Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 34 - Annabeth

Lobel: -¡Beth!

El grito de Lobel me despertó.

Con lo bien que estaba durmiendo. Estaba soñando con la vez que organicé la fiesta de cumpleaños número 200 de Liliana e invité a mis otros niños. Fue una reunión muy divertida, uno de los pocos buenos momentos que vivimos.

Annabeth: -Sí… ya me desperté.

Doy un gran bostezo.

Ran: -Lo siento, trate de detenerle, pero… no escucha.

¡Ran!

Annabeth: -Así es Lobel. Descuide…

Es lindo, pero… no puedo dejar de sentirme incomoda frente a él. Esas túnicas blancas me ponen de los nervios.

Annabeth: -Soy Anna… hola…

Ran: -Y yo Ran, pequeña Anna. No tienes que tenerme miedo.

Annabeth: -¡Lo siento! ¡No lo puedo evitar! Los clérigos… me dan… miedo.

Esas túnicas blancas con bordados sagrados han sido toda mi vida las causantes de mis peores pesadillas. Los clérigos cazan y torturan Brujas, esa es una verdad con la que he vivido por 883 años.

Lobel: -Es Ran, Beth. Él no es como ese viejo asqueroso que no dejaba de tocarte con sus sucias manos.

Annabeth: -Lobel… eso se malentiende. Y estaba paralizada del miedo en ese momento.

Ran: -Denme un momento. Ahora regreso.

En cuanto Ran sale de la habitación mi corazón se siente más tranquilo.

Lobel: -¿De verdad te da tanto miedo? Ran nunca te hará daño, a diferencia ese gordo pervertido. No sabes cuánto me aguanté para no matarlo en ese momento.

Annabeth: -Lobel… tú no lo entiendes… Esa vez también estaba aterrada, pero tenía que ser valiente por Agnes y Crow… pero ahora… No pude resistirlo.

Estoy tan aterrada que no dejo de temblar y sudar frío.

Lobel: -Yo entiendo lo que dices, pero no soy capaz de comprender los complejos sentimientos que estás sintiendo porque nunca los he sentido. Nunca he sido valiente por otros.

Oh… entiendo. Un Espíritu como tú rara vez siente miedo. Eres una de las criaturas más poderosas que existe, a lo único que podrías temer es a los Demonios, pero a ellos te les enfrentas con valor.

Ni siquiera le tienes miedo a la larga agonía de tu muerte.

Ahora, cada vez que miro a Lobel, lo único en lo que puedo pensar… es que está muriendo para dar su vida al mundo. Los Espíritus están cometiendo un “suicidio colectivo” para que sus vidas mantengan viva la Creación. Están atrapados a cumplir un rol que los obliga a desangrarse por otros. Agonizan, pero son incapaces de morir, antes de que la muerte les llegue son revitalizados nuevamente para que otra vez vuelvan a desangrarse.

Hubiese deseado nunca saberlo.

Ahora entiendo por qué Raven decía que los Espíritus tenían tantas libertades al “ganárselo”.

Lobel: -Estás pálida, Beth. Son solo Mortales, Beth. No les tengas miedo, tú eres más fuerte que ellos.

Eso también es frustrante.

Annabeth: -¡Sí! ¡Soy más fuerte! ¡Millones de veces más fuerte que ellos! ¡Y da rabia no poder hacer nada! ¡Porque rebelarme es ir contra los Dioses!

Lobel: -Ya, ya. Cálmate. Ya entendí.

Annabeth: -¡¿Entenderlo?! ¡¡Luego que te torturen por 4 días seguidos lo comprenderás!!

Crow: -¡¡Baaaahhh!!!

Annabeth: -Lo siento… Crow, lo siento…

Lo he vuelto asustar, ¿es qué nunca aprendo?

Con Crow en mis brazos doy vueltas por la habitación tratando de calmarlo y a mí también. Sin querer he soltado toda esta rabia hacia Lobel.

Eso no está bien.

Nada está bien.

Lobel: -Beth… lo siento. Intentaré ser más compresivo. Ya no te enojes.

Annabeth: -No estoy enojada contigo… Estoy enojada, aterrada y frustrada conmigo misma.

Por mis propios miedos y por mi impotencia de no poder ayudarte a ti.

Annabeth: -Perdóname, no estuvo bien gritarte. Mi cabeza es un lío… El miedo no me deja pensar y me enredo en este caos que siento.

Digo mientras limpio las lágrimas en mi cara.

Lobel: -Oh, eso sí lo entiendo. Cuando tengo dudas o problemas para pensar, le rezo al Señor y le pido que me ilumine con su sabiduría.

Me dice dulcemente al tomar mi mano como si quisiera orar ahora mismo.

Lobel es… como un niño inocente.

Me enterneces el corazón, amigo mío.

Ran: -Perdón por interrumpir su conversación.

Es el Hermano Ran y está vez viene sin su extravagante y aterradora vestimenta religiosa. Esa horrible ropa que vestía me recordaba al Sumo Sacerdote Lucian, eran parecidas porque ambas eran blancas y con muchas decoraciones de oro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.