Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Capítulo 4

Tiempo:

8:56 am, 7 de marzo de 1987.

Lugar:

Credo de los inquisidores, Nación de Cord, Continente Apsurer.

 

Estás clases no pueden ser más aburridas.

Otidas estaba sumido en sus pensamientos mirando a la profesora Zare, no tenía nada que aprender sobre su propia tribu después de todo había vivido con ellos durante cuánto, ¿Diecisiete años? Si no fuera por el hecho de que seguramente pasaría otro días más en detención y por que, necesitaba saber qué era lo que los caballeros del credo conocían y qué no, se habría retirado de la clase. Si no lograba saber que había en el Nivel Cinco, al menos debería averiguar qué sabían acerca de los poderes de los Kabarys.

No. No tenía otra alternativa, la única salida era saber qué sucedía allí debajo. 

—Ya lo sabrán en la clase del capitán Oronic y de la capitana Shakelim —exclamó Zare. Llevaba una camisa blanca. Oh sí, eso sí que me interesa. Pensó Otidas advirtiendo las palabras que salían de Zare. Durante aquellos días había practicado con más periodicidad. No solo en los combates cuerpo a cuerpo de Oronic, sino que también con las diversas armas y las redes que manejaba todo el credo de los inquisidores gracias a Shakelim. Otidas levantó su mano y Zare lo señaló, Otidas expresó:

—Disculpe capitana, pero… ¿Qué vamos a saber? 

—Con todo el gusto del mundo le contestaré ochenta y ocho. Pero la próxima vez, presente más atención —exclamó Zare—, sabrán por qué los caballeros del credo se enfrentan a los Kabarys de noche. 

—¿Esa no sería responsabilidad suya? —preguntó Enwol desde su asiento—, después de todo usted es la capitana que nos enseña sobre los Kabarys. 

—Sí y no —dijo Zare acomodando sus anteojos para poder ver el número de Enwol que se encontraba más al fondo que Otidas—, por un lado, es mi deber explicarle los poderes de los Kabarys, pero él hecho de cómo deben combatirlos es el de los capitanes Shakelim y Oronic. Mañana les explicaré más en profundidad cuáles son esos poderes tan misteriosos de los Kabarys. 

La clase terminó y los reclutas salieron afuera para unos momentos más tarde volver a ingresar con Lane. La capitana se concentró más en los diferentes animales de Delrich. No eran muchos, de hecho, eran solamente cuatro. Pero la parte complicada estaba en comprender sus costumbres, metabolismo de vida y extrañas comidas. Eran más aburridas que las clases sobre su tribu. Pero ninguno de los reclutas sabía el porqué de aquellas clases sobre animales. 

—Por qué no nos dan clases acerca de dinosaurios, eso sí sería algo más emocionante —expresaba Otidas de camino a la cafetería junto con Lani y Varitto—, no entiendo el fin de esas clases con aquellos animales extraños. 

—No creo que unas clases sobre unos dinosaurios que se extinguieron hace millones de años nos sirvan de mucho para hacer algo contra los Kabarys, Graud —contestó Lani. 

—Nada de lo que aprendamos será en vano. ¿No han visto que ninguno de los caballeros que llegan de las misiones tienen perros o gatos? —preguntó Varitto. 

—No comprendo tu punto Varitto —dijo Otidas intentando asimilar la idea que quería transmitir su amigo. 

—¿Por qué los caballeros usarían un gato? —preguntó Lani sentándose frente a sus dos compañeros y soplando el café hirviendo. 

—Exactamente. —dijo Varitto—, no nos serviría de nada. Nos enseñan acerca de los animales del continente Delrich por qué necesitan que sepamos cómo cuidarlos, seguramente nos dejen elegir uno como compañero como a los caballeros. 

—Y si usamos esos animales —exclamó Lani bebiendo su café—, ya sean: Calarians, Lefaprou o Wolonchis… ¿Por qué no usar otros más comunes y fáciles de encontrar?

—A lo mejor nos sirven más los que no se ven mucho por las demás tierras, yo que sé —dijo Varitto. 

—Sigo pensando que sería mejor llevar un dinosaurio —exclamó Otidas. 

—Por Narelam, por qué te mostré aquel dibujo del dinosaurio, te has obsesionado con ellos —expresó Varitto, tomando un trozo de pan. 

—¿De verdad? ¿Ustedes creen? —contestó Otidas mirando repetidas veces a Lani y Varitto—, yo no lo creo.

—Al menos es una afición tranquila —contestó Lani encogiéndose de hombros. Otidas bufó y los tres se dirigieron hacia las clases de la capitana Lane. 

  La clase de capitana se centró un poco en explicar algunos de los acontecimientos más grandes de enfrentamientos por parte del credo y de los Kabarys, era más que sabido al menos por parte de Otidas, que la mayoría de esas anécdotas no habían sido así del todo. Algunos enardecían a las grandes figuras del pasado del credo y las “grandes masacres” que habían cometido los caballeros para: “Mantener el legado del credo”. 

Otidas no tenía mucha idea de que querían decir con eso, pero seguramente sería importante y daba por hecho que tendría que comunicárselo a Becdrak y a su madre. ¿Qué era lo que querían mantener? ¿Sus armas? ¿El fundador del credo de los inquisidores? Tal vez en los libros había algo que en clase se había pasado por alto. Pero tendría que hacerlo solo, nunca se había nombrado quienes formaban parte de los primeros caballeros. Muchas explicaciones por parte de la Capitana Lane habían terminado diciendo la fecha de creación del credo… Qué había sido entre mil cuatrocientos cincuenta y mil quinientos. Pero, cuando se le preguntaba por nombres… La capitana cambiaba de tema. 




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