Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Capítulo 19

Tiempo: 

16:14 pm, 23 de julio de 1987. 

Lugar: 

Costa marítima, afueras del pueblo Granjas Fantasma, Condado de Hijilifi, Continente Ranmer. 
 

—¿Qué es lo que buscas Marci? —preguntó Raslyl, estaba parado frente a Marci y Otidas. Los dos estaban en interior de la casa mirando hacia la pequeña puerta en el suelo que conducía hacia el sótano de Raslyl. 

—Ya no busco nada —expresó la serotiana—, pensé que había llegado hasta aquí para decirte algo, pero ahora sé, que no puedo involucrarme más. 

—Lamento decírtelo niña —contestó Raslyl—. Pero algo me dice que ya te has involucrado de más —con una sonrisa Raslyl miró a Otidas—, ¿Y ustedes son novios o algo? La forma en que el caballero del credo te defendió daba a entender que sienten algo por el otro o simplemente es amistad, asi mismo es raro una amistad entre un caballero y un serotiano. 

—No siento nada por este mentiroso —dijo Marci. Raslyl comenzó a aplaudir y reír al mismo tiempo. 

—¿Mentiroso? —preguntó Raslyl acercándose más a Otidas—, ¿Qué pasó Graud? ¿Por qué le has mentido a Marci? 

—Es mentira, no le he mentido, no te mentí —dijo Otidas, inmediatamente su corazón comenzó a acelerarse y su sudor comenzó a hacerse presente. 

—¿Cuál es el secreto Marci? —preguntó Raslyl acerándose está vez a la joven serotiana, tan cerca que sus ojos estaban a un par de centímetros. Otidas miraba a Marci negando con su cabeza en completo silencio. 

—Por favor Marci —dijo Otidas—, por Narelam, no lo digas. 

—Cállate niño —contestó Raslyl—, ¿Qué es querida Marci? ¿Qué hablaste con mi antiguo amigo Ripper? ¿Eh? ¿Te contó sobre que le hizo a mi hija? 

—¿Su hija? —preguntó Otidas. 

—Oh, chico del credo. Veo que no sabes para que necesitaba ese cuerpo Kabary —al oír eso, Otidas apretó fuerte su quijada intentando zafarse de las cadenas—, ¿Qué pasa? ¿Te enoja que te haya quitado tu trofeo del credo niño? 

—No es por eso —interrumpió Marci—, puede que sea pariente de él. 

—¿Pariente? —preguntó Raslyl—. Eso quiere decir... —Raslyl tomó del pelo a Otidas sacando su peluca rubia, dejando al descubierto su cabello negro y mechón violeta colgando del lado derecho— no, no, no puede ser. No me digas que tú eres... —Raslyl acercó sus dedos como una pinza hacia los ojos de Otidas sacando sus lentes de contacto azules dejando al descubierto su ojo negro derecho y ojo violeta izquierdo. 

—¡Por Narelam! ¡Tenemos otro Kabary entre nosotros! —gritó Raslyl de alegría. De un segundo al otro Raslyl se puso serio—. ¿De verdad es tu pariente al que tengo debajo de la casa? 

—¡Sí, hijo de un y mil espíritus! —gritó Otidas intentando zafarse una vez más de las gruesas cadenas. Raslyl soltó un suspiro, por primera vez parecía que estaba arrepentido. 

—De verdad lo siento —dijo Raslyl—, vengan conmigo —Raslyl desató de la pared a la serotiana y al caballero, abrió la puerta y los dos saltaron al sótano. Tras un par de segundos, Raslyl cayó tras ellos y los condujo hacia el vidrio donde se encontraba Ainoha Cadmar. La joven estaba en su cama. 

En ese momento Uraiva bajó. 

—Señor Raslyl, Velicera ha llegado —dijo la Lopuba. 

—Perfecto —contestó Raslyl—, si me permiten regreso en unos momentos. 

Los dos chicos se quedaron viendo a Ainoha con suero entre cinco médicos. 

—Debe estar sufriendo mucho —dijo Otidas. 

—De eso no tengo dudas —añadió Marci soltando un suspiro. Un sexto médico ingresó con lo que parecía ser otro cuerpo bajo una especie de bolsa negra, lo abrieron con el cierre dejando al descubierto el cuerpo de Becdrak. Marci miró a Otidas. 

—Sé que como Kabary debo eliminarte —expresó Marci—, pero te pregunto de persona a persona, ¿Qué harás ahora? 

—No sé qué hacer —contestó Otidas pensativo. En ese momento Velicera ingresó al cuarto. Se paró al lado de Otidas mientras que Raslyl se paró al lado de Marci. 

—Yo también lo siento Kabary —expresó Velicera—, la vida me ha arrebatado tantas veces lo que yo quiero que no puedo permitirme que vuelva a pasar otra vez. No sé qué pasaría si perdiera a Ainoha. 

—No vas a decirnos que sabes... ¿Verdad Marci? —preguntó Raslyl con voz cansada. 

—¡Señor Raslyl! —dijo Quorer, quien había llegado hacia escasos minutos junto con Velicera—. ¡Tenemos visitas! —Raslyl bufó. 

—Parece que ya ha llegado la ayuda —expresó Raslyl, mirando a Marci y Otidas—, quédate aquí querida, iré a calmar un poco el ambiente —Raslyl besó la mano de Velicera y subió la escalera. 

—¡Ten cuidado! —contestó Velicera. 

 

Raslyl empuñó su espada de hoja negra saliendo al exterior de su casa y lo que vio no fue a un grupo de jóvenes, al menos no lograba divisar a ningún caballero. Desde una limosina salieron siete personas. A medida que se iban acercando a Raslyl, los tres Lopubos y los dos caballeros más convencidos estaba Raslyl de que no eran a quienes esperaban por fin la imagen se aclaró frente a sus ojos y a unos diez metros de ellos pudo ver al Emperador Bao Futtso, a su esposa Dilien y al comandante Sasha Gileo, junto con sus dos subcomandantes al costado (los otros dos eran guardias del Emperador) o puede ser... ¿Qué espíritus está haciendo aquí Bao? Pensó Raslyl. 

—¿Qué es lo que quieres sucia rata? —gritó Raslyl, ante esas palabras Sasha dio un par de pasos al frente poniéndose en posición de combate. 

—¿Cómo te atreves a dirigirte así a nuestro Emperador? —contestó Sasha. 

—Tranquila Sasha —dijo Bao—. Vengo a proponerte un trato. 

—No quiero nada de ti —dijo Raslyl inmediatamente. 

—Te interesará lo que tengo que decir —contestó Bao Futtso. 

—Te advierto que, si no te vas en un minuto, ésto se convertirá en una masacre —dijo Raslyl—, así que ¿Te vas por las buenas? —Raslyl levantó en alto su espada—. ¡O te vas por las malas! 

Bao Futtso suspiró. 




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