Las 7 maravillas: el comienzo

Capítulo 15

Diciembre 08, 2016.

LUIS ÁNGEL POV:

Es hoy, es hoy, es hoy. Hoy es mi cumpleaños.

Me levanté de la cama muy feliz y entusiasmado: es un día muy especial para mí ¡Cumplo 18 años! ¡Por fin ya soy mayor de edad!

Fui a abrir las cortinas para recibir la cálida luz del sol, pero en cuanto las separé me di con la desagradable sorpresa que el día estaba muy nublado, más que en invierno. 

—¡Diablos!

—Estas son las mañanitas que cantaba el rey David a los muchachos bonitos se la cantaban así —mis padres entraron a mi cuarto cantando como siempre lo hacen en cada cumpleaños— Despierta, mi bien, despierta, mira que ya amaneció. Ya los pajaritos cantan, la luna ya se ocultó. Feliz cumpleaños, mi amor —mi madre caminó hacia mí, me dio un fuerte abrazo y me dio un maternal beso en la frente; mi padre hizo lo mismo.

—¡Gracias! 

—¿Irás a clases hoy? Puedes tomarte el día libre.

—No, quiero ir hoy. Mis amigos estarán ahí, aparte saben que me gusta la atención este día: no perderé la oportunidad.

—Está bien, mi vida. Será como tú quieras.

—¡Feliz cumpleaños, Luis Ángel! —mis hermanos entraron a la habitación y fueron directo a abrazarme.

—¡Gracias, chicos!

—Bueno, ahora sí, dejen a su hermano que se aliste para ir a la escuela.

—Está bien mamá — dijeron los dos al mismo tiempo.

En cuanto todos se fueron, me pare para cambiarme. Aunque el clima está parcialmente horrible, no dejaría que eso malograra este día tan especial para mí. No señores.

 

 

—¡Feliz día, amigo! —Fernanda me había atrapado en un fuerte abrazo.

—No respiro —dije con poco aire en un susurro.

—¡Uy, lo siento! —se disculpó mientras relajaba su agarre.

—Gracias. 

—¡Feliz cumpleaños, Luis Ángel! —Danna me abrazó con menos fuerza que Fernanda, pero con el mismo entusiasmo que el de ella.

—¡Feliz día al rey de las brujas! —exclamó Pamela, mejor dicho, lo gritó a los cuatro vientos— ¡Uy! Se me escapó —se disculpó, pero lo dejé pasar: nadie más se había dado cuenta.

—Eres el primero del grupo en ser mayor de edad ¿Cómo te sientes? —preguntó Danna.

—Más viejo —respondió Pamela en son de burla y entre risas.

—Gracias —contesté sin una pisca de humor— Entremos a clases —dije siendo el primero en poner un pie en el salón.

—¡Feliz cumpleaños, amigo! —dijo Frank abrazándome.

—¡Feliz día, hombre! —saludó ahora Ian.

—¡Gracias a todos! —dije sobándome la espalda— De tantos abrazos necesitaré una nueva espalda —todos rieron por el comentario. Aproveché un poco y giré mi vista para ver si ya había llegado Mateo, pero no estaba en el salón aún.

«Tu amor todavía no llega» —dijo Fernanda al darse cuenta de que lo buscaba con la mirada— «Pero de seguro ya no tarda en venir»

No fue así. Durante las primeras horas de clases Mateo nunca apareció ¿Le habría sucedido algo?

Luego de que el timbre del receso sonó, salí del salón en busca de Daniela. La encontré sentada en la fuente. En cuanto me vio, se puso de pie y corrió a abrazarme.

—¡Feliz día, Luis Ángel! Espero que la pases muy bonito.

—Muchas gracias, Daniela. Por cierto ¿Sabes por qué no vino tu hermano?

La menor de los Scott esquivó mi mirada al escuchar la pregunta, como si tratara de ocultarme algo.

—Uhm, no sé qué pudo haber pasado, pensé que sí había venido. 

—Lo llamaré.

—¡NO! —gritó alarmada. La miré muy extrañado— No lo llames, porque… porque… porque su celular está malogrado.

—¿Así?

—Sí, se le cayó al excusado ayer. Pobre de él —Daniela parecía estar muy nerviosa, hasta podría jurar que está mintiéndome— Bueno amigo, debo ir a la biblioteca a sacar un libro, nos vemos al rato —se despidió de mí y salió rauda rumbo a la biblioteca. Estaba muy extraña el día de hoy.

Decidí regresar a clases antes de que tocara el timbre, pero a mitad de camino divisé una figura conocida que me observaba desde lejos. Apresuré el paso y le di el encuentro.

—¿Qué haces por acá, Norma?

—Hola, niño.

—Hola ¿A qué has venido? 

—Me gusta mucho el ambiente escolar, sabes. A mi hija le encantaba venir a la escuela, estar con sus compañeras, estudiar, algo muy atípico en los adolescentes.

—La debes extrañar mucho.

—Así es —contestó mirando hacia la nada— En fin, vine a hablar contigo. El poder de la luna en la noche de Halloween fue todo un fiasco.

—Sí —contesté cruzándome de brazos.




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