Las Armas de Griáldia: El Viaje de Zeo Vol. 1

Ep II, Capítulo III: Los Guardianes

Hombre y mujer, dos personas caminan hacia nosotros. Él, de expresión crédula y confiada, avanza con pasos seguros y una ligera sonrisa inclinada. Ella, por otro lado, de rostro severo e inflexible, camina con pasos firmes y recios; uno al lado del otro, parecen dos caras de la misma moneda.

¿Serán pareja?

El hombre, que es más alto que yo por solo pocos centímetros, carga con un arco largo sujeto a su espalda junto con un carcaj lleno de flechas, y dos espadas cortas sujetas a cada lado de su cinto. Lleva puesta una armadura ligera compuesta de malla y cuero, de color celeste puro al igual que sus ojos y su pelo mediano y puntiagudo en la base con un largo flequillo que cubre su ojo derecho, y largo en la parte trasera de su cabeza sujeto con una pequeña liga, y que le cuelga hasta el centro de la espalda.

 La dama, mujer mi misma estatura, lleva un sable largo al lado izquierdo de su cinto y un escudo ancho y robusto sujetado en su espalda. Tiene puesta una armadura más pesada, compuesta por placas del mismo color rojo que poseen sus ojos y su pelo liso y mediano hasta el cuello, ondulado en las puntas.

Curioso. Sus armaduras hacen juego con sus ojos y pelo; el aire de superioridad que transmiten es muy notable. Sean quienes sean, se ve que son de respetar.

Ambos pasan a nuestro lado sin prestarnos la más mínima atención. Solo se detienen cuando están a pocos metros de la princesa.

Ante la soberana, los dos se arrodillan.

― “Si Princesa, ¿Qué desea?” —Dicen ambos al unísono.

Ethérea solo da pocos pasos para estar frente a frente a ellos.

― Ellos —Dijo— son mis más leales y dos de mis más fuertes súbditos. Rubiria —Señaló con la palma izquierda a la mujer—
Y Zafyrion —Señaló con la palma derecha al hombre— Ellos dos los acompañaran hasta el Templo de la Ascendencia. Allí los recibirá el Clérigo Archisabio. De ahora en adelante, Rubiria y Zafyrion serán su escolta personal.

¿Templo de la Ascendencia? ¿Clérigo Archisabio? ¿Escolta personal?

¿A qué va todo esto? Me están enredando más.

― ¿Escolta personal? —Pregunté— ¿Pero por qué?

― Porque las cosas en el exterior se pondrán intensas. El camino es largo, y no hay lugar seguro para ustedes fuera de estos muros, hasta llegar al templo —contestó Zafyrion sin voltear a mirarme.

― Es cierto —Intervino Rubiria, mirándome sobre su hombro— El camino hacia el templo podría ser riesgoso con las hordas aproximándose, y obviamente ustedes no pueden cuidarse solos.

Si lo dices en ese tono, parece que nos tildas de inútiles.

― Así es —opinó Titania, alzando vuelo desde el hombro de Fary— De hecho, deberíamos salir cuanto antes. Podrían darnos caza.

― Tienes toda la razón —añadió la princesa mientras se coloca enfrente nuestro— Deben de partir ahora. Titania, Rubiria, Zafyrion, confió plenamente en vuestro juicio. Saben todo lo que está en juego; sobre todo tú, Rubiria, que serás la líder. Cualquiera que se acerque a los jóvenes sin previo aviso, será eliminado. ¿He sido clara?

Devotos a la princesa, los tres acatan sus órdenes.

― No se preocupe, princesa —Zafyrion se arrodilla— De ser necesario, daré mi vida para protegerlos.

― Lo mismo digo, princesa —añade Rubiria, imitando a su compañero— Daré lo mejor de mí para tal labor. Ellos llegaran sanos y salvos al Templo de la Ascendencia, lo juro.

Denoto pensativa a la pequeña hada, como si buscase una frase que pudiese estar a la altura de las de sus compañeros; son imaginaciones mías, seguro, no creo que ese sea el caso.

¿Qué tan infantil puede llegar a ser ella?

― ¡Lo mismo que ellos, pero mejor! ―dijo Titania, señalando a Rubiria y Zafyrion, rompiendo por completo la seriedad del momento. Lo alcancé a notar, la princesa contuvo una muy delgada sonrisa tras este comentario; pero los dos soldados ni se inmutan.

Pensé que se reirían como Fary y la Princesa.

Ethérea mira con calidez a sus dos súbditos, y de la misma forma les sonríe.

― Es suficiente. Ambos, dejen sus formalidades, por favor. Saben que son como mi familia. No se dirijan a mí de esa forma, saben que me incomoda, y dejen de ser tan fríos; Graham no está aquí.

Cambiante como el viento, la seriedad de Rubiria y Zafyrion se retira, se desvanece. Ambos se muestran mucho más naturales y con soltura al momento de dirigirse a la soberana.

― Jejeh, lo sentimos, Ethérea —Contestó Rubiria, sonriente— Es solo que es la costumbre, nada más.

― Así es ―añade Zafyrion―. Recuerde que debemos mantener presencia ante las visitas. La jerarquía es importante a la hora de dar un lugar. De allí al resto, eres mi pequeña hermanita ―finalizó, guiñando un ojo.

Ethérea sonríe, aliviada por el trato tan confianzudo de sus súbditos, muy cercano para ser meros sirvientes suyos.

― No soy tu hermana menor; soy mayor que tú.

― Oh, jojoh, lo siento, enana ―comentó Zafyrion, con una sonrisa pícara inclinándose en su rostro.



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En el texto hay: magia y fantasia, vida estudiantil, aventura y accion

Editado: 14.12.2021

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