Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Capítulo 16

Tiempo: 

2:12 am, 24 de julio de 1987. 

Lugar: 

Aldea del Chamán, al norte de la Nación de Fardoom, Continente Apsurer. 

 

Marci y Duelder terminaron de revisar el pequeño mapa, todavía estaba de noche y se hallaban a poco menos de un kilómetro de la entrada al poblado del Chamán Ripper Gravana dueño de la Fabelización. Lo único que llevaban consigo eran las medallas con la letra " N" roja (aunque estaba por debajo de otras ropas) era una falta de respeto no llevar el uniforme, pero tampoco se podrían infiltrar si lo hacían con sus ropas verdes por más que hubiera.  

Pasaron como si nada por medio de las casas estaba claro que no entrarían otra vez por la puerta, habían rodeado la muralla circular y se hallaban del otro lado, al parecer solamente había una puerta. Las rondas de guardias se cambiaban cada tres horas, al menos eso sacaron en cuentas después de diez horas de estar observando los montajes de los guardias. Si querían infiltrarse, esperar aquel próximo cambio seria crucial. 

Marci robó dos capas azules de uno de los bares que se hallaban a las afueras, todos los que estaban en el interior de la Fabelización debían llevarlos. Era una capa con una "F" dorada en el medio a los costados tenía una franja dorada. Esperaron detrás de una casa y escalaron la muralla sin problemas, con la rápidez de sus piernas podían llegar hasta una altura de cinco metros, una vez llegaron a su límite sacaron dos cuerdas con garfios en sus extremos, se encargaron de aferrar a los dos Serotianos a la cima de la muralla. Llegaron hasta arriba y desde allí podían divisar todas las casas, eran cerca de cuarenta, lo único que sabían era que la casa de Ripper se hallaba en la colina y efectivamente la única casa de la colina debía de ser la de Ripper.  

Duelder señaló y los dos asintieron recorriendo la muralla por encima hasta encontrar unas escaleras, la bajada no se hizo esperar, aunque era por el lado de afuera, arriesgarse y seguir allá arriba para bajar por el interior no era algo seguro. La primera en bajar fue Marci. La madrugada se estaba haciendo presente en la aldea del Chamán, cuando los dos Serotianos estuvieron en tierra firme otra vez, se colocaron sus capuchas azules y caminaron con total tranquilidad hacia la casa de Ripper.  

—¿Qué haremos cuando lleguemos? —susurró Marci.  

—Vamos a tener que buscar una ventana —contestó Duelder—, es la mejor y más valida opción. Espero que no haya muchos guardias.  

Por Narelam, como necesito un té en estos momentos, pensó Marci agarrando su estómago que estaba comenzando a rugir.  

Se internaron entre las calles más angostas y empedradas. Al lado de la casa del Chamán, había una casa abandonada, estaba relativamente cerca, entraron en ella tenía una mesa rectangular con un gran cuadro en una de las paredes, estaba arruinada con algunos cortes en el por dentro del marco. Era una familia de tres personas. Una mujer de unos cuarenta años podría reconocer en cualquier lado, era Velicera Cadmar en sus brazos un bebé dormido y el rostro del hombre o al menos esa sensación daba, en esa parte, el lienzo estaba arrancado. 

—Marci vamos —ordenó Duelder desde las escaleras, haciendo señas.  

Los dos subieron al primer piso. Se quedaron al lado de una de las ventanas rotas, y se asomaron para ver los guardias. La distancia entre las dos casas era mínima, buscaron un palo, en aquel desorden sería sencillo. Entre los dos abrieron la ventana del otro lado y tomaron distancia diagonalmente para aterrizar en la otra casa, Marci tomó carrera hasta las escaleras y poniendo toda la fuerza en sus piernas comenzó a correr pisó en una de las paredes picando y cayendo agachada en el marco de la ventana se balaceó hacia afuera y en el último instante antes de caer se impulsó con sus dos piernas haciendo crujir la madera del marco de la ventana. 

Sin problemas llegó a la otra ventana y subió, Duelder hizo lo mismo y lo logró. Frente a ellos tenían un pasillo con una sola puerta y una escalera al costado del pasillo, no había ningun cuadro o adorno estaba totalmente blanco y una alfombra negra en el suelo. Ningun otro adorno se hallaba en el pasillo, salvo las luces violetas. Caminaron en punta de pies, era algo estúpido ya que el ruido que habían provado al caer en el interior de la casa, habria alertado al menos a la esposa del Chamán, tal vez no estaba en casa, eso era buena señal, Duelder giró el postigo y abrieron la puerta.  

Una habitación pequeña con una sola cama estaba frente a los dos Serotianos, todas las paredes estaban llenas de fotos, eran raras. Fotos de armas, un pequeño yunque estaba al costado de la cama y del otro lado una mesa de luz sobre la cama descansaba un anciano. Estaba dormido y no había ninguna duda, era Ripper Gravana. Sus ojos apenas podían abrirse y su frente se hallaba arrugada al igual que la mayoría de su cuerpo. Marci se acercó a él. 

—¿Ripper Gravana? —susurró la Serotiana. El hombre abrió los ojos y duras penas susurró con su voz ronca: 

—¿Quién espíritus son ustedes?  

—Somos dos Serotianos —dijo Duelder con frialdad—, hemos venido por usted, por los crímenes que cometió.  

El hombre abrió grande sus ojos y sacó uno de sus brazos fuera de las mantas para tocar una pequeña campana que estaba suspendida sobre su cama. Duelder la agarró subiendo encima de la cama deteniéndolo en aquel momento. 

—Alto —expresó Marci con completa tranquilidad—, mi compañero no sabe muy bien lo que dice. Hace varios meses que estamos investigando y queremos saber si lo de sus poderes era verdad. ¿Y qué fue lo que pasó en la guerra del Emperador Futtso? 

—Vuelvo a repetir, ¿Quiénes son? —dijo el anciano. 

—Solamente somos un grupo de Serotianos que quieren respuestas, fuimos contratados por nuestra Emperatriz Meyen Bogur —el anciano sonrió. 

—Creo que comienzo a ver el panorama completo —contestó Ripper—, ¿Solamente ustedes dos forman el grupo? ¿Cómo se llaman? No me mientan, si lo hacen lo sabré. 




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