Episodio III: Tempestad y Luego Calma, Capítulo I: El Primer Amanecer

“Zeo… Zeo…”

Ah… ¿Qué…? ¿Titania? No… Esta voz… ¿Quién… quién eres?

“Zeo, debes de ir al templo”

Al templo…

“Si, Zeo… el templo… ve rápido”

Pero… ¿Qué es esta voz? No, esta voz, es la misma voz que me habló en el monorriel.

“Él se aproxima”

¿Dijiste “él”? ¿Quién es “él”?

“Los cazará. No tendrá piedad”

Pero… ¿De quién hablas? Seas quién seas, responde.

“Deben apresurarse… de lo contrario, todos morirán… Faryanna morirá… Faryanna no puede morir, ella no…”

¿Ella no?

“No pierdan más tiempo. Deben ir cuanto antes”

¡Aguarda! Pero, dime, ¿Qué puedo hacer para evitar que mis amigos mueran?

“El templo es el único lugar seguro. El único.”

El templo… ¿Qué hay en el templo?

“Hakiro. Él puede protegerlos…”

Hakiro… Pero, ¿protegernos de qué? ¡No lo entiendo!

“Estoy allí, esperándote. Debes de ir, Zeo…”

¿Esperándome, dices? ¿Quién eres?

Yo… Debes despertar, ahora”

Abro los ojos lentamente. La roca que me cubre es lo primero en entrar en mi campo visual. Recupero la conciencia con lentitud.

¿Qué fue…?

No, no hay tiempo. Sea quien sea, me advirtió de un peligro.

¡Debo darme prisa!

Siento el cuerpo débil, mareado. Sin embargo, concilio las fuerzas necesarias para levantarme.

Dejo la tienda atrás. Lo primero en notar es el cielo. Aún es de madrugada, a duras penas están saliendo los primeros rayos del sol. A juzgar por la poca luz, diría que falta poco para las seis.

El tiempo está de mi lado. Voy a toda prisa hasta las tiendas de mis compañeros. La primera es la tienda de la pareja.

Hago a un lado la cortina que cubre la entrada.

― ¡Chicos, despierten! —dije, un poco exaltado.

La primera en despertarse es Rubiria.

― ¿Ummm…? Bwaaahhh… ¿Ze-Zeo? Mmm…

Rubiria se inclina al frente, con lentitud, aún bajo los efectos del sueño, frotando su ojo derecho. Estaba recostada sobre el pecho de Zafyrion. Se ve cansada; ¿cómo no estarlo después de anoche?

 Sin embargo, me veo obligado a apartar la vista de inmediato, bastante apenado. Me ruborizo. Rubiria tiene su pecho descubierto, aunque está tan adormilada que aún no lo nota.

Afortunadamente, tiene puesta su ropa más íntima.

― ¿Qué…? ¿Zeo? —Zafyrion se pone de pie con algo de dificultad. Pobre, también está exhausto.

No me atrevo a mirar al frente. Puede que él también esté en ropa interior, o quizás sin ella.

Pasa a mi lado y palmea mi hombro.

—Falta poco para amanecer… ―continuó―. ¿Sucede algo?

Mi rostro no puede ponerse más rojo de lo que ya está.

― ¡A-a-ah! ¡Lo-lo siento!

Dejo la tienda de ellos dos y me dirijo hasta la de mi amiga, sin mirar atrás.

Zafyrion tenía razón, las de ella son más grandes.

Esa armadura no dejaba ver nada. Debe apretarle bastante el pecho.

¡Agh, ¿en qué estoy pensando?! ¡Debo apresurarme!

Llego hasta la tienda de Faryanna.

― ¡Faryanna, Faryanna! ¡Anda, levántate! ¡Despierta!

Puedo escuchar los sonidos de una manta moviéndose.

Confundida por el alboroto, ella habla desde el interior.

― ¿Qué…? ¿Zeo…? ¿Por qué me despiertas?

Ella se levanta, con pereza. Le toma varios segundos salir afuera.

―Todavía no ha amanecido ―pasa su mano por su cara―. No debimos acostarnos tan tarde anoche…

La dejo en la entrada de su tienda. Me muevo velozmente hasta la mía y levanto la mirada hacia el árbol. No puedo creer que después todo este alboroto que estoy haciendo, Titania no se ha despertado; contaba con que sí.

― ¡Titania, Titania! ¡Ven, levántate!

Ella gira en la rama, llegando hasta su borde. Por un momento pensé que caería, ya estaba preparado para atraparla en tal caso.

Ella suelta un fuerte bostezo.

― ¿Uhm? ¿Zeo…? ¿Por qué andas chillando tanto? Santa diosa.

Se toma poco tiempo, pero se todos dignan a reunirse; Rubiria y Zafyrion tardan un poco más al vestirse para salir.