Las 7 maravillas: el despertar

Capítulo 5

Diciembre 14, 2017.

LUIS ÁNGEL POV: 

A la mañana siguiente, me levanté muy temprano. Quería evitar todo contacto posible con los chicos. Le pregunté a uno de los alumnos que deambulaban por los pasillos en dónde estaban las duchas. Respondió que al costado de las escaleras por donde subí ayer. A paso apresurado corrí a meterme debajo de la regadera para tener privacidad.

Las duchas eran compartidas, como en las prisiones o en las escuelas. Gracias a Dios no había nadie despierto a esa hora, por lo que pude, después de días, darme un buen baño con agua caliente. Cuando terminé de enjuagarme el cuerpo, entró el rubio junto con su amigo.

—Miren a quien tenemos aquí: al niño gruñón —espetó burlón. De inmediato cogí mi toalla y me la enrollé en la cintura.

—Ya Erick, no lo molestes. Suficiente tiene con existir —soltó Hunter.

—Dúo de estúpidos. ¿No tienen nada mejor que hacer? —dije molesto— No respondan, se les quemará el cerebro.

Cuando estaban a punto de rebatir salí de las duchas con dirección al cuarto.

Me sequé tan rápido como pude y me cambié velozmente para no tener que verlos de nuevo. Abrí la puerta de la habitación para ir a buscar a Ravenna, pero justo en el pasillo me encuentro con Nerissa.

—Qué coincidencia. Estaba a punto de buscarte —solté

—Sí, yo también te estaba buscando. Hoy tendrás la prueba para determinar a qué nivel irás.

—Sí lo sé, pero tengo otra cosa que decirte con respecto a…

—Sh, sh, sh, sh. Lo que sea que tengas que decir puede esperar. Esto es más importante.

—Pero Nerissa.

—Nada de peros. Vámonos.

No me dejó hablar y enseguida me llevó con ella a no sé dónde.

—Nerissa, en serio tengo que…

—Silencio, eso puede esperar —¡Qué irritante!

Después de arrastrarme con ella por todo el palacio, terminamos en la puerta que parecía ser del despacho de Ravenna. Era blanca y a diferencia del resto de puertas que he podido apreciar en el castillo esta tiene una mayor calidad y finura en los detalles de madera que adornan el marco.

Nerissa tocó dos veces y enseguida entramos a la oficina. Adentro nos esperaban Daniela, Fernanda y Ravenna, quien se encontraba sentada detrás de un lindo escritorio de roble.

—Cof, cof —se aclaró la garganta Nerissa para luego señalarme hacia su prima con insistencia. Yo le respondí alzando mis hombros en señal de duda— El saludo, jovencito —señaló un poco molesta.

Daniela y Fernanda también mostraron la misma actitud en sus rostros.

—Ah, eso. Buenos días, Ravenna —saludé a la mayor.

—Veo que los modales son algo que deberás aprender en esta escuela, niño —soltó ella— Detalles —comentó restándole importancia a mi total falta de respeto a su investidura— En fin. Como Nerissa ya les habrá adelantado, el día de hoy, justo en este momento, se les aplicará la prueba para determinar a qué nivel serán asignados. Dado que son nuevos permítanme explicarles las reglas —se puso de pie y caminó hacia una mesita que se hallaba en una esquina para tomar un cigarro y prenderlo con sus poderes— Es una prueba sumamente sencilla. Se les hará preguntas sobre el mundo mágico y después pruebas de habilidades y reflejos. Luego de eso, el jurado determinará a cuál de los cuatro niveles serán asignados cada uno.

—¿Y quién es ese jurado? —pregunté. Ravenna sonrió para luego calar del cigarro que sostenía entre sus dedos.

—Son tres integrantes: La directora, en este caso yo; la jefa de la guardia de Oridia.

—O sea, yo —dijo Nerissa.

—Y el tercer jurado es el alumno más antiguo del último nivel.

—¿Que en este caso sería? —pregunté mirando a mi alrededor, pues solo se encontraban las Cromwell.

Sin previo aviso, la puerta se abrió estrepitosamente dando paso al rubio, quien hacía su entrada triunfal a esta reunión.

—Yo —soltó de la nada— Yo soy ese tercer jurado.

—Me tienes que estar jodiendo —exclamé irritado— ¡¿Él es el tercer jurado?! ¡¿El alumno más antiguo del cuarto nivel?! —me quejé indignado.

—¿Hay algún problema con eso? —preguntó Ravenna.

—Sí —respondí.

—Por supuesto que no —respondieron inmediatamente las chicas. Giré a mirarlas contrariado.

—Es decir, no hay nada de malo —dijo Fernanda. La miré fijamente con cara de odio.

«Compórtate» —soltó la más alta. Abrí la boca para quejarme de nuevo, pero Ravenna me ganó.

—Bueno, ya que no hay problemas, hay que comenzar. Vamos, primero ustedes chicas —dijo posicionándose de nuevo en su escritorio— Por cierto, las pruebas son personales. Así que pueden esperar afuera —indicó abriendo la puerta de su oficina— Daniela, comenzaré contigo.

—Está bien —respondió.

Fernanda y yo nos dirigimos a la salida. Antes de abandonar la oficina, pasé por el costado de Erick chocando disimuladamente su hombro en clara señal de desagrado. El rubio comprendió bien el gesto, puesto que antes de que se cerrara la puerta volteó a mirarme con una mirada burlona. Cuánto lo detesto.




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