Las anécdotas de una abuela triste

Capítulo IV

—¿En qué piensas? —Pregunté al observar que estaba silenciosamente perdiendo la cabeza. —En la luna —Contestó con una risa apagada que solo significaba a que moría lentamente. —No hay luna a esta hora. —Que algo no esté aquí no evita que no lo pienses. —¿Y qué hay del sol? —¿Qué tiene el sol? —Está frente de ti y no lo ves por estar pensando en lo que no está. — Cuando esté la luna pensaré en él. —¿Y por qué tienes que esperar a que se vaya para apreciarlo? — Me vio con ironía y sonrió —Porque a veces tienes que perderlo para anhelarlo. —¿Y es necesario? —No, es una estupidez. 50 —¿Entonces por qué lo haces? —-Porque el mundo es de estúpidos. Sonrió guiñándome melancólicamente un ojo que junto al otro estaba a tres parpadeos de llorar.

 




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