—¿En qué piensas? —Pregunté al observar que estaba silenciosamente perdiendo la cabeza. —En la luna —Contestó con una risa apagada que solo significaba a que moría lentamente. —No hay luna a esta hora. —Que algo no esté aquí no evita que no lo pienses. —¿Y qué hay del sol? —¿Qué tiene el sol? —Está frente de ti y no lo ves por estar pensando en lo que no está. — Cuando esté la luna pensaré en él. —¿Y por qué tienes que esperar a que se vaya para apreciarlo? — Me vio con ironía y sonrió —Porque a veces tienes que perderlo para anhelarlo. —¿Y es necesario? —No, es una estupidez. 50 —¿Entonces por qué lo haces? —-Porque el mundo es de estúpidos. Sonrió guiñándome melancólicamente un ojo que junto al otro estaba a tres parpadeos de llorar.