregunté temeroso de la respuesta.

—Scott, venga un momento, por favor —mis pelitos se crisparon al oír su nombre ¡No él, por favor! Mateo dudó varios segundos si venir o no, ya que yo estaba aquí también— Sr. Scott ¿Qué no me oyó? Lo estoy llamando —ante la insistencia del profesor, Mateo Scott comenzó a caminar pesadamente hacia aquí.




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