Las aventuras de la chica mágica y el luchador

El guerrero que se cubre el rostro y la guerrera de la virtud

 

Ambos estábamos sentados en la cocina. Soy un anfitrión decente, así que luego de que dejamos de admirarnos mutuamente le invité un café. Ella prefirió chocolate. Obvio que como hacía un pinche calorón pues fue chocolate frío. Naomi chan movía los pies que le colgaban al estar sentada en uno de esos banquillos altos que tenemos frente a la barra de la cocina. Sostenía su taza con ambas manos. Neta, tenía ganas de sacarle una foto. La taza de porcelana decía Mátalos a todos, en letras negras y de molde. Era mi taza para cuando hacíamos café en días lluviosos o fríos.

Una de las primeras cosas que hice fue preguntarle bien cómo me encontró, ya que por Facebook o por cualquier otra red social hubiera sido imposible. Me explicó algo que hasta ahora no comprendo del todo.

—Seguí el rastro de tu poder.

—Yo no tengo poder.

—Sí lo tienes, despides una energía impresionante, por eso te encontré en esta ciudad tan grande.

—Ay wey, ni yo sabía que tengo poder mágico.

—Esto, no es poder mágico, es tu energía. Como dije, posees una energía más allá del resto de la gente. El rastro de la energía se queda un buen rato por el lugar donde alguien pasa. Luego de que me fui, decidí regresar al lugar, y me puse a seguir tu rastro, pero fue difícil ya que entre la energía del resto de las personas, sus vehículos, el ruido, etc. hacían borrosa la línea.

No entendía ni madres, pero bueno, ella dio conmigo y eso era lo que importaba.

—Dime, Naomi chan, ¿por qué huiste de las canchas en la tarde?

Ella se quedó callada unos segundos y se sonrojó ligeramente.

—Bueno, yo…

Agachó la mirada.

—Me sentí nerviosa de que alguien me viera convertida en la guerrera de la virtud —decía en voz tan bajita que era un poco complicado oírla—. No, no es fácil. Me mirabas de una forma tan rara que pensé que me veía ridícula —continuó alzando un poco la voz.

—Entiendo, ¿cuánto llevas transformándote en una chica mágica?

—Desde el viernes de la semana pasada.

Qué chingados. Bueno, si se ponía así de nerviosa era obvio que no era muy experimentada en ir vestida de esa forma saltando por los techos y partiéndose la madre contra demonios y otros espantos. La observé atentamente, en efecto noté que cuando me quedaba mirándola sin decir nada se ruborizaba. Decidí hablar para que no se sintiera incómoda.

—Bueno, ¿cómo obtuviste tus poderes? Digo, se supone que estas cosas no pasan en la vida real, sólo en los animes.

—Larga historia…

 

                                                                        2

Naomi comenzó a narrarme aquel viernes en el que su vida cambió para siempre.

—Salí de la escuela a eso de las dos de la tarde porque me quedé estudiando en la biblioteca para el examen de matemáticas. El profe que le da a mi grupo es un maldito, te reprueba si no resuelves los problemas con el método que te enseñó, lo odio.

--- ¿De casualidad no es el profe Porfirio?

—Esto, sí, ¿cómo lo sabes?

Se inclinó acercando mucho su rostro a mí y con los ojos y boca bien abiertos por la sorpresa.

—Yo estudié ahí hace mucho.

sugoi.

—Bueno, sígueme contando de cómo te convertiste en la guerrera de la virtud.

Se sonrojo, quizás no estaba acostumbrada a oír de alguien más su nombre de chica mágica.

—Caminé hasta la arboleda, ya que necesitaba despejarme, de todo. —Dijo con algo de tristeza.

—Caminar por ahí siempre me ha relajado mucho. Además, no quería regresar temprano a casa, a veces siento que no les importo a mis padres, se la viven apurados y apenas los veo. Tengo años de que mi mamá no me haga algo de comer…

Sus ojos empezaron a anegarse en lágrimas. Se limpió rápidamente los ojos con el dorso de su mano derecha.

—Perdón.

—No te preocupes, continúa.




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