Finalmente, luego de correr como si nuestras vidas dependieran de ello, llegamos a las puertas de instituto. Avanzamos hacia el núcleo principal; ese que tiene esos innecesarios catorce pisos y sin ascensor. Insisto, todo un genio el que lo diseñó.
A duras penas llegamos a tiempo al aula.
Frente al aula, los alumnos de nuestra clase están aquí reunidos para ver los resultados señalados en la pequeña pantalla en la entrada del aula 1-A, y lo mismo sucede en las aulas circundantes. Por lo visto, no fuimos los únicos en presentar una prueba; era de esperarse ¿verdad?
Hay tensión en el ambiente. Veo rostros tristes y otros felices en todos lados, pero es evidente cuál de los dos domina el lugar.
Qué nervios.
Fary y yo caminamos hasta la pantalla, usada siempre para uso informativo; un gran frío en mi vientre en todo momento. Mi amiga no se ve para nada azorada, está muy confiada de su resultado. Qué envidia me da su seguridad en sí misma. Pronto pego el ojo en la lista.
No es difícil encontrar mi nombre, siempre soy el último; ventaja de tener un nombre que empieza con la letra “Z”. Estoy más ansioso de lo que me gustaría admitir; las manos me sudan.
Por favor…
Es imposible no quedar atónito. De los diez estudiantes de la clase 1-A que presentaron el examen, solo un puñado lo logró; tres de diez, Faryanna y yo entre ellos; ¿tan difícil estuvo? Sinceramente no me lo pareció. Bueno, ella ya ha visto su resultado, y aunque ya lo tenía previsto, igual se emociona y sonríe con triunfo.
Yo no puedo evitar sentirme como ganador de la lotería del millón. Trabajé muy duro para conseguir esto. Un logro personal.
― ¡Sí! ¡Lo logré! ―exclamé al dar un gesto de victoria― ¡Jajaja!
Fary es la primera y única en darme las felicitaciones; una pena por aquellos que no lo consiguieron. Será para la próxima.
Mi calificación pasó cumpliendo las expectativas, una suerte. Pero Faryanna terminó el examen con puntuación perfecta, y por lo visto la única en hacerlo; hay estudiantes de otras aulas que se amontonan, incrédulos, para admirar su resultado. A ella parece no gustarle mucho la atención que recibe.
Esta chica es mucho más lista que yo. Su inteligencia va a la par con su belleza.
Justo en ese momento, el presidente de la clase sale del aula. Más pronto que tarde nota la muchedumbre. Él se aproxima.
― ¡Eh, felicidades por pasar el examen de admisión!
—Darío expresa su ánimo con una sonrisa, cruzando sus brazos con galanía― Ya vi sus notas. Estoy orgulloso de vosotros.
― “¡Muchas gracias, presidente!”—Respondimos los tres estudiantes.
― En cuanto a los que no lo lograron, esfuércense y consíganlo en otra ocasión. Confío en ustedes. Los veré aquí el próximo año.
Los chicos y chicas que reprobaron consiguen consuelo en sus simples y llanas palabras. Sonríen y dan las gracias al carismático presidente. Pronto la muchedumbre se dispersa y todo vuelve a la normalidad.
Darío pasa a nuestro lado y camina, deteniéndose antes de bajar las escaleras. Él voltea a mirarnos.
― ¡Venga ya, Zeo! ―Darío se levanta sus lentes y los ubica sostenidos en su cabeza―. ¿Piensas quedarte allí todo el día? Demos un paseo por el núcleo para pasar el rato; tenemos mucho tiempo libre ahora. Tu amiga también puede venir ―comentó.
Sí, es una gran oferta. Faryanna tampoco tiene más que hacer, lo sé, por lo que cedemos ante la invitación.
Luego de bajar las escaleras hasta la planta baja, caminamos juntos para explorar el lugar. Sencillamente magnífico. Tiene más aulas de lo que se alcanza a notar desde afuera, y su estructura es muy ostentosa, amén de los adornos y detalles que posee y la decoración.
Este lugar es tan detallista… ¿Cuánto habrán tardado en construirlo?
Andamos con calma y distracción, charlado de animados temas al azar. Es un momento muy agradable. Faryanna y Darío, mis primeros amigos en esta ciudad. Valoraré mucho eso.
― Disculpe, señorita. ―Darío pide la atención de Faryanna, quién voltea a verlo, curiosa―. Debo decirle que estoy impresionado. Has pasado el examen con calificación perfecta. Es todo un logro.
La dama se apena ante el halago, con una pequeña sonrisa.
― Gracias, Presidente ―respondió humildemente―. La verdad, no creo que sea la gran cosa.
― ¿Como que no? ―refuté―. ¡Si has respondido quinientas preguntas sin ningún error! ¡Y para más, superaste el tiempo estimado! Eso es un record, ¿no lo cree usted, presidente?
― Oh, claro que sí ―expresó―. Si he de ser exacto, Faryanna es la segunda alumna que pasa el examen con calificación perfecta y con record de tiempo en los últimos veinte años.
Aguarda ¿Qué?
Curiosa información, pero solo ratifica lo inteligente que ella es.
En verdad eres una superdotada, Faryanna.
Pese a esto, la señorita no se ve tan impresionada. En realidad, su expresión es algo difícil de leer. Diría que agridulce, quizás.