Las armaduras plateadas - Máleran 4 | libro 4

Quinta Parte: El secreto del Nivel Cinco

Capítulo 20

Tiempo: 

8:57 am, 25 de julio de 1987. 

Lugar: 

Credo de los inquisidores, Nación de Cord, Continente Apsurer. 

 

Otidas Uyadul despertó de repente.  

Levantó todo su torso y buscó con la mirada en todos lados, aquellos azulejos... Estaba en la enfermería del credo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Se preguntó en el interior de su mente. Marci, ¿Qué habrá pasado con Marci? De pronto recordó todo, se tocó los labios. ¿De verdad le di un beso? ¿O a esa parte la soñé? El muchacho se encogió de hombros, fuera como fuese se sintió muy hermoso, que lugar y momento más extraño para mi primer beso.

Por fin recordó como Raslyl había casi cortado su brazo. Intentó sentirlo, pero no pudo. Tal vez está dormido. A lo mejor me pusieron algunos calmantes que me hacen que no lo sienta, pensó Otidas. Lentamente comenzó a girar su cabeza, algo en su interior le decía que no quería fijarse, pero otra le decía que en algún momento debería hacerlo, aquel simple giró de su cuello parecía que iba en cámara lenta, ese movimiento parecía tardar años en lograrse, su corazón se comenzó a acelerar cuando el momento estuvo más cerca su respiración se agitó de repente, y su miedo se hizo latente. De su codo izquierdo para abajo no tenía más nada, solamente una venda que cubría aquella parte de debajo de su codo. Otidas soltó un suspiro y miró hacia las sábanas blancas con rostro de cansancio.  

—Ya veo —susurró con tristeza. En ese momento la puerta se abrió (ésta estaba con un vidrio que difuminaba un poco lo que se veía al otro lado) e ingresó Shakelim Feed, capitana del Primer Cuerpo del credo de los inquisidores.  

—Con que ya has despertado niño —susurró la anciana con su voz ronca. Otidas no contestó, de hecho, ni siquiera la espada mirando, sus ojos azules estaban postrados sobre las sábanas. La capitana soltó un suspiro y se sentó—. Me contaron que enfrentaste a Raslyl por el cuerpo del Kabary —dijo la capitana—, has logrado algo increíble Graud. Seguramente el capitán Oronic lo vea como la mejor proeza de un caballero de su cuerpo.  

Es una bonita espada —dijo la capitana mirando hacia un lado de la habitación. sobre una silla se encontraba la espada gris con el pájaro de perfil y una funda de cuero envolvía la hoja del arma—, tú amigo Varitto te consiguió esa funda. Es muy linda.  

—¿Con que razón le compro una funda? —preguntó Otidas apretando su quijada. Shakelim Feed sonrió levemente.  

—Pues... para que el arma esté protegida —dijo la capitana riendo.  

—¡Hablo enserio anciana! —gritó Otidas—, ¿Con que razón? Si ya no puedo pelear, ¿Con que razón? Si ya no le sirvo al credo, ¿Con que razón? Si ya no sirvo para nada.  

—¿Que ya no puedes pelear? —dijo Shakelim—. ¿Qué ya no sirves para nada? Déjame decirte que todavía te queda otro brazo niño. El credo de los inquisidores no te hará a un lado solamente porque pienses que eres inservible.  

—Y por todos los espíritus ¿Quién te crees que eres para decirme estás cosas? —gritó Otidas.  

—Resulta —dijo Shakelim riendo—, que además de ser tu capitana y la mayor líder que tiene el credo —la capitana levantó su pierna poniendola sobre la cama y sacando los seguros de su armadura dejando al descubierto su pierna de madera, Otidas abrió los ojos grandes.  

—Lo siento... no... recordaba... —dijo Otidas pero fue interrumpido por una risa de la capitana.  

—No te hagas problema niño —dijo Shakelim poniendo la mano sobre el pelo rubio de Otidas y revolviéndolo, gracias a Narelam la peluca estaba bien agarrada—, solamente pensé que sería buena idea que yo te visitara primero por obvias razones, recuerda que llegue a ser capitana con esta pierna de madera. Tomate el tiempo que necesites niño, pero no dejes el credo por esa estupidez.  

La capitana se levantó y cojeando dejó la habitación con la puerta abierta. Varitto y Lani se asomaron por la puerta corriendo hacía Otidas, los dos chicos abrazaron al caballero Kabary. 

—Por Narelam —dijo Lani—, me alegra que estes bien.  

—Pensamos que te habíamos perdido —añadió Varitto.  

—Gracias por salvarme ¿Ustedes me salvaron verdad? —contestó Otidas.  

—Todos te salvamos Otis —dijo Lani con una sonrisa—, Etry fue quién saltó a rescatarte.  

—Esperen un segundo... ¿Dijeron Etry? ¿Qué hacía Etry allí? 

—Oh esa fue idea de Varitto —dijo la chica de rizos negros corriendo al chico al frente.  

—Sí... Con respecto a eso —dijo Varitto—, tuve que usar un poco del polvillo para contactar con tú madre y pedirle ayuda. Lo sentimos ahora solamente te queda para una llamada.  

—Descuiden —dijo Otidas con una sonrisa—. Hicieron bien en pedirle a mi madre que llevara ayuda, si hubiéramos estado solo nosotros no habríamos podido. ¿Qué pasó con...? —un gruñido que provenía desde el suelo los interrumpió a los tres, era Rusi que estaba a los pies de la cama, Lani lo subió y el Calarian comenzó a lamer a Otidas en el rostro con su lengua negra—. ¿Qué haces aquí chico? —peguntó Otidas rascando la panza gris del animal.  

—Vairtto pidió permiso para que lo dejaran salir —dijo Lani—, por cierto ¿Qué ibas a preguntar? 

—¿Qué fue lo que pasó con...? —dijo Otidas, no se atrevía a terminar aquella frase.  




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