Las 7 maravillas: el despertar

Capítulo 11

Enero 20, 2018.

—¿Qué hacías ahí, muchacho? —me preguntó el hombre elegante.

No había respondido a su pregunta, como tampoco lo hice con las anteriores.

—Creo que aún sigue adormilado, señor.

—No, yo creo que no. Hablará. Es solo cuestión de tiempo.

Pese a que en efecto ya había recuperado todas mis capacidades, no había huido de ellos, como tampoco lo hice con los cazadores. Si ellos los mataron con magia, debo suponer que estamos en el mismo bando, por el momento.

Además, tampoco desaparecí, porque este señor junto con su gente me estaba escoltando de regreso al palacio. Lo sé, porque estábamos ya en la trocha carrozable que da al palacio. Y porque también los escuché hablando sobre su siguiente parada: la oficina de Ravenna.

En cuestión de minutos llegamos a los terrenos de la escuela. Apenas se estacionó en la entrada, uno de ellos se bajó de inmediato para abrirle la puerta al señor.

—¿Vienes o te quedas, niño? Eso sí te digo, la próxima parada será la casa de Henry, el chofer. Linda zona, mujer insoportable —rodeé los ojos y soltando un suspiro de rendición bajé como si nada del auto para sorpresa de todos los esbirros de este hombre y para alegría suya— Te lo dije, ya estaba bien. Vamos, estoy seguro de que Ravenna querrá saber sobre lo que pasó.

Ingresamos al palacio y tras una larga caminata, llegamos al fin a la puerta del despacho de Ravenna. El hombre tocó dos veces la puerta y de inmediato ingresó al despacho de la Suprema.

—Daniel, pero qué sorpresa. No te esperaba hasta fin de mes.

—Ravenna —el hombre se acercó a ella con los brazos abiertos para saludarla con dos besos en las mejillas.

—¿Qué te trae por aquí?

—Pasa.

—Eso va para ti, niño —me dijo uno de sus colaboradores.

Entré a la oficina de Ravenna, quien me recibió con una mirada de confusión.

—No entiendo. ¿No se supone que estarías en Selvanova junto con los demás?

—Te eso te vengo a hablar —la interrumpió el hombre llamado Daniel— Encontré a tu estudiante en medio de una redada en contra los cazadores.

—¿¡Qué cosa!? —exclamó conmocionada.

—No es cierto —negué— No era una redada. Era una batalla.

—Eso mismo —secundó Daniel— Resulta ser que algunos informantes me comunicaron sobre la presencia de cazadores en Selvanova. Como sabes, mi tarea es velar por la seguridad de los estudiantes, por lo que tenía que intervenir. Llegué justo antes de que los cazadores acribillaran a tu alumno.

—Gracias, Daniel. No sé qué haríamos sin ti.

—No hay de qué. Lo que sí no me quedó claro es qué rayos hacia un estudiante de Oridia en medio de una batalla contra los cazadores.

Los mayores clavaron su mirada en mí esperando con ansias una respuesta de mi parte.

—A mí tampoco me quedó claro quién es usted, señor…

—Moore. Soy Daniel Moore, niño.

—Es el presidente del Consejo de Magia —complementó Ravenna mientras se acercaba a su carrito sobre el que se apoyaba una jarrita de cristal. Sirvió una copa con el contenido y se la extendió al señor Moore.

—Oh.

—Sí, oh —repitió él— Estoy confundido. ¿Qué no existe un curso de historia de la magia en donde le enseñan quién soy yo?

—En efecto, pero verás que no todos son esponjas como tú o yo. Existen los de lento aprendizaje.

—Ya lo veo —agregó él esbozando una leve risa.

—¿Qué hacías en medio de todo este asunto, Luis Ángel? —me preguntó Ravenna con unos ojos amenazadores.

—Soy de la Guardia de Oridia, ¿recuerdas? ¿No es mi misión proteger a los estudiantes? Eso hacía. Los protegía de los cazadores.

—Con que eres de la guardia. Eso explica mucho —el señor Moore se giró hacia Ravenna con una expresión de entusiasmo— Deberías felicitarlo. Estaba dándole una paliza a los cazadores él solo.

—No te comprendo. ¿No que estaban a punto de matarlo?

—Ah, sí. Detalles menores. Ya sabes, jeringas paralizantes, ataques por la espalda: juegos sucios. Lo que sí es cierto es que mientras llegábamos a la zona, ¿cómo es que te llamabas? —estaba a punto de contestarle, pero me cortó— Cierto, Luis Ángel. Luis Ángel estaba poniendo en práctica todo lo aprendió durante su entrenamiento como guardia.

—Es un novato en la guardia y está en el nivel 1 del PIM.

—Mejor aún. Las felicitaciones deben ser a lo grande.

—Creo que te extralimitas. No premiaré su osadía desmedida, que por cierto se está volviendo recurrente —comentó clavándome una mirada de molestia.

—Coincido contigo en ese punto —señalé. Ravenna se vio sorprendida por estar de acuerdo con ella— Señor Moore, ¿cómo es que los cazadores llegaron hasta aquí?

—Esa información es reservada. Solo lo manejamos los miembros del gremio ancestral.




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