Hakiro se sienta más cómodamente sobre su roca. Deja descansando sus manos sobre su regazo y mira mi rostro con un semblante serio en él.
―Antes de empezar, quisiera hacerte una pregunta ―dijo―. ¿Sabes lo que es el Omniguerrero?
Esa pregunta jamás me la había planteado nunca. Pero puedo deducir algo simple que quizá sirva como respuesta.
―Más o menos ―contesté―. Según la historia de mi madre, el Omniguerrero es un héroe que protege Xenathria de las garras de un ser llamado Darkhorn.
―Ni más ni menos ―respondió―. Pero, más allá de todo eso, ¿sabes lo que es el Omniguerrero?
Nuevamente la misma pregunta. Bien, lo admito, esta vez no sé cómo responder.
―Yo… no lo sé.
―El Omniguerrero es equilibrio ―soltó, centrado en su explicación―. Su aparición solo existe cuando la devastación inminente existe.
―Y esa devastación es Darkhorn, me imagino.
―Correcto. Cuando Darkhorn está por resurgir de las tinieblas de su encierro, nace un Omniguerrero para hacerle frente y otorgarnos una momentánea paz hasta su siguiente reaparición. Ese es el equilibrio de nuestro mundo. Ese es nuestro ciclo.
Reflexiono brevemente. Una pregunta obvia se hace presente.
― ¿Cuál es el objetivo del Omniguerrero entonces?
Hakiro se guarda momentáneamente sus palabras.
―Como cualquier héroe, el Omniguerrero acarrea con sigo varias responsabilidades y deberes sobre sus hombros. Pero hay uno que tiene prioridad. ¿Puedes dilucidar cuál es?
No tardo en conseguir la respuesta más obvia de todas.
―Eliminar a Darkhorn y ponerle fin al ciclo ―dije sagazmente.
―Hmmm… ―Hakiro acaricia su barba―. En un principio era así. Pero Darkhorn no puede morir. No importa cuántas veces lo elimines, él revive una y otra vez. Entonces, esta prioridad ha cambiado. En vez de eliminarlo, derrotarlo y sellarlo ha demostrado ser un método más efectivo y duradero. Así pues, la razón de existir del Omniguerrero es…
Hakiro hace una pausa. Me invita a completar su frase. Y tras pocos segundos, doy con ello. Sin titubear, completo su frase.
―Mantener el equilibrio.
Hakiro sonríe.
―Me alegra ver que lo has entendido perfectamente ―dijo aliviado, entrelazando sus dedos sobre su regazo―. Es algo que necesitabas saber por sobre todas las demás cosas. Ahora, daré respuestas a tus preguntas.
Hakiro aclara un poco su garganta antes de iniciar.
―Darkhorn… No, ese no es su nombre. Su verdadero nombre es Azgalord. Que no se os olvide, a los dos. Darkhorn es solo como él se hace llamar. Escuchad, Azgalord es… ―Hakiro suspira, poco satisfecho― una completa incógnita para nosotros. Su aparición se remonta desde los inicios de nuestra historia. “Nacido de la oscuridad, Azgalord surgió. Y con él, el fin de la creación. Con sus alas negras cubrió de destrucción nuestra tierra, y con sus garras funestas cegó sin piedad la vida y la existencia.” Ese es un pasaje del más antiguo de nuestros textos históricos. No lo entendemos del todo, pero por algún motivo está obsesionado con destruir Xenathria. Exactamente qué es, o quién es, es algo que nadie sabe. Y me temo que nada más puedo contarte porque nada más sé. Lo siento.
En el rostro del anciano se puede ver su propia decepción. Después de todo, su respuesta es poco alentadora. Debe ser terrible estar en una eterna lucha con alguien que, a pesar de estar plasmado en su historia, casi nada se conoce.
Demonios. Ahora no dejo de pensar en Darkhorn. Un terrible frío abate mi corazón, un escalofrío tortura mi espalda; porque en el fondo sé que mi destino y el suyo ahora pueden estar enlazados.
Esto es abrumador…
Si soy ese Omniguerrero… tarde o temprano, él y yo…
No es para menos. Mi tráquea suena con un trago de saliva. Teniendo en cuenta lo poco que sé de Azgalord, me aterra; pensar en eso solo me acobarda, me alborota un poco los nervios. Pero la mano de Faryanna cae oportunamente sobre mi hombro. Me acaricia gentilmente la espalda. Al voltear, su sonrisa me tranquiliza.
―Puedo verlo ―menciona Hakiro―. Entiendo cómo te sientes, pero debes saber que el dueño de tú destino eres tú y nadie más.
Ante sus palabras, solo me limito a asentir con la cabeza.
―Continúo. Respondiendo a tu segunda pregunta, Haztaroth es un Arma de Griáldia, una de las cinco que existen ―habló, en tono serio―. Es un obsequio de la Diosa. Pero no pienses que es un objeto material. Haztaroth es un ser vivo; pese a ser un arma, tiene vida propia. Habla, piensa, siente y tiene una personalidad como tú, como yo. Su poder, que rasguña el umbral de lo infinito, es lo único que es capaz de hacerle frente a Azgalord. Haztaroth es nuestra salvación, y el Omniguerrero nuestra esperanza.
Maravillosa respuesta, pero no me deja del todo satisfecho. Sé que hay más, lo presiento aquí, en mi corazón.
―Hakiro ―Faryanna decide intervenir, algo le ha despertado la curiosidad―. Perdona que los interrumpa, pero, ¿qué es un Arma de Griáldia? Siento curiosidad de saberlo.