Las Brujas también desean un final feliz

Capítulo 36 - Annabeth

Me arrepiento de haberle hecho caso a Lobel.

Hermana Rosa: -Sacra Emisaria, ¿desea más leche?

Hermano Olmo: -¿O desea este exquisito té de manzanilla? Sacra Emisaria.

Hermana Margaret: -Esta mantequilla fue preparada con nuestras mejores vacas, Sacra Emisaria.

Yo… ¡¡NO LO SOPORTO MÁS!!

Todos en el Templo se han vuelto “locos”.

Annabeth: -¡Detenga esto, por favor!

Terminé suplicando a Ran en su oficina.

Ran: -¿Detener qué? Sacra Emisaria de nuestra Señora.

Él… ¡Lo está haciendo a propósito!!!

Annabeth: -¡Ese título! No lo quiero, por favor, haga que se detengan.

Ran: -Lo lamento, eso sobrepasa mi autoridad. Anoche nos mostraste el camino hacia la verdad. El sendero hacía nuestra Señora. Es imposible que no emociones nuestros corazones. Además, has venido a través del tiempo para ayudarnos.

Pero casi los abandono… Omitamos esa parte.

Annabeth: -Coincidencia.

Ran: -No existen las coincidencias, todo tiene una razón de ser, es la Ley Absoluta del Señor.

Que necio… El mayor poder de un fanático religioso es su necedad en Dios.

Annabeth: -Bien… lo que sea. Me rindo.

Ran: -Jajaja, aceptar el destino es el camino de las Almas.

Annabeth: -¿Eh?... ¿Y qué pasa cuando una persona se rebela contra su destino?

Ran: -Eso también forma parte de su destino, jajaja.

Eso suena muy calculador.

No le veo lo divertido.

Annabeth: -Si no se puede escapar del destino… ¿entonces moriré dentro de 883 años?... ¡¿Y los demás?! ¿Sassaba también morirá dentro de 115 años? Si todos estamos atrapados por el destino, no importa lo que haga… Todos igualmente morirán cuando les toque morir…

Ran: -Si fuese así, nosotros también pereceremos junto a este templo. Pero yo no creo que sea así. Tu llegada es obra de la Diosa. Y aunque el destino este minuciosamente calculado, sé que no está escrito en piedra. El Destino puede cambiarse o tomar nuevos caminos inciertos. La Señora nos enseña a nunca rendirnos, porque nosotros fuimos dotados de Libre Albedrío para crear los cursos de nuestros destinos.

Es... una teoría sin fundamento, pero es esperanzador.

Annabeth: -Está bien. Seguiré dando lo mejor de mí. Aunque se sigue sintiendo extraño que me pongan ese título de Sacra Emisaria cuando soy una Bruja. Yo… soy una Contratista de Demonios. Ya he entregado mi alma a Raven.

Ran: -Hm… tendríamos que discutirlo más a fondo. Nuestra Señora podría romper tu trato con el Demonio o incluso podríamos-

Annabeth: -¡NO! Yo no quiero romper mi Contrato con Raven. ¡Él es mi amigo!

Lo mejor sería irme pronto de aquí, estoy segura que Raven debe estar frustrado por no poder entrar en el Templo, esto es lo él llama “Tierra Santa” y es un lugar sagrado que repele a los Demonios. Aunque Raven tenía una alta resistencia a la Magia Sagrada, en más de una vez ocasión ha recibido un ataque de los Caballeros Sagrados por mí, y logró colarse en los calabozos de la Inquisición; no tengo la seguridad de que pueda entrar en esta Sagrada Ciudad repleta de Templos.

Annabeth: -Hermano Ran, ¿Cuánto más quieres que nos quedemos aquí? No sé en que pueda ayudarte, y si no somos de más ayuda, no tenemos nada más que hacer aquí.

Ran: -Entiendo que tenían planes de ir al mar, no deseo privarte de tus deseos… Me pones en un predicamento, yo esperaba que se quedaran un tiempo en nuestro Templo, que nos enseñes la Meditación. Enséñanos a sentir a Madre, Annabeth.

Annabeth: -Pero… Ran… Eso es Magia. Brujería. Serán llamados Herejes si les enseño. Además, también depende mucho del talento y potencial de la persona, ¡Pero sobre todo es Brujería!

Ran: -Brujería o Magia. ¡Es igual! ¡Annabeth! Ante los ojos de los Dioses, lo que nosotros llamamos Magia, es solo la capacidad de sentir el poder de los Dioses. ¡LA MAGIA ES LO QUE UNE LO MORTAL CON LO DIVINO! ¡El camino para entender el sentido de nuestras existencias! ¡El camino a los Dioses! ¡A Madre!

Ah… Es mucha presión.

Annabeth: -Ni siquiera logro entenderte… No entiendo nada de lo que dices. Y suena a algo muy… transcendental… Asusta.

Ran: -Está bien, Annabeth.- arrodillado ante mí me miras. –Un paso a la vez. Te gusta aprender, ¿no es así?




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