Capítulo 39 - Annabeth

Lobel: -¡Estoy aburrido, vamos a pasear!!!

Eso dijo este “adulto llorón” y aquí estamos en medio de la plaza en un día de compras.

Annabeth: -¿Qué opinas? Crow.

Ahora que estamos aquí hay que aprovechar para comprar todo lo que queramos. Ya compré ropa, ahora estoy atrapada escogiendo accesorios y collares que puedan caer con mi vestido.

Annabeth: -Algo simple estaría bien, ¿cuál te parece mejor? Crow.

Crow: -Ete.

Oh… un broche de plata con piedras blancas.

Annabeth: -Tienes buen gusto, es una linda flor.

Crow: -Fou.

Annabeth: -Sí. Jajaja. Escoge lo que quieras para ti, te lo compraré, Crow.

Lobel: -¡Yo quiero este! ¡Y este y este!

Todos son símbolos de la Diosa. Lobel es un adicto a las compras.

Annabeth: -¿Todos son para ti o estás llevando de recuerdo para tu padre y amigos?

Lobel: -Son para mí… De todos modos, siempre me quitan mis cosas.

Un príncipe siendo robado, vaya.

Annabeth: -La realidad es diferente a los cuentos.

Y seguimos nuestro día de compras por diferentes tiendas; pasamos por el mercado para ver que frutas, hortalizas y verduras hay en estas tierras, y me maravillé con su gran variedad. ¡Hay tanto que es tan raro de conseguir en el futuro! ¡Tantas recetas están brotando en mi cabeza!

Lobel: -¡Beth, regresa en ti! ¡No te vuelvas loca!

Annabeth: -¡Una píldora energética! ¡Elixir de la fertilidad!

Luego de recobrar la compostura pude comprar la cena y algunas cositas más… ¡Píldora sanativa de 1° grado! Esta píldora puede incluso levantar a los muertos.

Annabeth: -Jajajajaja.

Lobel: -Recupera la razón, Beth. Y mira.

Annabeth: -Oh… Es una de los Templos Ortodoxos que la hermana Rosa nos estuvo hablando.

Durante nuestras clases, la hermana Rosa nos habló que en Suré no solo se venera a la Diosa Vida, cada Dios Elemental tiene su propio Templo de Oración y estos lugares son dirigidos por los clérigos Ortodoxos. Se tuvieron que construir estos Templos por orden de la Iglesia o no les darían la autorización para construir un Templo para la Diosa Vida.

Annabeth: - ¿¿Vas a entrar??

Lobel: -Sería una falta de respeto venir y no saludar.

Si lo pones así… Lobel comprende mejor que yo a los Dioses, será mejor que siga su consejo. Crow y yo, agarrados de la mano, lo seguimos.

Es… tenebroso.

No hay más que escenas violentas de Brujas y Herejes en las hogueras en todas las paredes. Este es el Templo del Dios del Fuego… el Dios más severo y atroz que existe para las Brujas.

Annabeth: -Lobel… mejor te espero aquí, sí, justo aquí. O mejor afuera…

Lobel: -No seas una cobarde.

Jalada por su mano soy llevada hasta el altar con la enorme estatua del Dios. Su fiera cara de mármol expresa tanta ira y goce que me pone la piel de gallina. Las llamas a los pies de la escultura alumbran las macabras pinturas de las paredes, mi miedo es tanto que no puedo evitar temblar. Todo lo que puedo escuchar es el latir acelerado de mi corazón en mi cabeza.

Los recuerdos de esa tarde entre las llamas se sienten en mi piel. El fuego rojo ardiendo delante de mis ojos mientras hace arder mi cuerpo en un dolor abrumador que me hizo perder la consciencia a los pocos minutos. Y el humo que me quemaba por dentro y me dejaba sin aire. Todos esos recuerdos están grabados en mi alma.

Mi muerte en esa hoguera nunca lo olvidaré.

Crow: -¡Beth!

Lobel: -¿Qué te pasa? Beth.

Dios… ¿cómo tus pies pueden arder entre las llamas y tú no sentir dolor?... Lo que viví, fue aterrador.

Y en un instante todo se oscureció.

-¡¿Qué está ocurriendo?!

Gritan muchos entre las sombras.

-¡Miren!

Una pequeña luz a lo lejos alumbra en la oscuridad y lo que rebela es… hermoso.

La pintura de una madre cargando a su niño en brazos.

El cuadro es tan pequeño que no lo había visto antes, y como está en una esquina apartada y oscura no llama tanto la atención comparada con los abrumadores frescos de las paredes y el techo.

Lobel: -El fuego que todo ser vivo lleva en su interior, es el fuego del amor. Es la llama que Madre nos compartió.

Amor… es hermoso, lo más bello que pueda existir… lo deseé tanto una vez… pero ahora sé, que el amor puede lastimar y matar… Amor… amor… ¿Por qué? ¿Por qué aún no puedo odiar a James?... ¡¿Por qué aún le quiero?!