Junio 07, 2016
LUIS ÁNGEL POV:
A la mañana siguiente, antes de ir a la escuela, pasé por la casa de Mateo para ir junto con Daniela. Quería ver si ella se encontraba bien, después de lo que pasó ayer.
Toqué el timbre de su casa y esperé pacientemente a que me abrieran la puerta. Luego de unos segundos, una señora de mi tamaño abrió la puerta. Llevaba el cabello ondulado, unas cuantas pecas en el rostro que hacían juego con sus ojos marrones claros. Si no me equivoco, ella debía ser su madre.
—Hola, ¿a quién buscas? —me preguntó amablemente mientras me observaba con detenimiento.
—Buenos días, señora —saludé cordialmente— Soy Luis Ángel, amigo de Mateo y Daniela, quedamos en vernos aquí antes de ir a la escuela.
—Un segundo, ahorita les aviso, cielo.
—¡Gracias! —respondí mientras ella cerraba la puerta. Me recosté sobre la pared a esperar a que los hermanos bajaran. A los pocos segundos, la puerta dio señales de volver abrirse. Un hombre de camisa y corbata salió por ella. A comparación de su esposa, él era más alto.
—¿Se te ofrece algo? —me preguntó con voz ronca.
—Buenos días, Sr. Scott. Estoy esperando a Mateo —omití decirle que también estoy esperando a Daniela. No quiero que piense que vengo solo por ella. Sería lógico pensar que él es uno de esos padres que son sobreprotectores con sus hijas y que matarían a todo aquel que pretenda cortejarlas.
—Ya está bajando —soltó mirándome de pies a cabeza siendo más evidente que su esposa— Tú debes ser Luis Ángel ¿Cierto?
—Así es —contesté sonriendo.
—Conozco a tu padre desde que éramos niños —eso me tomó por sorpresa— Es un buen tipo, uno de los que ya no quedan en este mundo.
—Concuerdo con usted. Mucho gusto, Sr. Scott —le dije estrechándole la mano.
—El gusto es mío —respondió con un fuerte apretón— Bueno, nos vemos en otra ocasión, muchacho. Hasta pronto.
—Hasta pronto. Que tenga un buen día —luego de que el padre de los hermanos Scott se marchara, la puerta volvió a abrirse. Daniela se asomó por ella y al verme me abrazó eufóricamente.
—No fue un sueño, eres real.
—De pies a cabeza —agregué bromeando.
—Creí que todo había sido un sueño —respondió contenta de ver que la realidad había superado a la ficción.
Mateo apareció con un nuevo corte de pelo. Se había cortado pegado de los lados, pero dejando un poco de la parte de arriba.
—Nuevo estilo —dije en tono burlón.
—No jodas, Luis Ángel —contestó bufando.
—No te queda mal —respondí con sarcasmo.
—Ya es hora de irnos —pasó por mi lado chocando mi hombro. Enojón.
Los tres caminamos hacia la escuela sin decir otra palabra. Después de unos minutos, llegamos a nuestro destino. Caminamos directo a la fuente, en donde nos esperaban Fernanda y Danna.
—Esperen aquí, ahora regreso —les dije mientras iba donde las chicas. Al llegar a ellas, noté que Fernanda llevaba una bufanda alrededor de su cuello. Su outfit me pareció extraño, ya que a ella le gustaba presumir su cuello.
—¿Dónde se habían metido ayer? —pregunté al mismo tiempo que las abrazaba— Tengo mucho que contarles.
—Nosotras también tenemos algo que contarte —manifestó Fernanda un poco preocupada.
—¡Ay! No me asusten ¿De qué se trata?
—Será mejor si tú nos cuentas primero —habló Danna.
—¿Seguras? —pregunté. Ellas asintieron— Está bien. Adivinen quién es la nueva integrante del equipo —ambas abrieron los ojos sorprendidas por la noticia.
—¡¿Quién?! —preguntó Fernanda muy ansiosa. Tomé aire y proseguí.
—Resulta que la nueva bruja del equipo, y que por cierto es telépata al igual que tú, Fernanda, es Daniela Scott, la hermana de Mateo —ambas se quedaron con la boca abierta. No se lo esperaban.
—¿Ella es una bruja? —preguntó Danna.
—¿Y también es telépata? —prosiguió Fernanda.
—Sí, sí y sí —respondí contento.
—¿Dónde está? —volvió a preguntar Fernanda.
—Pues está por allá esperando a su nueva asesora en telepatía.
—¿Asesora? —inquirió confundida.
—Así es. Tiene problemas para controlar sus poderes. Si te contara lo que sucedió ayer, te sorprenderías —le dije rememorando lo vivido— Pero eso será en otra ocasión. Ahora, me pueden decir por qué no vinieron ayer —dije serio.
No me prestaron atención: sus miradas estaban puestas sobre Daniela.
—Te lo contaremos más tarde. Ahora déjanos conocerla —dijo Danna.
—Está bien —solté resignado— Síganme para que se las presente.
Daniela estaba jugando con su hermano piedra papel o tijera para pasar el tiempo. Me aclaré la garganta consiguiendo llamar la atención de los hermanos, quienes voltearon a verme.