Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Capítulo 14

Tiempo:

8:32 am, 21 de julio de 1987.

Lugar:

Credo de los inquisidores, Nación de Cord, Continente Apsurer.

 

—Realmente espero que les vaya bien —dijo la capitana Deluvis Elip entregando las hojas, aquella sería la última evaluación para saber si estaban aptos para hablar con sus animales, en el caso de Otidas era bastante más complicado pasar el examen o al menos eso le parecía al chico Kabary, se basaba en varias "palabras" escritas con letras como "G", "I" o "R" para que cuando las leyeras se lograse pronunciar los gruñidos característicos de en este caso, los Calarians. Cada letra parecía tener un tiempo expresado en segundos, mientras más letras mayor el tiempo de pronunciar y por ende, podía significar otra cosa totalmente distinta para un Calarian. 

En el caso de Lani solamente se basaba en dibujos de líneas extremadamente finas entre dos líneas más grandes. Las más pequeñas representaban los rayos amarillos que los Lefaprou pasaban de una oreja a la otra. Cada intersección estaba representada con un pequeño punto, y dependiendo de la altura y la distancia entre los otros puntos (varios rayos  podía cruzar a la vez) el Lefáprou podía expresar cosas distintas, y a través de lo que sentía su dueño el Lefáprou comprendía como por arte de magia lo que quería decir en este caso Lani y Beil.

Varitto solamente tenía que escuchar unos cassette, no había otra forma. Los Vesuros solamente podían comunicarse con diferentes sonidos de sus dos pinzas, dependiendo del volumen y del tiempo de la repetición de aquel chasquido, era lo que el Vesuro quería expresar, y por ende Varitto también había aprendido a comunicarse de esa forma, solamente que él golpeaba la yema de su dedo pulgar con el anular. 

—Muy bien, ya ha pasado una hora, entreguen —dijo la capitana Deluvis Elip—. Las notas estarán por la tarde antes de que se vayan por el receso de cinco días. 

Los caballeros del credo de los inquisidores comenzaron a entregar las hojas, no eran más de veinte en aquel caso, así que las correcciones no serían muchas. 

Los cuatro salieron del salón, una vez la capitana Deluvis les explicó que solamente les otorgarían salir en las misiones a los animales de los dueños que hubieran aprobado. 

—Estuvo bastante fácil, ¿Verdad? —preguntó Varitto, mirando a Lani, Otidas y Enwol. 

—Ya quisieras tú —contestó Enwol—. Para los que tenemos Calarians o Lefáprou no son tan sencillos. ¿Qué dices tú Lani?

—Eh... —dijo Lani saliendo de sus pensamientos—, creo que si el mio fue bastante fácil pero pensé que me iba a costar más.

—¿Qué tenemos ahora? —preguntó Otidas de mala gana.

—Ahora tenemos que completar el entrenamiento de las redes violetas con el capitán Oronic. Luego tenemos que seguir con las armaduras. Por Narelam, como odio ingresar en esos hornos, juro que preferiría ir a matar Kabarys —casi como si de un reflejo automático se tratase Otidas tragó saliva, su estómago comenzó a revolverse y se apartó de sus tres compañeros, bueno, al menos Varitto y Enwol eran sus compañeros, con Lani todavía no habían hablado ¿Lo harían antes de irse de receso? 

Otidas se asomó por el barandal del gran puente. Varitto suspiró. 

—Sigan ustedes —exclamó Varitto—, nosotros los alcanzamos después.

Una vez Lani y Enwol estuvieron lejos, Varitto dijo:

—Sé que es una pregunta un poco estúpida pero... Se supone que es lo que se pregunta, ¿De verdad estás bien? —Varitto soltó una risa nerviosa. 

Hubo unos segundos de completo silencio, como si las pisadas de los demás caballeros no hubieran existido en aquel momento. 

—¿Puedo contestar que sí estoy bien? ¿Y pasar de ésto? —contestó Otidas. Varitto negó con su cabeza—. Está bien —expresó soltando un suspiro que duró algunos segundos—, no creo que esté preparado para hacer misiones, si me tengo que enfrentar a los Kabarys a mi propio pueblo no creo poder. Estaba tan concentrado en pasar de Stage, volverme más fuerte y hacer todo bien que no le presté atención a lo que alguna vez tendría que hacer, enfrentarme a mi propio pueblo. Y ahora no se que hacer, no se si seguir adelante y esperar lo peor. O decile a mi madre que voy a abandonar la misión, es la primera vez desde que entre en el credo que no creo poder estar a la altura de lo que se me pide. 

—Más allá de lo que hagamos o no —dijo Varitto—, yo no te juzgaré y seguramente, ni Becdrak ni Amanda lo harán. Capaz con lo que has logrado ya es suficiente y tú misión se puede posponer, pero una cosa está más que clara. 

—¿Qué cosa?

—Que tú eres el único que puede decidir, no lo haré yo, ni Lani, ni Amanda, ni siquiera Becdrak. Y recuerda que lo que decidas estará bien —dijo Varitto dándole un suave golpe en el hombro de Otidas—, ahora vamos que seguramente llegaremos tarde a la clase del capitán Oronic. 

 

Oronic ingresó en el campo de batalla del Nivel Cuatro ya todos los caballeros del credo estaban posicionados en filas al costado de uno de los cuadriláteros. El capitán se presentó con imponencia. 

—Buenos días caballeros —dijo el capitán—, hoy será nuestra última clase antes del receso. Así que ustedes deberán irse hoy de aquí ya habiendo dominado los movimientos de la red violeta. 

Los que no puedan, no se irán hasta que logren dominarlo, ya que después del receso estarán autorizados para hacer misiones. Y digamos que no puedo soltarlos al mundo exterior sin que hayan dominado la red violeta —expresó el capitán. 




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