Las 7 maravillas: el comienzo

Capítulo 11

Septiembre 01, 2016.

LUIS ANGEL POV:

—Alumnos, de parte de la dirección me informan que les haga recordar que el próximo viernes es el paseo anual al Centro de Recreación Villa Feliz. Por ser su último año, la escuela ha tomado la decisión de quedarnos todo el fin de semana en las instalaciones. Les esperan tres días llenos de sorpresas y mucha diversión solo para ustedes. No olviden traer los permisos firmados por sus padres para poder asistir al paseo.

—¿Ustedes irán?, ¿cierto?

—Por supuesto que sí, Pamela. No me lo perdería por nada —respondió Danna.

—Yo también iré, lo he estado esperando con ansias —afirmó Fernanda.

—¿Y tú, Luis Ángel?

—Igual. Ya era hora de un descanso merecido.

—¡Y que lo digas! Las clases se han vuelto muy pesadas.

—No es lo único que se ha vuelto pesado —bromeó Danna aludiendo al peso de Pamela. Todos reímos por el chiste, menos la aludida, quien se mostró ofendida.

Mientras ella le reclamaba a Danna por sus constantes burlas, yo giré a ver a mi novio. ¡Guau!, ¡qué raro suena decirlo! Mi novio, me gusta como suena. En fin, estaba mirando a Mateo, quien se encontraba hablando con sus amigos. Bastaron solo unos segundos para que notara que lo estaba observando. Sin que sus amigos se dieran cuenta, giró hacia mí, me guiñó el ojo y me sonrió tal cual galán de película. Me derretí en mi sitio por su gesto, al cual respondí con una tímida mirada y una notoria sonrisa. 

«Hey, Romeo. Aún me debes una explicación» —soltó Fernanda. Giré hacia ella y la miré con una expresión de duda en el rostro— «No te hagas el tonto. Tú sabes perfectamente bien a lo que me refiero»

—No lo sé —le respondí.

—¿No sabes qué? —preguntó Pamela confundida.

—Que… no sé si habrá alcohol o no.

—Yo espero que sí.

—Yo igual —secundó Danna.

«Yo igual, así a alguien se le aflojará la lengua y soltará todo de una buena vez» —puse los ojos en blanco y solté un bufido, pues al parecer ella no se cansaría hasta que le cuente lo de Mateo.

 

 

Septiembre 09, 2016

—¡¿Emocionadas!? Porque yo sí lo estoy. ¿Alguien sabe qué haremos? Espero que salga el sol, necesito broncearme…

—Desde la semana pasada lo sabemos —bufó Danna agobiada por la excesiva emoción de Pamela— ¿Alguien conoce de algún hechizo para dormirla? —nos preguntó exasperada, pues nuestra amiga no había cerrado la boca desde que salimos de la escuela y Danna realmente quería descansar un poco.

—¡Ay! ¿No sé por qué te pones así? Mejor no hubieras venido —volvió a hablar Pamela colmando así la paciencia de Danna.

—¡SUFICIENTE! Fernanda, te cambio de asiento.

—Gracias, pero no.

—Yo lo hago —me paré y me senté al lado de Pamela.

—Hola, amigo, me da gusto tenerte a mi lado, ya no aguantaba a Danna.

—Pues creo que el sentimiento es mutuo —solté una carcajada.

Prefería soportar el excesivo entusiasmo de Pamela que estar bajo la inquisidora mirada de Fernanda, quien no dejaba de preguntarme por Mateo. Hablando del rey de Roma, esta semana la pasamos juntos todas las tardes después de clases. Nos escapamos a escondidas de las demás y nos refugiamos en la torre del reloj. ¡Qué lugar para más romántico! Obvio que lo digo con sarcasmo, no era un sitio ideal para tener citas, pero algo es algo. De vez en cuando iba a mi casa, en donde nos escondíamos en mi cuarto de las incesantes preguntas de mis hermanos, a las cuales Mateo no tiene problemas en responder. Es más, el otro día se quedó toda la tarde jugando FIFA con ellos dejándome de lado. Lo bueno es que se llevan muy bien, les parece divertido. El detalle es que no saben que es más que un simple amigo y creo que seguirá así por un buen rato.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos en cuanto atravesamos la puerta principal de Villa Feliz. El lugar se encontraba al sur de la ciudad, justo al lado del mar, por lo que las tardes en la playa sería lo mejor del viaje, sin mencionar que cuentan con muchas otras atracciones, como una pista de mini kart, grandes piscinas y campos al aire libre. El lugar era estupendo. 

—Muy bien, alumnos. Primero nos instalaremos en las cabañas. Como ya es obvio, las niñas dormirán de un lado y los niños del otro.

—¡Ahhhhh!  se escucharon quejas de los demás.

—Ya, silencio. Hemos venido cien personas, no queremos regresar a casa con una persona de más si saben a lo que me refiero —todos se miraron divertidos pues sabían que en muchas ocasiones el ambiente se prestaba para otras cosas más íntimas.

—Los chicos síganme por aquí —nos indicó el profesor de matemáticas. Caminamos unos minutos hasta llegar a nuestras cabañas— En un cuarto entrarán cinco personas. Se acomodarán de la siguiente manera… —el profesor empezó a dividirnos en las habitaciones— En la cabaña N.º 7 entrarán Inchausti, Cho, Valister, Fernández y Scott —mi corazón pegó un brinco de felicidad, pues Mateo y yo dormiremos en la misma habitación. Ambos nos lanzamos una mirada cómplice, sin embargo recordé que también estarán sus amigos.




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