Lobel: -¡Farkas! ¡Llegamos!
Annabeth: -Voy a vomitar…
Y eso que tengo el estómago vacío.
Este psicópata hizo correr a mi gólem como si fuese un tren y como resultado hemos terminado llegando a Farkas al anochecer.
Annabeth: -Alto.
Lobel: -No le pares, ya estamos cerca.
Annabeth: -Y por eso. No podemos llegar y entrar en la ciudad con este gólem. Me matarían.
Lobel: -¿Por qué?
Annabeth: -Porque soy una Bruja.
Crow está bien dormido, tendré que cargarle en mi espalda.
Lobel: -No lo entiendo. Mortal es Mortal. ¿Cuál es el problema?
Annabeth: -Las Brujas no somos bien vistas en la sociedad, nos acusan de crímenes como profanar cuerpos, maldiciones y propagar hambruna a donde sea que vayamos. Y también por hacer contratos con los Demonios.
Lobel: -Ah, pero todo eso es verdad.
Annabeth: -¡Es cierto, podemos hacer todas esas cosas, pero no lo hacemos! ¡No todas las Brujas lastiman a las personas! ¡Hay muchas Brujas buenas en el mundo! Si todas las Brujas fuésemos malas, entonces este reino, el continente o el mundo, sería gobernado por las Brujas.
Lobel: -Entiendo. Os cazan porque os tienen miedo.
Annabeth: -Visto así… sí.
Lobel: -Que interesante. Me entretienes cada vez más.
A veces quisiera golpearlo.
Annabeth: -Bájanos.
Le pido a mi gólem una vez lista para continuar caminando nuestro viaje. Una vez abajo desintegro al gólem y libero el alma. Raven dijo que liberar las almas es importante para no enojar a los Dioses.
Lobel: -Para mí, los mortales son mortales. Se matan entre ellos, se reproducen entre ellos y destruyen todo cuanto creamos. Son seres inferiores y estúpidos que no usan bien la cabeza.
Annabeth: -Raven decía lo mismo. Los humanos son unos estúpidos que solo piensan en sus deseos. Y eso los hace especiales, porque DESEAN. Un deseo les da las fuerzas para hacer lo imposible realidad. Los humanos somos seres de deseos.
Lobel: -Jajajaja, eso suena interesante. ¿Quién fue el genio que dijo eso?
Annabeth: -Mi demonio contratado.
Lobel: -Me retracto de mis palabras.
Annabeth: -Un joven maestro nunca debe retractarse de sus palabras. Es por honor.
Lobel: -Pues mi orgullo de Espíritu sobrepasa mi honor. Y me retracto. Es de sabios saber reconocer un error.
Annabeth: -Jajaja, ¿son todos los Espíritus como usted?
Lobel: -No, el resto son un grupito muy aburrido.
Annabeth: -¿De quién ha aprendido hablar el idioma humano?
Lobel: -De los cazadores, ¿de quienes más sino?
Annabeth: -Ahora entiendo.
Lobel: -¿Qué? ¿Tiene algo de malo mi forma de hablar?
Annabeth: -No, lo habla muy bien. Solo que usted es muy único al expresarse. Tiene mucha personalidad.
Lobel: -¡Por supuesto! Nuestra Diosa nos ha dotado de Libre Albedrío. Somos seres con voluntad propia.
Dotados de Libre Albedrío, eso no lo sabía. Tomaré notas de todo lo que me diga desde mañana.
Annabeth: -Podrá haber muchas Lobelias en el mundo, pero tú eres mi único Lobelia, mi joven maestro.
Se me ha quedado mirando. Creo que lo he sorprendido, pocos saben que la mayoría de los Espíritus tienen el mismo nombre y son todos usualmente flores.
Annabeth: -Y si no le incomoda, me gustaría llamarle Lobel, ¿puedo?
Lobel: -Haz lo que quieras, después de todo… Los mortales también tienen Libre Albedrío.
Creo que está contento, porque está silbando.
Annabeth: -Joven Lobel, espéreme. A diferencia de usted que puede flotar, yo me hundo en la nieve.
Lobel: -¡Eres muy lenta! Te llevaré, porque a este paso nunca llegaremos.
¡Me ha cargado! ¿Cuándo fue la última vez que fui llevada en brazos por alguien? Fue Oleg quién me cargo, creo.
Annabeth: -¡Gracias! Joven Lobel, pero no permita que nos vean.
Lobel: -No soy idiota. Ya lo sé. Nadie nos verá.
La habilidad de ocultación de un Espíritu es superior a la de los Demonios, incluso Raven tiene problemas para encontrarlos cuando estos se esconden.
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Editado: 10.09.2025