La espera se estaba volviendo eterna, Wei WuXian había decidido salir del lugar para poder respirar y calmarse. Le había prometido a WangJi que estaría lo suficientemente bien para el despertar de A-Yang pero, mientras se encontraba sentado en la rama de un árbol, un punzante dolor en su pecho, lo hizo soltar la energía resentida que estuvo acumulando.
Se encontraba demasiado dolido e impotente, se creía alguien completamente incapaz. No estaba haciendo nada para ayudar a su pequeño niño que se encontraba sufriendo dentro de esa cueva; provocando que las palabras de su polluelos se repitieran en su mente, haciéndole saber que era débil.
Las lágrimas bajaron por su rostro, mientras una voz en su cabeza le decía lo inútil e incompetente que era, recordandole que no era nada, solo un hombre que vivía gracias a la emergía resentida.
Los minutos pasaron como si de horas se tratasen, Wei WuXian se encontraba con los ojos cerrados cuando su esposo apareció para buscarlo.
—Wei Ying. —Llamó WangJi con suavidad, intentando no asustar al menor.
—¿Qué sucede, Lan Zhan? —preguntó el Patriarca, abriendo los ojos para mirar a sus esposo.
—A-Yang despertó —respondió el Lan.
Wei WuXian se enderezó de un salto, y observó a su marido en busca de alguna mentira, pero no fue así. Con rapidez se alejó de él y corrió hacia la cueva, ignorando el grito de WangJi.
Dentro de la cueva todo era un completo desastre. Xue Yang gritaba a diestra y siniestra, mientras que Yu Mei intentaba hacer todo lo posible para calmarlo.
—¡No era de suma importancia hacerme volver a mi edad original! —exclamó A-Yang, con rabia.
—Lo era, niño —respondió Yu Mei—. He hice lo correcto.
—No, hiciste lo que creiste debías hacer —contraatacó Lan Yang en respuesta.
—¡¿Qué esperabas que hiciera?! —gritó Yu Mei.
—¡Dejarme disfrutar de mi oportunidad, crecer como un maldito niño normal!
La rabia en Xue Yang era bastante notoria, sí, entendía que esto era algo pedido por él mismo, pero esperaba que le dieran el tiempo suficiente para expiar sus pecados. Sin embargo, sabía cómo era Yu Mei, y la razón por la que estaba haciendo esto.
Tal vez era difícil, aún así, él no era su hijo y tampoco un maldito muñeco al cual podía utilizar a su antojo. Se sentía impotente, incapaz de comprender porqué le había hecho caso con respecto a ese deseo, pero sabía que no podía estar demasiado molesto con ella, más conociendo su historia.
Pensó que lo mejor sería ignorar esto y enfocarse en las personas que lo observaban, haciéndolo sentir emociones que en su mayoría tenía miedo de averiguar.
Soltó un pequeño suspiro, y llevó una mano a su cabello buscando una manera de calmarse, sintió pasos acercándose a él pero no quería darle demasiada importancia a eso. Necesitaba concentrar, buscar en su mente las palabras adecuadas, sin embargo, un par de brazos no lo dejaron.
—Mi A-Yang —susurró Wei WuXian, apretandolo con fuerza contra su cuerpo—. No sabes lo preocupado de que estaba por ti.
Él lo observó de reojo, sintiendo una calidez en su corazón que provocó su llanto. Por más que hubiera intentado, aún no se acostumbraba al cariño que WuXian le demostraba.
Creía que no era merecedor de algo así, y que a la primera de cambio lo echarían luego de saberse la verdad; no obstante, ese no parecía ser un futuro cercano.
A lo lejos, pudo notar la mirada de Lan WangJi, quien parecía tener una batalla interna consigo mismo. Cuando sus ojos se encontraron, los ojos del Lan lo observaban con preocupación y cariño, como temiendo de que esto fuese un sueño y él aún siguiera postrado en esa cama.
No dudó en hacerle una seña para que se acercara, a lo que el segundo Jade no dudó en hacer. En menos de segundos, se vió rodeado por otro par de brazos que parecían no querer soltarlo jamás.
Sonrió dejando sus lágrimas caer, mientras se hacia más pequeño entre ambos hombres que susurraban palabras de amor.
"Quiero ir a casa, Xian-gege"
El viaje de regreso a Gusu fue agotador, Wei WuXian en ningún momento se despegó del lado de Xue Yang por temor a que este desapareciera. Lan WangJi, por otra parte, siempre se mantuvo alerta y con la mirada fija de HuaiSang quien sólo quería desaparecer de ese pesado ambiente.
Antes de salir de aquella cueva, WuXian se había alejado para hablar con Yu Mei, sin embargo, la mujer ya simplemente había desaparecido del lugar.
—¿Será diferente ahora? —La pregunta de Xue Yang desconcertó a ambos adultos, era sabido que con el regreso del menor a su normalidad, las cosas quizás podían llegar a complicarse; sin embargo, no era momento de pensar en eso. Debían mantenerse al margen hasta que llegaran a Gusu.
—Por el momento no pensemos en eso, A-Yang, no te hará bien.
Xue Yang asintió sin dejar de sentir esa preocupación.
Durante todo el camino restante, la mente del pequeño Lan lo llevaba a pensar distintos tipos de escenarios, imaginando que cada uno era peor que el otro. Pensando que se merecía todo lo que llegara a pasar una vez estuvieran en Receso de la Nube.
Suspiró con pesadez, buscando mantenerse al margen y bien.
Llegaron a Gusu más rápido de lo esperado y fueron recibidos por XiChen, quien se notaba bastante preocupado.
Jiang Cheng apareció minutos después, sintiendo la misma preocupación que su esposo, preguntándose en ese momento que pasaría una vez Xue Yang estuviera delante de Lan Qiren y los demás ancianos.
—WangJi —saludó el mayor de los Lan—. ¿Qué ha pasado?
—Demasiadas cosas, hermano —respondió WangJi—, por ahora debemos ir con el tío para que nos diga que hacer.
XiChen asintió de acuerdo a su hermano, lo observó por breves minutos y dió media vuelta para subir esas escaleras.
Wei WuXian notó a Xue Yang tentarse en su lugar, con cuidado tomó su mano y la apretó dándole ánimo, y apoyo.
Jiang Cheng se acercó a ambos y se posicionó al otro lado de Xue Yang.