Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 16 - Annabeth

Luego de correr por media ciudad y quedarme sin aliento llegamos a una farmacia.

Lobel: -¡Rápido, entremos!

Lobel está más emocionado que yo.

Annabeth: -¡Espera! Déjame pensar primero que voy a decir…

Lobel: -Pero es tu conocida, ¿no? Solo dile que nos dé dinero.

Annabeth: -Eres un cara dura, joven maestro.

Lobel: -¿Qué es un cara dura?

Annabeth: -Que no tienes vergüenza.

Lobel: -¿Qué tiene que ver la vergüenza con la dureza de mi cara?

Annabeth: -Luego te lo explico, tienes mucho que aprender sobre las jergas humanas. Bien…

Doy un hondo respiro para armarme de valor y entrar en la farmacia, pero me detengo al ver el cartel de cerrado en la puerta.

Sassaba: -Entra, está abierto.

Oh… jejeje, como se esperaba de una Bruja, Lobel ha causado un gran revuelo con los pequeños Espíritus y eso ha debido alertarla.

Sin dudarlo más entro en la farmacia y cierro la puerta tras de mí.

La hermosa mujer de mediana edad me mira de pies a cabeza, sus ojos altivos e irritados me dicen que no soy una visita grata, posiblemente soy un riesgo y una amenaza para su vida.

No puedo creer que este frente a Sassaba, la Bruja Espiritual del norte, quién poseía los mayores conocimientos sobre los Espíritus. Durante su larga vida solo tuvo una aprendiz, pero lamentablemente Sassaba murió antes de transmitirle todo su conocimiento, y yo conocí a aquella niña. Viajamos juntas unos años y estudiamos a fondo el único manuscrito que dejó Sassaba.

Yo solo conocí a esta gran Bruja a través de relatos y una vieja fotografía, pero ahora la tengo frente a mí, apoyada en el mostrador de su tienda chasqueando la lengua.

Sassaba: -¿Y qué te trae por aquí?

Lobel: -¡Dinero!

Annabeth: -¡Qué no, Lobel!

Lobel: -¡Pero nos falta dinero!

Lobel… tú solo me avergüenzas… Esta mujer es mi ídolo y tú me avergüenzas frente a ella.

Annabeth: -¡Eres un idiota!

Lobel: -¡¿Ahora por qué?!

Annabeth: -¡Porque eres un tonto que no sabe entender mis sentimientos!

Lobel: -¡Si haces un Contrato conmigo los comprendería!

Annabeth: -¡Qué no lo haré!

Sassaba: -Basta, niños. La que no entiende nada aquí, soy yo. ¿A qué debo esta ruidosa visita?

Annabeth: -Lo siento… Soy Annabeth y este pequeño se llama Crow y quién nos acompaña es Lobel.

Sassaba: -No me gusta la caridad.

¿Caridad? Claro, nos vemos como pobres huérfanos. No es para nada la primera impresión que quería darle.

Lobel: -¡¿Caridad?! ¡Beth, vámonos de aquí! No me agrada la actitud de esta mortal. Ni su manera de mirarme.

Annabeth: -Lobel, por favor, ahora no.

Lobel: -¡Pero no es educado que nos trate así! ¡Tú viajaste desde muy lejos para verla! Además, ¡¿es esa manera de tratar a una vieja conocida?!

¡Lobel está complicando la situación!

Sassaba: -¿Te conozco?

Annabeth: -¡No! Pero yo a usted sí, por eso estoy aquí… Escuché muchas historias de usted y deseaba conocerla.

Sassaba: -¿Quién te habló de mí?

Annabeth: -¡Mi maestra Sullen!

Lo siento, maestra, por mentir usando su nombre. Aunque es verdad que mi maestra si me habló un poco de Sassaba, aunque apenas mencionaba sus logros como Bruja Espiritual, más nunca me dijo su nombre. En estos tiempos, lo más respetuoso y prudente es no dar nombres.

Sassaba: -Hubieras empezado por ahí, ¿Cómo le va a la vieja Sullen?

Annabeth: -Ella… murió. Como hace 4 meses. Quemaron todo, la casa… y a mi maestra.

Sassaba: -Entren.

Nos abre la puerta del mostrador y la seguimos a la habitación trasera.

Sassaba: -Tomen asiento.

Mi corazón está emocionado, estoy dentro de la casa de la Bruja Sassaba, nunca imaginé que llegaría a estar sentada en su comedor. Es como una casa cualquiera, pero el olor de las hierbas está impregnado en todas las paredes y muebles.

Sassaba: -Seré franca. Tu habilidad para tratar con Espíritus es intrigante, pero no estoy buscando aprendices. Lo que sí puedo hacer por ti, es recomendarte con otros. Beban mientras siga caliente.

El dulce olor invade mi nariz.




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