DOS MESES DESPUÉS
XUE YANG
Las cosas en Gusu estaban en calma, habían pasado dos meses desde mi último ataque por corazón roto. Xian-gege había estado detrás de mi como un perro, procurando que no hiciera alguna tontería.
El día de hoy se anunciaría dos ceremonias de casamiento, la de JingYi con SiZhui, y la del líder Jin con algún cultivador corriente, aunque algo me hacía sospechar que era mucho más que eso. Había intentado preguntarle a Xian-gege o Lan-ge, pero ninguno de los dos quiso decirme más de lo necesario, y eso lo encontraba extraño.
Decidí no indagar más en el tema, por más que sintiera curiosidad de saber quién era el otro susodicho. De Xiao XingChen y la pequeña ciega no volví a saber nada, algo que me aliviaba demasiado.
Había sido bastante difícil para mí aún tener esos recuerdos con ellos, pero era momento de dejarlos atrás como algo increíblemente bonito. Ya no era la persona que fui hace muchos años, ese vil asesino que mataba por una estúpida venganza; ahora era alguien diferente, con un futuro prometedor por delante.
Tampoco supe más nada del bastardo de Song Lan, el maldito que había intentado matarme siendo un niño. Sin embargo, y a pesar de que no le guardo rencor por muy extraño que parezca, nunca bajaba la guardia cuando salía de Receso De La Nube. No podía confiarme, no era un niño, y esta vez si llegaba a pasar el mismo incidente, sería yo quien lo mataría.
HORAS MÁS TARDE
JINGSHI
Llegué al JingShi lo más rápido que pude, pensando que era una emergencia que no podía esperar. Al entrar me sorprendió ver a Xian-gege, junto con Hanguang-Jun, Zewu-Jun, el líder Jiang y su sobrino, el líder Jin.
—A-Yang, que bueno que llegaste —me dice Xian-gege, haciéndome señas para sentarme.
—Un discípulo dijo que era urgente —comenté, en voz un poco baja.
—Y lo es, cariño, pero eso te lo dirá A-Cheng.
—¿¡Quién es tu A-Cheng!? —bramó enojado el líder Jiang, antes volver a ponerse serio y dirigir su mirada a mí—. Mira, enano. Como sabrás, hoy se llevará acabo dos uniones matrimoniales, una es la de los dos Lan, y la otra es la de Jin Ling.
—Lo sé —murmuré confundido—, ¿qué tiene que ver conmigo?,
—Tú vas a casarte con Jin Ling. —Mi ojos se dirigieron al líder Jin en busca de alguna negativa, pero este solo miraba al frente, como si la maldita pared fuera lo más importante de la habitación.
Pasé una mano por mi rostro con frustración, mientras los recuerdos llegaban a mi mente como latigazos. No podía creer la suerte que estaba teniendo, más cuando se trataba de otro bastardo que había lastimado a Xian-gege, fue perdonado tan fácilmente.
Sin embargo, a parte de JingYi, Jin Ling había sido el segundo en disculparse con Xian-gege; aunque yo había desconfiado de eso.
Solté un suspiro, pensé muy bien la respuesta, y acepté. —Está bien, me casaré con él.
El líder Jiang asintió y se levantó, seguido de Jin Ling y Zewu-Jun.
—Te esperaremos en el Hanshi dentro de unas horas, no llegues tarde o te romperé las piernas.
—No lo haré.
—Bien.
El líder Jiang se despidió y los tres hombre salieron del JingShi. Apreté los puños a sobre mi regazo, cayendo en cuenta que uniría mi vida a una persona que solo me generaba aburrimiento y molestia.
Xian-gege se acercó a mí junto con Lan-ge, y ambos me abrazaron.
—Se que es duro, A-Yang, pero Jin Ling necesita esto para hacer que los malditos ancianos lo dejen en paz.
—Es algo molesto, pero entiendo que él no quieta casarse con alguien de su clan. —"Nadie querría hacerlo" pensé para mi mismo, dejando escapar otro suspiro.
Solo me quedaban horas, antes de convertirme en el esposo de alguien, por lo que haría todo lo que tendría que hacer en ese transcurso de tiempo.
Llegué al Hanshi con mi traje rojo, dentro ya se encontraba Jin Ling esperándome. Al cerrar la puerta, lo noté nervioso y molesto en partes iguales.
Me acerqué con cuidado a él para no asustarlo, pero no funcionó.
—¿¡Me quieres matar de un susto, bastardo!? —me gritó furioso, alejándose un poco de mi.
—No, pero pareces un perro enjaulado moviéndote de un lado a otro —respondí, cruzándome de brazos.
—¡No soy ningún perro! —espetó, más furioso de lo normal, como si fuese un pequeño cachorro.
—Claro que no —contesté con ironía, mientras me acercaba a una distancia prudente. Jin Ling me observó y volvió a alejarse, y yo sentí una especie de deja vu—. ¿Puedes quedarte quieto?
—¿Y dejar que me hagas algo? Claro que no, idiota.
Rodé los ojos con fastidio, sintiendo cómo el arrepentimiento empezaba a surgir.
—No voy a hacerte nada, bastardo, pero estas demasiado nervioso y eso es molesto.
—Perdón por estarlo, señor perfecto.
Respiré profundo, y conté hasta calmarme, aunque quería asesinarlo por caprichoso.
Volví a acercarme sin dejar que pudiera escaparse de mí; y en la distancia que nos encontrábamos, noté una interesante diferencia de estatura.
Jin Ling se veía bastante pequeño a comparación mía, y podía dar por hecho de que si alguien entraba, malinterpretaría la situación.
Reí cuando lo sentí removerse nervioso, como si quisiera fugarse.
—¿Qué crees que haces? —pregunté con la voz casi ronca.
—Quiero alejarme —me respondió con un susurro, mientras batallaba con su sonrojo.
—No lo harás —dije—. Estás demasiado nervioso y estoy seguro de que cometerás alguna estupidez, no quiero arriesgarme.
—Entonces aléjate.
—Eso tampoco es una opción.
—Lan Yang.
—Jin Ling.
De pronto el ambiente se tornó tenso alrededor de nosotros. Nuestras respiraciones chocaban una con la otra, y nuestras bocas tranquilamente podrían chocarse sin bajaba un poco mí cabeza.
Nos miramos por varios, y largos minutos, hasta que algo me hizo querer hacerlo calmar de otro manera. Jin Ling se removió un poco más, pero lo apreté con fuerza contra mi pecho y baje mi mirada a su boca.