Septiembre 29, 2016.
MATEO POV:
—Hola —le di un suave beso en los labios— ¿Estás listo? ¿No te olvidas de nada?
—Tengo todo en la valija: ropa, bloqueador, dinero, una botella de tequila —enumeró lo último sonriendo maliciosamente.
—¡Perfecto! ¿Tus padres cambiaron de opinión con respecto al viaje?
—No, para nada. Les gustó la idea de que me distraiga un poco. Aparte, como voy contigo, dijeron sí inmediatamente. Les agradas sin conocerte —aquello me contentaba mucho, me hacía sentir bien que a los padres de Luis Angel les pareciera un tipo agradable y confiable.
— Entonces, nos vam…
—¡Alto! —interrumpió una voz chillona a nuestras espaldas. Ambos giramos y nos dimos cuenta de su inoportuna presencia— Faltamos nosotras.
—Nosotras — repetimos al mismo tiempo Luis Angel y yo. Detrás de Danna aparecieron Fernanda y Pamela.
—Hola, amigo —saludó muy emocionada Pamela.
—¿Quién las invitó? —pregunté enfurecido.
—Fui yo —admitió mi hermana con una sonrisa en la cara— ¿Qué acaso no recuerdas que te pregunté si podían venir? Me dijiste que sí.
—¿En qué momento dije eso? —le increpé cruzándome de brazos.
—Uhmm, hace tres días, cuando te lo pregunté mientras lavábamos los platos de la cena.
—Estaba concentrado en otra cosa —respondí en voz alta.
—¡Oh! Mateo, tranquilo —Luis Ángel intentaba apaciguarme poniendo sus manos sobre mis brazos— Ya están aquí, no podemos botarlas.
—Exacto —sentenció Fernanda apoyando sus manos en la cadera.
Respiraba alterado, trataba de contener la ira dentro de mí. Mis planes de pasar unos días a solas con Luis Ángel se vieron frustrados. Aunque…
—No podemos ir todos, no entramos en el auto —sonreí por la excelente salida que se me ocurrió.
—No te preocupes por eso, está todo arreglado.
—¿Cómo que está todo arreglado? —una bocina estridente sonó a lo lejos. En unos segundos, una furgoneta hippie Volkswagen se estacionó en el frontis de mi casa.
—Gente, ya llegamos —exclamó Ian muy entusiasmado, al lado suyo estaba también Frank.
Me pegué en la cara con la palma de mi mano. Esto tenía que ser una puta broma.
—Creo que será un viaje muy interesante —susurró Fernanda en mi oído mientras me daba palmadas en el hombro.
LUIS ANGEL POV:
—Pueden cambiar la emisora de radio, me aburre el pop —reclamó Frank por cuarta vez. Quien controlaba la música era Pamela y no parecía dispuesta a ceder a su petición. Estaban comenzando a discutir, de nuevo.
Ian era el conductor de la furgoneta, mientras Fernanda estaba sentada de copiloto. Ambos hablaban de temas banales, pero de suma importancia para ellos. Lo podía notar por sus risas y movimientos corporales que denotaban a toda luz que algo sucedía entre ellos.
Daniela y Danna estaban sentadas atrás, hablaban de los chicos más atractivos de la escuela, de ropa y de otros temas más de chicas.
Volteé a ver a mi novio, quien se encontraba con el ceño fruncido. Estaba molesto porque sus planes de estar a solas conmigo se vinieron abajo por culpa de nuestros amigos.
—¡Ey! Cambia de cara o se te arrugará feo el entrecejo —solté. Con mi dedo trataba de tensar las líneas de expresión que había en su frente.
—No puedo. Se suponía que iba a ser nuestro fin de semana juntos, a solas. No con… —se detuvo para señalar con su rostro a los demás — ellos.
—¡Vamos! Son nuestros amigos. Además, mientras más seamos, es mucho mejor, ¿no?
—Si tú lo dices —bufó enfocando su mirada hacia el exterior.
Después de dos horas de trayecto por fin llegamos a nuestro destino: el Centro de Recreación Villa Feliz, el mismo lugar al cual vinimos a inicios de mes.
—¡Llegamos! —gritó Ian luego de estacionar la furgoneta.
—Sí, hurra, llegamos —soltó Mateo en forma sarcástica y muy desanimado.
Todos bajamos las cosas del vehículo y nos dirigimos a las cabañas.
—Bueno, parece que dormiremos en casas separadas —sentenció Frank al darse cuenta de que le tocaría dormir de nuevo con su compañero. Las chicas dormirían en una sola cabaña y Mateo y yo por lo menos tendríamos nuestro propio espacio alejados de los demás.
—Por suerte no dormiremos todos apilados —comenté para tratar de animarlo, pero no parecía funcionar. Ya en la cabaña, mientras él desempacaba sus cosas, me acerqué por detrás de él y rodeé su pecho con ambas manos en un abrazo— Sé cuáles fueron tus intenciones originales. Me pareció un gesto súper romántico y encantador —se giró hacia mí, mirándome resignado. Le di un suave beso en los labios para animarlo— No dejes que el viaje se arruine solo porque no estaba dentro de tus planes que nuestros amigos vinieran. Estoy seguro de que la pasaremos genial. Ya lo verás.