Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 35 - Annabeth

Pensé que iba a estar más aterrada, pero tras varias horas de estar rodeada de todos estos “Hermanos” y “Hermanas” ya me estoy acostumbrando a los clérigos. Es que todos son tan amables y cordiales conmigo que olvido lo que son.

Annabeth: -Y tú me ayudas mucho, Lobel.

Lobel: -Gracias. ¿Y qué hice?

Ponerte esa sotana blanca como parte de la doctrina.

Annabeth: -Ser tú mismo. Te queda muy bien ese traje. ¿De qué es?

Lobel: -No lo sé. Pero me cae bien. A ti también te cabe muy bien ese vestido blanco.

Annabeth: -Eso creo…

Es el vestido más bonito que he usado en mis dos vidas. Es completamente blanco con decorados de plata y perlas entre sus flores tejidas.

Incluso mi pequeño Crow lleva un lindo traje blanco para bebés. Él se ve adorable sin importar lo que lleve puesto.

Lobel: -Jajaja, pareces una Santa.

Annabeth: -No sabía que conocieras a las Santas… Soy tonta, eres tan viejo que es normal que sepas de ellas.

Lobel: -Nunca he visto una. Lo he leído en tu libro. Ese que siempre llevas contigo. Mientras ustedes duermen, me gusta leer tu libro.

Annabeth: -Oh… no lo sabía. Podemos ir a la ciudad a comprar libros, ¿te parece?

Lobel: -¡Sí!

Salir un rato del Templo no estaría mal, aunque debo admitir que este hermoso jardín interior es algo digno de ser llamado Sagrado. Hay tantas flores difíciles de conseguir, que mi corazón de Bruja está emocionado. Quisiera poder arrancar algunas flores… pero no debo, enojaré a los Espíritus y a los del Templo. ¡Resiste la tentación, Annabeth!

Lobel: -Beth, ¿Por qué nunca lees tu libro? Lo llevas a todas partes, cada noche miras dentro de tu bolso para asegurarte que está ahí, cuando lo agarras lo tomas con mucho cuidado. Ese libro es importante para ti, pero nunca lo lees. Ni se lo lees a Crow, y eso que parece que a él si le gusta.

Annabeth: -Toda mi vida amé ese libro… Intenté volver a leerlo cuando volví, pero entre más lo leía me di cuenta mi vida nunca será como en los cuentos. No soy la hermosa Princesa. No soy la poderosa Santa. No soy la Heroína de la historia. No tendré nunca un amor verdadero que venga a rescatarme. Solo soy la Bruja, la Villana, el Mal encarnado, la prostituta del Diablo… Yo nunca tendré mi Final Feliz.

Lobel: -¡No es verdad!

Lobel…

Annabeth: -¡Tú eres única y asombrosa, Beth! ¡Tú mereces ser feliz! ¡Yo haré que logres la Felicidad!

Crow: -¡¡Iii!! ¡¡Beth!!

Ja… jajajajaja.

Annabeth: -Jajajaja, que afortunada soy. Ya sea antes o ahora, he sido bendecida con maravillosos amigos. Gracias, Lobel y Crow.

Soy muy afortunada por tenerlos.

Disfrutamos de un agradable baño de sol durante toda la tarde y cuando la hora de la cena llegó aún seguíamos muy animados.

Annabeth: -Así que el hombre que vimos con usted el primer día, era el Sumo Sacerdote Dagmar.

Ran: -Sí, aunque por ahora su título es de Mediador Superior. Es la persona a cargo de mantener bajo observación a Suré.

Annabeth: -Ahora entiendo como ganó su puesto. Porque no era de los favoritos para el cargo.

Digo mientras le limpio la barbilla a Crow con mi servilleta, está derramando su leche.

Lobel: -¿Y qué quería ese viejo? ¡¿Más dinero?!

Annabeth: -¿Pagan impuestos o pensiones a la Iglesia Ortodoxa?

Ran: -Ellos lo llaman… Donativo, una ayuda para contribuir a la causa de la religión. Hemos logrado mantener nuestro Templo y religión, gracias a los pagos que hacemos al Reino Inhar. Así se especuló en unas cláusulas de nuestro contrato con el Reino.

Eso no lo sabía. Increíble… ¿Qué tan cara dura son los Ortodoxos?

Es evidente que a Ran no le gusta esta situación de sostener su religión a base de dinero.

Annabeth: -Y los reyes de reino son unos ineptos que se dejan manipular por la Iglesia Ortodoxa, que asco… Perdón, mis palabras han sido bruscas.

Ran: -La libre expresión, es una de las enseñanzas de Madre. Puedes expresarte como gustes.

Annabeth: -Gracias… Así que estuvo todo el día con Dagmar, debe estar agotado.

Ran: -Exhausto. El hombre es necio y se niega en creer en Milagros.

Annabeth: -¿Cuáles Milagros?

Ran: -Ayer, mientras le hablaba de nuestra Señora, ocurrió un Milagro. Los Espíritus fueron bendecidos con su gracia y se alzaron hacia el cielo en un torrente de luz infinita. Pero él se niega en creer que fue obra de mi Señora.




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