Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 30 - Annabeth

En mis sueños te veo.

Annabeth: -Raven, ven, no seas tímido. Necesitas un baño.

Raven: -¡No! ¡Odio los baños! ¡Los cuervos no se bañan!

Annabeth: -Apestas, lo necesitas. ¡Así que ven! ¡No te vas a escapar! Jajajaja.

Crow: -Crac, Crac…

Annabeth: -¿Raven?...

Abro mis ojos al despertar… pues no es Raven.

Annabeth: -Buenos días, Crow. ¿Quieres desayunar?

No, creo que no.

Annabeth: -Igual te calentaré tu leche, espera un ratito.

Luego de un ligero desayuno junto a mi niño favorito, salí un rato afuera para ver donde estamos. Hemos estado viajando hacia el sur todo este tiempo, pero no tengo ni idea donde estamos exactamente.

El reino de Inhar que conozco es muy diferente al actual, muchos pequeños pueblos han ido desapareciendo a lo largo de los años, muchos aniquilados por pobreza, renovaciones de administración, la Inquisición o la guerra. Estos años, van a ser los más duros de la época, ¿por qué tuve que regresar a un tiempo tan violento?

Debo ser paciente, en unos años todo se calmará. Las guerras dejarán el suficiente estrago para que la realeza se preocupe más por su propio territorio y se centre en su recuperación. Vendrá tiempos de cambios, la nobleza tomará más poder que la Iglesia e iniciarán nuevos avances para las ciencias.

Buenos tiempos vendrán, solo debo ser paciente y sobrevivir.

Annabeth: -Quisiera un mapa…

Lobel: -No necesitamos eso. Vamos al Sur, ¿crees que no sé orientarme?

Annabeth: -No podemos ir al sur todo el tiempo. Hay que conocer los caminos, la geografía de la zona, ¿y si vamos por un sendero sin salida? Además, hay que hacer algunos desvíos. Yo quiero ir al sureste. Compremos un mapa cuando lleguemos a un pueblo. ¿Y cómo te fue con tu padre?

Lobel: -Estará atento y preparado para el peor escenario. De él no te preocupes. Ahora que ha recuperado todo su poder las montañas están a salvo. No hay Demonio que se atreva a meterse con un Espíritu repleto del amor de Madre.

Annabeth: -¿Amor? ¿Te refieres al poder de su fe en su Diosa?

Lobel: -Yo no entiendo la fe de los Mortales. Yo solo entiendo de amor. Madre nos da fuerzas para cumplir nuestra labor. Es su amor el que nos cuida y renueva. Mi padre estaba muy consumido porque se estaba negando a recibir más energía de Madre. Porque negándonos a recibir su energía logramos aliviar un poco la fatiga de Madre, esa es nuestra manera de amarla.

Tomo notas de todo lo que dice para no olvidarlo, me he comprado una nueva libreta de notas solo para mi estudio sobre Espíritus que puedo aprender de Lobel.

Annabeth: -Vuestra Madre los renueva con energía…

Lobel: -A cada uno de nosotros. Solo cuando hemos consumido gran parte de nuestra energía, ella nos bendice con más.

Annabeth: -Y así ustedes cuidan la naturaleza y otorgan vida a la tierra.

Lobel: -La tierra, el agua, el viento, el fuego, a TODA la Creación.

Annabeth: -Son como las manos de su Diosa.

Lobel: -Sus más leales siervos e hijos.

Annabeth: -Hijos, ¡sobre eso siempre he querido saber! ¿Ella os creó? ¿Por eso se hacen llamar sus hijos?

Lobel: -Somos su obra, su DESEO. Entre todos los seres vivos de la Creación, nosotros somos los más cercanos a ella. Es un honor que da sentido a nuestras existencias.

Es completamente un fanático religioso. Bueno, eso ya lo sabía. Los Espíritus están bien locos por su Diosa Creadora. No hay Bruja Espiritual que no sepa eso.

Oh, creo que conozco este lugar. Detengo el carruaje para inspeccionar la zona y ver la maravillosa vista de montaña.

Lobel: -Lobel, ¿conoces esa montaña? Es la montaña más alta del Norte.

Lobel: -Nunca he ido tan lejos. Ese es el territorio del hermano Álamo.

Annabeth: -Álamo... Jajajaja, pues ese es el nombre de esa montaña, se llama Aspen. Nunca imaginé que se llamara así en honor a un Espíritu. Bueno, a lo que iba. Esa montaña se puede ver desde lejos por su gran tamaño. Nos ayudará mucho a guiarnos. Y si no me equivoco…

La posición de la montaña, la dirección del sol, el cauce del río que veo a la distancia y la vista montañosa que se extiende frente a nosotros.

Annabeth: -¡Allá! ¡Por allá está la ciudad de Rise! O como sea que se llame ahora. Y si no está, bueno, al menos encontraremos pueblos cerca. O eso espero. Encontremos un pueblo, compremos un mapa, y sigamos el camino más rápido a los balnearios del sureste.

Lobel: -¡Eso suena para mí!




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