Las canciones de Celestina

Canción 9

Si hay diez mil maneras de olvidar,

de rescatarnos e intentar

contarnos siempre la verdad

por qué decir que no.

 

—¡Feliz día de la primavera! Y muy feliz día de los estudiantes —dije al micrófono y di comienzo al programa como todas las noches.

Bueno, no como todas, pues esta noche no tenía a mi compañero habitual, sino a Percy en los controles. Cuando le pregunté por la ausencia de Casiano, ella simplemente me respondió que este había ido a visitar a su abuela que vivía en Río Cuarto, una ciudad al sur de la provincia.

—¿Su abuela? Ni siquiera sabía que tenía abuelos. Aunque la mayoría de la gente los tiene... —admití torpemente.

—En realidad él es muy cercano a sus abuelos maternos. Desde que su abuelo murió hace unos meses, él va siempre que puede a ver a su abuela y su hermana —me informó Percy en tono confidencial—. Después de todo, él y su hermana crecieron con sus abuelos luego de quedar huérfanos de muy chicos.

—¿En serio? —exclamé.

—Creo que sus padres murieron en un accidente, pero no sé mucho ―respondió con un encogimiento de hombros―. Fue poco antes de que él conociera a Guido.

Claro, Guido también era de Río Cuarto. Por lo poco que sabía, Casiano y él eran amigos desde la escuela secundaria y habían venido a estudiar juntos. Pero eso era todo lo que conocía de Casiano. Guido era tan reservado como el mismo Casiano y, cada vez que le preguntaban algo sobre su mejor amigo, cambiaba de tema. Comenzaba a pensar que nadie excepto él conocía realmente a Casiano.

—Cele, llamada entrante —me avisó Percy, cortando nuestra conversación.

—¡Hola! Estás hablando con Celestina en Stereo Hearts —contesté, volviendo a ser Celestina.

Después del susto que me había pegado Alec, había comenzado a tomarle cariño a esta yo.

♥ ♥ ♥

—Ey, Cele, puedo hablar un ratito con vos —me había dicho Alec, ni bien se levantó.

Yo acostumbraba madrugar para estudiar cuando la casa estaba en calma. Así que me encontró sentada en la mesa de la cocina, rodeada de apuntes y con una taza de café a medio acabar.

«¡A la mierda!» pensé mientras lo veía sentarse en la silla de enfrente. Aún estaba despeinado y en piyama.

—¿Qué pasa? —pregunté, levantando la cabeza e intentando sonar casual.

—Lo descubrí.

—¿Qué? —exclamé sorprendida y asustada, mientras que por dentro pensaba en los peores panoramas. Él solo se rascó el mentón donde una barba amenazaba crecer.

—Sé que vos...

«¡Trágame Tierra!»

—Sos Celestina —dijo al fin, colocando los codos sobre la mesa y mirándome divertido.

«¡La puta madre!» insulté para mí.

—¿Co-cómo lo descubriste? —le pregunté. Conocía a Alec, de nada serviría negarlo y hasta yo me había dado cuenta de que él estaba sospechando sobre eso.

—¿Cómo no descubrirlo? —replicó—. ¿Crees que no conozco tu forma de hablar, tu forma de pensar? Sos mi hermanita, Cele. Te reconocería aún si fue sordo y ciego.

—Alec... —dije con un nudo en la garganta. En verdad quería morirme. Me sentía como un superhéroe al que acababan de quitarle su máscara.

—No te preocupes, Cele. No se lo voy a decir a nadie —contestó, mientas se levantaba y se dirigía a la cafetera. Me revolvió el cabello cuando pasó a mi lado y agregó―: Solo si me hacés uno de tus legendarios lemon pie.

―¿Qué clase de soborno es ese? ―pregunté, girándome para verlo.

―¿Qué puedo decir? Soy un hombre de gustos simples.

♥ ♥ ♥

Así pasó la noche, entre canciones y bromas con Percy. Pero no pude sacarme de la cabeza la idea de que realmente no conocía a Casiano Ivanov.

Lo había conocido hace tres años. Guido me lo había presentado como su mejor amigo de toda la vida, aunque luego aclaró que, en realidad, se habían conocido en secundaria. Recuerdo haber intentado charlar con él. Después de todo me había parecido un chico guapo, la encarnación de esos galanes de novelas. Pero él había sido tan grosero que lo detesté inmediatamente. Después de eso apenas si habíamos intercambiado palabras cortantes hasta que lo asignaron mi compañero para el programa.

No sabía nada sobre Casiano. Él siempre era tan frío e impenetrable. Sin embargo, aquella mirada tormentosa seguía grabada en mi mente, aquella fractura en el hielo.

♥ ♥ ♥

Una noche después de clases, poco antes de que Casiano se ausentara, estábamos todos en la casa de Guido y Percy, en una reunión de la radio. Claro que el hecho de que sea una reunión oficial no quitaba que haya pizzas y cervezas por todos lados, y música sonando de fondo. En la casa del señor y la casi señora Moretti nunca faltaba la música.

—Bien, chico, estos son nuestros nuevos patrocinadores —anunció Guido, entregándonos a cada uno una copia con los nuevos anuncios que deberíamos hacer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.