Hakiro mira a los ojos de su rival, ambas miradas se cruzan.
― ¡Guardianes!
El llamado de Hakíro pone cartas en el asunto. Zafyrion, Rubiria y Titania dejan su momento ameno atrás, se miran los rostros y asienten. Zafyrion y Rubiria se ponen de pie con calma y Titania alza vuelo; Rubiria recoge su sable y escudo tirados en el suelo a poca distancia de ella. Serios y preparados para todo, se ubican tras el Archisabio.
Pero Tormag solo ve el momento para una mofa más.
― ¿Qué sucede, Hakíro? ¿Necesitas ayuda de tus compañeros para derrotarme? Sabía que no eras más que un título y renombre.
―Hasta el ser más poderoso llega a necesitar ayuda algunas veces ―respondió―. Me das lástima, Tormag. Aún no sabes lo miserable que eres, digno de pena ajena.
― ¡¿Cómo te atreves…?!
―Estirar la mano y que nadie te la estreche… qué lamentable. Pobre de ti, viejo amigo.
― ¡Calla! ―gritó Tormag, enfadado―. ¡No eres quién para decirme esas palabras! ¡De no ser por ti, ella…!
Tormag se detiene, apretando sus dientes. El silencio aparece por cortos instantes, hasta que Hakiro les pone fin.
―Ya es suficiente ―dijo―. Es hora de ponerle ¡fin a esto!
Súbitamente, Hakiro concentra una inmensa cantidad poder. Su descarga se vuelve gigantesca en tan solo fracciones de segundo, superando sin ningún esfuerzo la de su oponente. Tormag no encuentra forma hacer frente a la descarga de Hakiro. Aun cuando junta sus dos manos para concentrar más poder, no puede frenar el avance de la descarga de su rival, siendo arrastrado cada vez más y más.
― ¡Esto no puede ser! ―rebatió incrédulo, haciendo esfuerzo con pujanza, ralentizando el ataque a duras penas― ¡¿Acaso solo jugabas conmigo!?
―Tú decidiste retarme ―contestó entre el disturbio provocado por las descargas―. ¡Este es el castigo de tu insolencia!
Sin cómo huir o frenar el ataque, Tormag observa horrorizado como la descarga se aproxima más y más hasta que es devorado por ella, recibiendo todo el poder reunido en el pináculo de ambas.
La explosión es masiva y resonante, en una cúpula de poder azul y negro que nos obliga a Fary y a mí a taparnos los oídos y hacer fuerza con las piernas para no ser derribados por la onda de choque y el fuerte viento; los Guardianes y el Archisabio firmes en sus lugares.
Tras todo el revuelo causado por la explosión, puede verse a Tormag en el centro de un amplio cráter. Tendido en el suelo, parece más un muerto en vida; su armadura completamente dañada, agrietada por absorber el ataque. Pese a esto, la sangre que sale por sus oídos, boca y nariz, marcan hilos rojos en su mandíbula y cuello.
Pero está vivo aún.
Con gran esfuerzo se las arregla para ponerse de pie, temblando al intentar parase firme, mirándonos con gran ira.
Empuñando su sable y escudo con determinación, Rubiria es la primera en avanzar contra el enemigo, corriendo con su escudo al frente y sable atrás.
Tormag extiende su mano y dispara veloces proyectiles de poder oscuro contra Rubiria, quien guardia arriba las bloquea con su escudo.
Sin tapujos, Zafyrion desenfunda su arco. Rápidamente ataca con precisión y potencia sobrehumana. Una, dos, tres, las flechas aumentan en número conforme él dispara. Tormag se ve obligado desenfundar su sable y destruir las flechas con cortes exactos y ágiles, retrocediendo paso a paso para darse tiempo de reaccionar, pero en su estado no es capaz de seguir el ritmo y una flecha traspasa su defensa, impactando en su hombro izquierdo, luego otra en su pecho, abdomen y pierna derecha; no son capaces de atravesar su armadura, pero un impacto de esos es más que suficiente para dislocar un hueso, agrietando más su dañada armadura.
Fuera de balance, Tormag tarda un segundo en recuperar la postura. Es allí cuando Rubiria inicia su ataque. Sin darle tiempo al enemigo, ella arremete con furia y velocidad. Tormag consigue a duras penas bloquear y contraatacar, pero sus cortes son detenidos fácilmente por el enorme escudo de Rubiria, quien también usa su sable para bloquear y contraatacar. El veloz intercambio de cortes dura poco, siendo Tormag superado fácilmente por Rubiria, quien asesta ataques a al torso del enemigo, dejando profundas rasgaduras sobre su armadura que finalizan en largos cortes en su cuerpo. Y con un bestial embate de escudo, Rubiria arroja a Tormag varios metros lejos de ella, cayendo de espaldas y poniéndose de pie al poco tiempo.
― ¡Serás…! ¡Maldita perra! ―con sus piernas preparadas, se dispone a cargar― ¡Te voy a-!
Y antes de avanzar, el suelo bajo de él se torna rojizo y agrietado, dejándolo atónito y sin cómo reaccionar.
Hakíro alza su cetro en dirección a él.
― ¡Llamarada Infernal!
Un enorme espiral de fuego se alza de la tierra, tragándolo con sus prominentes llamas; su grito ahogado por el sonido de las flamas.
El pilar de llamas concluye, dejando a Tormag a muchos metros en el aire.
En un segundo, Zafyrion guarda su arco y lleva sus manos hasta sus espadas y se impulsa para interceptar al enemigo antes de que caiga, desenfundando a pocos metros del enemigo. Frente a él, Zafyrion arremete con un veloz vendaval de cortes; terminando su combo con un giro de campana, un grito de batalla y un doble corte vertical energizado que despide a Tormag hacia el suelo, estrellándose violentamente; Zafyrion aterriza sin problemas a unos cuantos metros lejos de él.