Junio 21, 2016
LUIS ÁNGEL POV:
Dos semanas transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos desde el enfrentamiento en la fábrica y la muerte de Kahlo, uno de los seis jefes de los cazadores.
Las chicas se sorprendieron cuando les conté que había desarrollado la habilidad de controlar la voluntad de los demás.
Daniela se había integrado con facilidad al grupo. Ahora hacemos todo juntos: en los recesos nos reunimos para comer en grupo, hablar de cualquier cosa que se nos venga a la mente o discutir los hallazgos de nuevos reclutas.
Desde lo ocurrido en la fábrica, la menor de los Scott había desarrollado un nuevo poder: la adivinación. Este nuevo descubrimiento la ha motivado a seguir superándose. Después de la escuela, Fernanda le enseña a dominar sus poderes telepáticos y ahora ha logrado perder el miedo a su don que antes la consumía.
Mateo, a diferencia de su hermana, no se junta con nosotros. Por lo general, sale con sus amigos del equipo de fútbol, quienes siempre están rodeados de chicas. Tengo la leve sospecha de que él sabe que, de alguna forma, me molesta verlo rodeado de tantas chupasangres resbalosas, en especial de Willow, quien había puesto la mirada en Mateo desde que llegó a la escuela. Hoy en particular está más pegada al chico que nunca. Aprovechaba cada oportunidad que tenía para tocarlo descaradamente y susurrarle al oído de forma provocadora Dios sabe qué.
Por más que quería ignorarlos no podía quitarles la mirada de encima.
—Se te van a salir los ojos de tus cuencas. Ya voltea —soltó Fernanda, quien se había percatado en dónde tenía puesta mi atención.
—No sé de qué hablas —negué con descaro tomando un sorbo de mi bebida.
—Puedes engañarme a mí, pero no a ti —rebatió.
—¿De qué hablan ustedes dos? —preguntó Pamela, quien no nos había prestado atención, pues su mente estaba en la comida.
—De nada, amiga, de nada —contesté mientras volvía a posicionar mi mirada en Mateo, quien para mi sorpresa también me estaba observando.
Willow volvía hacia él su cabello, se le pegaba más y le sonreía coquetamente. Mateo no hacía nada por apartarla. Es más, sonreía al disfrutar verme molesto por la escena, pues no dejaba de sonreír burlonamente.
Pero ni él ni yo contamos con que las caricias subirían de nivel. Willow se propuso darle un beso a Mateo en los labios. El chico se tensó al sentir que estaba a nada de rozar sus labios con los de ella.
Esto ya era un exceso. Para evitar que la escena llegará al clímax, moví mi mano por debajo de la mesa y lancé la botella de refresco que estaba cerca de Willow sobre su blusa. Ella detuvo el intento de beso y soltó un grito ensordecedor al ver que se había manchado.
Mateo se empezó a reír junto con sus amigos por la exagerada reacción de la chica. Yo también reí, pero por lo bajo. Él mayor de los Scott posó su mirada sobre mí y lejos de enfadarse, porque sabía que yo lo había hecho, me sonrió y esbozó con sus labios un inaudible “gracias”. Lo había salvado del beso de Judas.
A mi mente vino una pregunta: ¿cómo se sentirá besar los labios de Mateo? Pese a que sus labios eran delgados, me parecían apetecibles.
¡¿Qué mierda acabo de pensar?!
Julio 08, 2016
Como lo había prometido, el director Harvey nos proporcionó los archivos de todos los estudiantes de la escuela. También nos dio el de los exalumnos.
Fernanda, Danna y yo nos pusimos a buscar indicios de magia en la escuela. En un inicio, la búsqueda no dio los resultados que esperábamos. Habíamos leído, investigado y hasta espiado a más de ciento cincuenta estudiantes. Ninguno dio signos de poseer magia. Sin embargo, no nos dimos por vencidos y luego de semanas de ardua búsqueda, encontramos por fin a una bruja.
—¡ALELUYA! —gritó Danna cuando la halló— He encontrado a una.
—Creo que hasta los cazadores de China escucharon la noticia —bromeé.
—Ja, ja, qué gracioso —espetó indignada. Nos alcanzó el expediente de la nueva recluta.
NOMBRES: Penny Johnson
EDAD: 14
CURSO: 3º año
—¡Eureka! —exclamé.
—Aquí dice que vive cerca de la escuela —mencionó Fernanda.
—¿Creen que sea conveniente ir a buscarla ahora? —preguntó Danna.
—¿Por qué no? No hay tiempo que perder —respondió Fernanda enérgicamente.
—También pienso lo mismo —agregué— Puede ser que esté atravesando por lo mismo que le sucedió a Daniela. Nos necesita.
—Está bien —dijo Danna convencida— Vamos por ella.
Los tres desaparecimos de la torre del reloj para aparecer en un callejón cerca de la casa de Penny. El vecindario era bonito. Había muchos árboles alrededor y las casas tenían bonitos acabados.
—Esa es su casa —Danna señaló una imponente casa color amarillo que estaba enfrente de nosotros.
—Por lo que veo, la niña es de la élite de la ciudad —comenté admirando el muy decorado jardín delantero. Si así es por fuera, el interior debe lucir como un palacio.