Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Capítulo 17

Tiempo: 

10:23 am, 23 de julio de 1987. 

Lugar: 

Costa marítima, afueras del pueblo Granjas Fantasma, Condado de Hijilifi, Continente Ranmer. 

 

—Por todos los espíritus ¿Qué haces aquí? —preguntó Marci enfundando su espada nuevamente.  

—Estoy en una misión —dijo Otidas—, ¿Tú que haces aquí?  

—También en una misión —expresó Marci—. Mírate estás mucho más grande, Has crecido mucho estos... ¿Cuánto? 

Si le digo que han pasado cuatro meses me creerá un loco, pensó Otidas. 

—¿Cuatro meses? —Marci se ruborizó—, va creo que eso ha pasado desde que nos vimos por última vez. ¿Has estado haciendo un poco de pesas en credo? 

Otidas también se ruborizó. 

—Algo así, algo así —en ese momento Rusi se paró entre los dos, fue un milagro del mismo Narelam para romper un poco aquella tensión.  

—Oh, qué bonito —dijo Marci agachándose y rascando la cabeza del pequeño Calarian—. ¿Quién es el Calarian más bonito? ¿Quién lo es? —Rusi pasó su lengua negra por una de las mejillas de Marci. 

—Es el pequeño que salve la otra vez cuando nos cruzamos en Delrich —contestó Otidas con una sonrisa. 

—¿De verdad? —preguntó Marci alejando al Calarian para intentar ver más detenidamente su rostro—, Parece mucho más grande —Marci dió un par de gruñidos bajos y el Calarian le contestó en su lengua—. No recordaba que fuera hermano menor de Uki. 

—Y yo no recordaba que supieras hablar Calarian —dijo Otidas levantando la moto del suelo, los dos miraron como el avión se alejaba en dirección al Condado de Tyrkub—, ¿Vas hacia el mismo lugar que yo? 

—¿Dónde está tú equipo Graud? ¿A caso los del credo no van en grupos? 

—Sí, pero quise separarme de ellos. Y... hablando de grupo ¿Dónde está el tuyo? 

—Nos separamos para buscar ayuda, seguramente vienen en camino —exclamó Marci. Otidas se subió en la moto y Rusi hizo lo mismo, su jaula había quedado destruida. 

—¿Quieres subir? —preguntó Otidas. 

—¿Allí? —preguntó Marci señalando la parte trasera de la moto. 

—Claro, pero si quieres ir corriendo al lado no tengo problema Marci —contestó Otidas—. ¿O tal vez quieras manejar vos?  

 

—¡No, no, no! —dijo Marci negando con su cabeza y atajando con las palmas de sus manos al frente de su rostro. La Serotiana subió y se abrazó a Otidas, Rusi había quedado en medio un poco apretado. Pero eso lo ayudaba a quedarse parado en cuatro patas mirando hacia uno de los costados de la moto. El vehículo arrancó haciendo que Marci se sujetara con más fuerza apoyando su cabeza en la espalda de Otidas. 

Qué tranquilidad, pensó Marci. Ojalá pudiera quedarme así para siempre.  

—Vamos a ser francos Marci —dijo Otidas, haciendo que la Serotiana saliera de sus lindos pensamientos—. ¿Hemos venido los dos por la misma persona? 

—¿Quién crees que es? —preguntó Marci.  

—¿A quién has venido a buscar tú? 

—¿Lo decimos a las tres? ¿Te parece? —propuso Marci Amolie. 

—Sí. 

—Raslyl —dijeron los dos al mismo momento. 

—¿Por qué has venido a ver a Raslyl? —preguntó Otidas. 

—Para que me conteste un par de cosas —dijo Marci—, y yo quiero explicarle unas cuantas también. ¿Y.... tú? 

—Necesito recuperar algo que él tiene, a como dé lugar necesito recuperarlo —expresó Otidas. 

—¿Te parece si hacemos una tregua momentánea contra Raslyl? —dijo Marci. 

—¿Crees que no podríamos contra él si nos ataca? Tampoco te tires tan abajo Marci Amolie, está claro que yo soy mejor espadachín que tú, pero... 

—¿Qué estás diciendo? —interrumpió Marci abrieron su boca y sonriendo—, no puede ser lo que acabo de escuchar, ¿De verdad crees que puedes contra mí? 

—Claro que sí —exclamó Otidas encogiéndose de hombros. 

—Disculpa caballero del credo de los inquisidores —dijo Marci—, pero te recuerdo que la primera vez que nos enfrentamos, ¡Yo fui la que ganó! 

—Tú no ganaste, yo solamente me dí por vencido sin pelear, eso no fue una pelea. 

—Además —exclamó Marci—, he mejorado mucho. 

—¿Ah sí? —dijo Otidas girándose mirando a Marci y levantando ceja—. ¿Por qué siempre que nos encontramos chocamos espadas primero y después nos presentamos? —Marci se ruborizó al instante. 

—No tengo idea —contestó la Serotiana revolviendo sus pupilas. La espadachín Serotiana y el Caballero Kabary continuaron por el sendero. 

 

Gracias a Varitto y Enwol el credo de los inquisidores había tenido retrasos para salir la tarde del día pasado. Los dos caballeros se habían encargado de estropear los posicionadores de todas las naves, Shakelim y Oronic debían de estar seguros donde estaría Raslyl si querían recuperar el cuerpo de Becdrak, no podían simplemente movilizar a un gran grupo de caballeros por una corazonada. Los ingenieros estaban trabajando lo más rápido posible para solucionar el problema, cada segundo contaba como si fuera el último. 

—Tenemos que salir lo antes posible —dijo Varitto quién se encontraba sentado en uno de los asientos de la cafetería, estaba junto con Lani, Enwol, Ly y Mad. 

—¿Por qué tenemos que ir a ayudar a Graud? —preguntó Mad quién no estaba muy convencido de ir hacia el otro Continente. 

—Por qué Graud haría lo mismo por ti —contestó Lani. Mad soltó un suspiro. 

—Mad no seas tan orgulloso —expresó Ly—. Si Lani dice que tenemos que ir a rescatar a Graud, lo hacemos. Por favor —Mad revolvió sus pupilas. 

—Está bien. Solamente por esta vez me tragaré mi orgullo y ayudaré al hijo de lady Curuneu —contestó Mad. 

—Ly, Enwol y Mad —dijo Varitto—, busquen una de las naves. Lani y yo buscaremos a nuestros Vesuros, Calarians y Lefáprou. 

Los cinco salieron de la cafetería apurando su paso. 

—Antes de ir al Nivel Tres tenemos que ir al Nivel Dos, tenemos que hacer una llamada —expresó Varitto. 

—¿Una llamada? —preguntó Lani mirando con extrañeza. 

Los amigos llegaron hasta la habitación de Varitto y Otidas, el caballero del credo comenzó a rebuscar entre las pertenencias del Kabary. 




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