Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Cuarta Parte: Danza de los pájaros y la espada negra

Capítulo 15

Tiempo:

6:21 pm, 23 de julio de 1987.

Lugar:

Credo de los inquisidores, Nación de Cord, Continente Apsurer.

 

Otidas Uyadul abrió los ojos, estaba acostado en una de las camas de la enfermería, aquellos azulejos azules eran inconfunbles, se encontraba en el credo de los inquisidores otra vez. Miró a su alrededor y no encontró nada fuera de los común al menos no había guardias en las puertas de la habitación bajó su mirada y Varitto estaba durmiendo con su cabeza apoyada sobre una mesa del costado. 

—Varitto —dijo Otidas cuando se dió cuenta de una cosa, su voz sonaba totalmente ronca, apenas podía levantarla para que sonase casi como un susurro. Varitto abrió los ojos en el acto.

—¿Te sientes bien? —preguntó Varitto desperezándose y restregando sus ojos. 

—Me siento bastante bien —dijo Otidas tocando su cabeza, sentía un dolor punzante en parte de ella—, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Rusi está bien? Lo último que recuerdo es... —un claro pantallazo apareció en su cabeza llegando a la gran habitación en el interior de una de las pirámides y a Becdrak, Oronic, Fizante y él mismo a punta de iniciar una batalla de dos contra dos. 

—¿Qué es lo último que recuerdas? —musitó Varitto acercándose un poco más a Otidas.

—A Becdrak por pelear contra nosotros... ¿Dónde está él? —preguntó el desconcertado Otidas. 

—Por Narelam ¿No recuerdas absolutamente nada? —contestó Varitto. Otidas lo intentó con todas sus fuerzas pero por más que quería recordar que había pasado después de que se encontró con los dos Kabarys le era imposible... Las escenas que seguían en su cabeza estaban totalmente oscuras, como si de una película se tratase y en ese momento hubieran sacado el rollo de película. El Kabary negó con su cabeza. 

—No se como decirte ésto —susurró Varitto con suma tranquilidad—, pero Becdrak cayó en batalla —Otidas dejó de prestarle atención y se quedó mirando hacia las sábanas de lo cubrían, a pesar de que Varitto seguía hablando, era en vano, Otidas no escuchaba nada de lo que su amigo decía. Luego de unos instantes de completo silencio en el interior de la mente del chico comenzó a negar con su cabeza. 

—No, no puede ser. Tienes que estar mintiendo —dijo Otidas mirando a Varitto con sus ojos bien abiertos como si alguna forma estuvieran obligando a Varitto a decir: "Si Otidas es mentira". Pero Varitto solamente desvió su mirada.

—Es la verdad Otidas y es mejor que te lo diga yo que sé cuál era tu relación a que te lo diga otra persona —dijo Varitto. Por un segundo todo se sintió como un sueño para Otidas, un mal sueño, una horrible pesadilla. No es verdad, no es verdad. Becdrak salió de allí junto con Fizante y en su lugar dejó un cuerpo falso, sí. Eso es justo lo que el tío Becdrak haría

Otidas regresó a la "realidad".

—¿Quién fue? —preguntó Otidas con cierta calma—, ¿¡Quién espíritus fue!? ¡Dimelo ahora mismo sin vueltas, dimelo! —Otidas agarró de la remera a Varitto y con sus pocas fuerzas lo zamarreó un par de veces—, ¡Quiero que el hijo de mil y un espíritus pague por lo que hizo y yo mismo me voy a encargar de eso! —vociferó Otidas. Varitto se quedó callado por un momento. 

—Fuiste tú —exclamó Varitto, y como un fugaz recuerdo todo apareció en su mente, la pelea completa, Oronic clavando la espada en el estómago de Becdrak y luego, Otidas acabando con la vida del Kabary, de un momento a otro todo estaba completamente claro. 

—Ah —expresó Otidas sacando sus sábanas de encima y bajando de la cama, Varitto se levantó también quedándose a un costado de la habitación, Otidas se cambió y se encaminó hacia la puerta. 

—Otidas, ¿A dónde vas? Necesitas hacer un poco de reposo —pero Otidas salió de la habitación sin decir una sola palabra, allí afuera estaban sentados Enwol y Lani, la chica de rizos negros fue a abrazar a Otidas cuando este salió, pero Otidas ni siquiera la miró y continuó su camino caminando fuera de las habitaciones del hospital del credo de los inquisidores. 

De verdad fui yo quién mató a Becdrak, afirmó en sus pensamientos. ¿Cómo voy a decírselo a madre? ¿Qué hago ahora? ¿De qué forma puedo arreglar las cosas? ¿Tienen solución? No, no tienen. No puedo traer de vuelta a la vida a Becdrak. ¿Qué fue lo que me dijo al último? Ah, sí. Qué lo hiciera, recordó el Kabary. ¿Hacer qué? ¿Seguir con la misión? Sí, probablemente fue eso, pensó Otidas Uyadul justificándose a sí mismo. Pero no puedo por ahora, necesito descansar.

—¿Tienes hora? —preguntó Otidas a uno de los caballeros que caminaba por allí, no se había dado cuenta y se encontraba en el Nivel Dos.

—Son las doce menos diez —expresó el caballero. Todavía tengo tiempo, voy a hablar con madre, pensó. Corrió hacia su habitación sin perder un segundo. Preparó un cuenco vertiendo el agua rápidamente, sacó el polvillo gris y lo esparció en el agua, sintió el peso de la pequeña bolsa y pensó:

No quedan muchas comunicaciones, a lo mejor tres más

El agua comenzó a teñirse de aquel gris característico, las doce en punto marcaron en el reloj de la pared e inmediatamente la imagen de Amanda Uyadul se presentó frente a Otidas. Amanda tenía un rostro serio y sus ojeras e inexpresiva mirada dejaban en evidencia que había estado llorando bastante. Amanda soltó un suspiro, se quedaron en silencio durante unos momentos hasta que Amanda dijo:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.