Las canciones de Celestina

Bonus Track

—Buenas noches, oyentes de Radio Underground. Lamentablemente hoy volvemos a contar con la ausencia de Celestina debido a su salud... —dijo Guido al micrófono y supe que en menos de un minuto el teléfono estaría lleno de mensajes.

Todos los oyentes estarían preocupados y le enviarían buenos deseos y frases cursis haciéndole saber que la apreciaban. Todavía me sorprendía cómo esa chica era capaz de llegar así a la gente. Esa facilidad para hacerse amiga con todo el maldito mundo y esa manera en la que podía desentrañar a las personas no era normal. Ella simplemente se metía dentro de las personas como si nada. Era peligroso estar cerca de ella.

★★★

—...desde la radio todos le enviamos ánimo para que se mejore y pueda volver pronto...

—Estoy causado demasiados problemas —murmuró Cele sentada en su cama del hospital.

La noche anterior se había desmayado por la fiebre estando en la radio. Cuando su hermano Manuel la trajo al hospital, descubrieron que estaba al borde de una neumonía y la internaron de inmediato. La tonta había estado lidiando con ello sola, como solía hacerlo con todo.

La conocía. Sabía que ella era el tipo de persona que estará siempre para los demás, pero no dejará que otros la cuiden. Quizás eso había sido lo que hizo que me interesara por ella al principio: ese deseo egoísta de ser quien siempre quien esté allí para ella, de ser alguien que ella pueda necesitar.

Toda la vida me había sentido inútil. ¿Si nadie te necesitaba para qué estáis vivo? pensaba cuando cortaba mis muñecas o cuando estuve frente a las vías del tren por segunda vez. Pero entonces la imagen Cele esperándome del otro lado del monito invadían mi mente. Hablar con una chica que no conocía en persona, tan sólo eso se había convertido en una razón para vivir un día más. Algo tan pequeño e insignificante me había salvado. No...

Ella me había salvado. Y ella no era para nada insignificante.

—No estáis causando problemas —le dije sentado en una silla a su lado.

Había llegado en cuanto terminé mi turno en mi nuevo trabajo en la compañía del amigo de mi padre, pero las visitas ya habían terminado. Por suerte su hermano me había dejado entrar en su lugar por un rato mientras él iba por algo de comida y ropa para ella.

—Piensa que es un descanso —continué, intentando animarla—. Has estado ayudando a montones de personas por varios meses. Y te conozco lo suficiente como para saber que sigues preguntándote cómo le irá a cada una de ella y si tus palabras en verdad las ayudaron o causaron más problemas.

—Mierda, odio tu telepatía —se quejó haciendo un mohín y con las mejillas rojas. En verdad Cele se sonrojaba muy fácil, convirtiéndose, con su cabello pelirrojo, en un tomate. Aun así, y sin importar que este en pijama y despeinada, ella era realmente guapa con su rostro delicado y vivaces ojos de un color entre el verde y el azul.

—No, no es cierto —sonreí, pellizcando su mejilla.

★★★

De nuevo tú te cuelas en mis huesos,

dejándome tu beso junto al corazón,

y otra vez tú abriéndome tus alas,

me sacas de las malas, rachas de dolor,

porque tú eres el ángel que quiero yo.

Cuando terminó esa maldita canción, Guido se puso a habar sobre el amor y esas cosas. Yo sólo pude aguantar la risa al oír sus torpes palabras y hasta estaba sudando del esfuerzo. Sin dudas los zapatitos de Celestina le quedaban grandes.

Aunque, pensándolo bien, Guido y Celeste eran bastante parecidos. Ambos tenían esa facilidad de acercarse a las personas, de hacerlas sentirse cómodas e indagar en los pensamientos de estas.

Pero hasta ahora había logrado resistirme a ese embrujo de Celeste. Sin embargo, no había podido lograrlo con Guido.

Cuando lo conocí, luego de habernos mudado con nuestros abuelos tras el incidente, él fue el primero en mi clase en acercárseme. Claro, nadie sabía lo que realmente había pasado, pero cientos de rumores se habían esparcidos alrededor de mi familia y todos nos tenían miedo a mi hermana y a mí. Especialmente a mí. Guido y Patricio Moretti habían aparecido en nuestras vidas cuando me encontraron moliendo a goples a unos pibes que estaban molestando a Cassy. Ellos simplemente se metieron en la pelea y me defendieron.

Después de eso, Guido no se separó de mí. Se convirtió en una molesta sombra que me seguía a todas partes y pretendía ser mi amigo. Nunca me preguntó sobre los rumores ni intentó hacerme hablar de lo que me había pasado, simplemente había estado a mi lado cuando que había que hacer trabajo en equipo, cuando me metía en una pelea o tenía que tocar la guitarra en el coro de la iglesia.

El coro... Eso me recordaba a los tiempos en que mi abuelo me obligaba a acompañarlo a su estúpido coro cristiano. Pero allí había aprendido a tocar la guitarra y había descubierto que la música podría ser mi salvación.

En cuando Guido me pidió que reproduzca una nueva canción, mi celular sonó con el timbre destinado a mi hermana.




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