Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 10 - Raven

-No sé de qué sorprenderme más, ¿si por ver a un Demonio rezar o ver a un Demonio plantar flores?

Durante estos 90 años he ido recuperando fuerzas, en cuanto pude empezar a caminar me he esforzado en mostrar mi gratitud a la Diosa de todas las maneras posibles. Y lo único que puedo hacer por ahora, es limpiar y decorar su Altar Mayor.

El Templo ha caído en ruinas, pero los restos del Altar Mayor aún se conservan lo suficiente bajo tantos escombros.

Y entre las ruinas que hicieron los hombres, yo la adoro.

-Ten, come. Tu ración.

Raven: -Gracias.

Doy una alabanza a la Señora entre cada sorbo que doy a este exquisito Néctar.

-Este mundo está cada vez más loco. Un Demonio devoto a una Diosa... bueno, es mi Señora, solo ella sería capaz de una hazaña tan loable. Jajajaja.

Su silbido le da vitalidad a este sagrado y destruido templo.

Raven: -¿Cómo te llamas? Hermano…

Somos hermanos de fe.

-Eso sonó horrible… Soy LOBELIA.

Un Espíritu, eso estaba empezando a sospechar, solo un Espíritu podría darme Néctar. Pero… él no parece un Espíritu.

Ha perdido toda su luz.

Raven: -Hermano Lobelia, gracias por compartirme tu Néctar.

Lobelia: -Lo hago por la Señora… Y dime solo Lobelia.

Es terco, orgulloso y prepotente, es un Espíritu. Los Espíritus y Demonios tenemos un ego más grande que otros, por eso nuestros caracteres chocan. A ninguno de los dos nos gusta ceder.

Raven: -Yo soy Raven.

Lobelia: -No pedí saberlo.

Raven: -Y la dama que duerme bajo el templo, es Beth.

Lobelia: -Eso ya lo sé… repites su nombre todo el tiempo hasta el cansancio. Yo ya me voy. Y… cuida bien el templo, la Inquisición hará pronto una nueva inspección.

Otra vez. Ya van 20 veces que inspeccionan las zonas aledañas de Suré hasta donde recuerdo, recién he logrado caminar fuera del subterráneo desde hace 3 años.

Lobelia: -¡JA! ¿Qué puede hacer un pedazo de carne quemada como tú? ¡Yo solo puedo proteger el templo de mi Señora! Mataré a esos humanos hasta dejarlos peor que tú.

El hermano Lobelia ha hablado como un Demonio. Sí… creo que mi suposición es correcta, ha sido corrompido con Energía Demoniaca.

Su odio hacia los Demonios es comprensible.

Solo ellos pudieron hacerle algo así.

Divina Señora, ¿cómo podemos ayudar al hermano Lobelia? ¿Yo puedo ayudarle? Sé mucho sobre Demonios y Maldiciones, quizás si me dejará estudiarle algo podría hacer… Pero no tengo la confianza de que mis fuerzas me permitan combatir su corrupción.

Divina Señora, ¿y usted? ¿Por qué no lo ha salvado? Estoy seguro que el Hermano Lobelia ha tenido que pedírselo… Tal vez, usted… ¿Está esperando algo del Hermano Lobelia?

Usted es misericordiosa y sabia, su voluntad siempre tiene una razón de ser.

Pero de igual manera, déjeme pedirle por él también.

De rodillas frente a su Altar me pongo a rezar, al principio fue algo extraño arrodillarme para agradecer o pedir… pero toda incomodidad desaparece cuando cierro mis ojos y siento sobre mí la calidez de su mirada. En algún lugar distante, usted me observa, me escucha, me sonríe, lo sé… porque a veces incluso puedo escucharla decir mi verdadero nombre con ternura.

Y solo me hace preguntarme, con pesar en mi corazón… ¿Por qué no fue usted quién nos creó?...

Si los Demonios hubiésemos sido obra suya, podríamos estar orgullosos de haber nacido por su mano.

Reniego… de los Cielos.

Este odio que cargamos todos en el Infierno… es nuestro tormento.

¿Por qué otro tuvo que crearnos?, Madre.

Este odio de mi ser, es un peso que no puedo soltar. Porque entre más empiezo a amar a la Diosa Vida, más me duele no ser su Creación. Vaya… que complicado sentimiento.

Beth… cuando despiertes te pediré a ti… que me enseñes sobre el amor.

Quiero aprender todo sobre el amor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.