Capítulo 69 - Annabeth

Una perturbación de energía hizo que levantara la vista hacia el cielo nocturno.

No fui la única que se percató de este aumento de energía, todos mis aprendices de Magia Lunar dejaron su Meditación para ver el cielo nocturno iluminado.

-¡Miren eso!

Varios gritos de asombro y confusión ya podían escucharse entre nosotros y desde toda la ciudad. Y es normal estar asombrado, lo que estamos viendo es… una Barrera Divina en todo su resplandor.

Annabeth: -La Diosa… ha vuelto a levantar su Barrera Divina.

Le digo a mis aprendices.

Aún recuerdo la primera vez que la Diosa levantó su Barrera Divina para impedir que el grupo de Ortodoxos guiados por Mirton entraran en la ciudadela de Suré. Y hoy, luego de 3 semanas ha vuelto a levantar su Barrera Divina más fuerte que antes.

Esto no es bueno.

¿Nos estarán atacando?

Intento percibir algo a lo lejos, pero nada.

Bader: -Maestra… la luna… ¿no está más grande?

Levanto la mirada hacia el cielo y es verdad.

Una enorme luna llena está literalmente sobre nosotros… mirándonos.

¿Mirándonos?... No sé por qué lo pensé, pero… en verdad siento eso.

La presión de su mirada es demasiado intensa.

Instintivamente mis piernas se doblaron y acabé de rodillas en el suelo. No fui la única, todos mis aprendices ya habían caído antes que yo.

¿Qué está pasando?

No es que la presión sea insoportable, pero si es algo sofocante. Esta sensación… se siente familiar.

Espíritus: -Adda.

Comenzaron a exclamar los pequeños Espíritus del jardín, y pronto esa palabra hizo eco por todos lados.

Oh, entiendo, esto es obra del Señor.

El Rey de los Dioses nos está mirando enojado desde el ojo del cielo nocturno para juzgarnos.

Hoy en la tarde… Jeremías se fue a cumplir su misión. Tenía muchas dudas sobre qué pasaría después, pero ahora veo que el Señor no piensa perder ni un día más en este asunto.

Las campanadas de la medianoche marcan el inicio de un nuevo día y el final… de la paciencia de los Dioses.

Columnas de luz plateada se alzaron hacia lo alto, por todas las direcciones; y dentro de aquellas columnas de luz había personas que estaban siendo alzadas hacia los cielos.

Es como si… el Señor los hubiese elegido para castigarlos.

Dentro de mí no pude evitar tener miedo.

Nunca debo hacer enojar… al Señor.

Los cientos de gritos de miedo de la gente fueron opacados por los ruidosos tañidos de las campanadas. Y antes que la última campanada se diera, las columnas de luz se desviaron hacia diferentes direcciones, hasta desaparecer en la distancia.

Aquellas personas… han sido expulsadas de Suré.

Pudo haberlos matado, pero eligió dejarlos ir.

Y mirando a la luna que lentamente regresa a su posición original, un “Encantamiento” nació en mí.

Annabeth: -Padre Celestial, que vela por nosotros desde los cielos; hágase tu voluntad en la tierra y en el cielo. Juzga nuestras ofensas con justicia y clemencia, porque somos todos tus hijos y siervos, y tú nuestro Señor. Protégenos de la maldad y guíanos por el buen camino, te lo pedimos, Adda…

No.

No puedo vivir sin darte un nombre digno de vos.

Los Dioses que son adorados en este mundo fueron nombrados por los humanos, porque ellos nunca revelaron sus verdaderos nombres. De ser así… quisiera darte un nombre.

Annabeth: -Tú, mi Señor, que no deseas adoración… Para mí serás… Adonai, mi Señor y Señor de todos.

-Adonai…

-Adonai.

-¡Adonai!

Y tu nombre hizo eco en las muchas bocas que hoy me acompañan. Quizás para mañana todos ya te llamen así.

<<Jejeje, es perfecto.>>

Si a la Diosa le complace, entonces a mí también.

Jajaja, escuchar su voz siempre me alegra el corazón.

Inclusive la luna resplandeciente y blanca de esta noche se ve contenta.

Annabeth: -Adonai.

Mi Señor.

Y estirando mis brazos disfruté de esta inmensa energía lunar que hoy tuvimos la bendición de recibir.

Annabeth: -No esperen más, Meditemos.

Mis jóvenes niños y niñas se volvieron a sentar para Meditar conmigo bajo esta luna plateada.