Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 27 - Annabeth

Erina: -Las despedidas siempre me deprimen, no tienes que ser tímida, Annabeth.

Me dice la señora Erina sentada frente a mí.

Agnes: -Sí, sí. Todos pasamos por esto varias veces en la vida.

Ambas señoras intentan animarme, mis ojos deben estar muy rojos para que se den cuenta que he llorado.

Annabeth: -Sí, ya estoy mucho mejor. Señora Agnes, ¿quiere que conduzca?

Agnes: -Estaré vieja, pero aún puedo con mis huesos. Cambiemos turnos luego del almuerzo.

Annabeth: -Como desee. Pero para lo que quiera, solo diga.

Muchas personas nos miran mientras pasamos por el mercado, más de uno saluda a la señora Agnes y le pregunta la razón de esta inesperada vista y ella responde rápida y hurañamente que se va de viaje.

Annabeth: -La señora Agnes tiene muchos conocidos.

Erina: -Esos solo son metiches. Jajaja.

La señora Erina está sentada entre cojines y cobertores. Debido a su edad, ella es la que más comodidades necesita en este largo y agotador viaje.

Agnes: -Atentas, chicas.

Lentamente nos detenemos, ya hemos llegado las puertas de la ciudad, parece que hay un puesto de control. Hasta ahora siempre he pasado las murallas de la ciudad siendo cargada en los brazos de Lobel, no sé qué tan rigurosos son con sus inspecciones, espero que no haya problemas.

Guardia: -¡¿Señora Agnes?! ¿No está usted muy vieja para conducir? Jajajaja.

Agnes: -Calla, niño maleducado.

Guardia: -No se enoje, señora. Mejor dese media vuelta y retorne a su casa. Se lo digo por su bien, la nieve está muy resbaladiza en esta estación. Usted está muy vieja para hacer un viaje largo sola.

Agnes: -¡¿Y quién dice que estoy sola?!

Annabeth: -Hola.

Asomo mi cabeza hacia el asiento del conductor para ver al guardia que nos ha detenido.

Guardia: -¡Una niña es peor que viajar sola! Vamos, niña, dile a esta vieja que es una locura que viajen solas por las montañas. Es temporada de osos, ¿quieren morir?

Agnes: -Yo te voy a matar a ti sino no nos dejas pasar. Lo que haga con mi vida, QUÉ TE IMPORTA. Si yo me quiero morir en el camino o enterrada bajo la nieve, ese es MI PROBLEMA. Tú, solo salte de mi camino.

Guardia: -Que mi conciencia no me permite hacer eso. Si se matan, será mi culpa. Anda, vieja, piensa en esa linda niña, no querrás que se muera siendo tan joven.

-¿Qué está pasando ahí?

Debido a este idiota ahora hay un tumulto de personas rodeándonos, son simples curiosos que han empezado a criticar el juicio de Agnes.

-Son solo ancianas y con niños.

-No pueden viajar así.

-La vieja Agnes ha perdido la cabeza.

-Ya sabía yo que esa anciana estaba loca.

Guardia: -Pero hay que ver lo que traen aquí. Han vaciado sus casas, ¿o qué?

Un guardia se ha metido dentro de la carreta con total descaro.

Annabeth: -¡¡OIGA!! ¡¿QUÉ SE HA CREÍDO?! ¡ESAS SON NUESTRAS PERTENENCIAS NO TIENE POR QUÉ TOCARLAS!!

Con todas mis fuerzas lo empujo fuera de la carreta, podré ser pequeña, pero he logrado hacerle perder el equilibrio y se ha caído de bruces contra el suelo. Aunque, la verdad, sospecho que Lobel me dio una pequeña ayudadita.

Annabeth: -¡¡MÁS RESPETO A TUS MAYORES!! ¡¿ES QUÉ VUESTRAS MADRES NO LES ENSEÑARON UN POCO DE MODALES?!

Guardia: -Mocosa…

Annabeth: -¡ESTÁ SEÑORA ESTÁ ENFERMA! ¡NECESITA UN MÉDICO DE VERDAD Y NO SIMPLES CHARLATANES! ¡Y SI NO SALEN AHORA DE NUESTRO CAMINO, ¡USTEDES SERÁN LOS CAUSANTES DE SU MUERTE! ¡¿LA VAN HA DEJAR MORIR Y PUDRIRSE EN ESTA AISLADA CIUDAD?!

Al fin se han callado y el ambiente hostil de hace unos segundos se está apaciguando.

Annabeth: -Señora Agnes, vámonos.

Antes de que las personas reaccionaran o que el ambiente cambiara en contra nuestra nos fuimos de Farkas.

Lo admito, eso fue muy arriesgado, pero vivir con miedo y la cabeza agachada solo te hace un blanco muy fácil de intimidar. He visto con mis propios ojos, como varias inocentes mujeres fueron llevadas ante la Inquisición solo por haber tenido miedo en una inspección. A veces, el fuego solo puede ser consumido con más fuego.

Erina: -Eso fue muy valiente, Annabeth. ¡Y muy tonto! Oh, mi corazón, ahora si me muero y será por ti, niña…

Annabeth: -Perdóneme, señora Erina. ¡¿Dónde está su medicina?!

Erina: -No, estaré bien… solo deja que me calme.

Agnes: -Aún no podemos estirar la pata, no es nuestra hora, Erina. Jajaja. Ustedes relájense, y disfrutemos este momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.