Las canciones que no te dediqué

CAPÍTULO 7:

~~~~Bee♡

Hay cosas que no deberían existir después de las diez de la noche:
Los ex, los correos laborales… y los cantantes famosos borrachos en la puerta de tu dormitorio.

—¿Qué estás…? ¿Cómo…? —balbuceé—. ¡¿Cómo entraste aquí?!

—El guardia me reconoció —dijo él, encogiéndose de hombros—. Le firmé un autógrafo. Y una camiseta. Y creo que una servilleta.

Lisa dejó escapar un chillido contenido.

—¿Le firmaste una camiseta al guardia del campus?

—Era fan. No podía decepcionarlo —respondió Nick, con una sonrisa torpe. Luego me miró—. Pero a quien no quiero decepcionar es a ti, Carter.

Genial.
Nick Tyler, borracho y poético.

—Nick, vete... —puse los ojos en blanco.

—Noooo, ¡espera! —hablaba arrastrando las palabras— ¿Podemos hablar por cinco minutos?

Negué con la cabeza.

—No es el momento —murmuré, cruzándome de brazos.

Y de repente... Nick tragó saliva, su sonrisa se borró de su rostro y dio un paso hacia atrás, metiendo sus manos en sus bolsillos.

—Sí, claro... —suspiró— ¿En qué estaba pensando?

No quería admitirlo, pero ver esa expresión de perrito mojado en su rostro me conmovió.

—¿Tienes alguien a quien llamar para que venga a recogerte? —hablé con suavidad— Estás demasiado borracho como para irte solo...

—Sí, sí... Scott probablemente siga en el restaurante... —forzó una sonrisa— No te preocupes por mi, cariño... Me las arreglaré, como siempre.

Hice una mueca, eso no me parecía una buena idea...

—Deja que te acompañe a la salida —di un paso hacia él—. Por favor.

—Está bien —se rascó la nuca—. Tu guíame, porque yo no recuerdo cómo vine...

Me reí ligeramente y asentí, tomando mi famosa chaqueta de jean. Le dediqué una rápida mirada a Lisa, que seguía en silencio, en completo shock. Y me encaminé al pasillo.

—Vámonos, apóyate en mi si lo necesitas.

—No, no estoy tan borra... —se tambaleó y tuve que sostenerlo del torso— Bueno, sí.

Bufé, y caminé a su lado hacia la salida. Hacía mucho frío, y comenzaba a lloviznar.

—¿Por qué haces esto, Nick? —lo miré, al cabo de un momento.

—Honestamente... no lo sé —suspiró—. Supongo que sólo quería verte una vez más...

Parpadeé varias veces, sorprendida por su respuesta. Pero no dije nada más hasta que llegamos al gran portón.

—Te pediré un Uber —saqué mi teléfono de mi bolsillo, en busca de un auto disponible.

—Bee...

Levanté la cabeza.

—¿Qué?

—Es que... es que yo... —hizo una pausa, para despues soltar una risa amarga y pasarse la mano por el cabello— ¿Realmente vas a hacer que lo diga?

—¿Decir qué? —fruncí el ceño— Nick, no te entiendo... En la heladería eras uno, en el restaurante con Cherry otro. Me confundes...

Nick soltó una respiración profunda, y por primera vez en toda la noche... me miró a los ojos con sinceridad.

—Entiendo que estés confundida, ni siquiera yo me conozco a mi mismo del todo, pero hay algo de lo que estoy seguro... —dio un paso hacia mí, más cerca de lo que mi corazón aprobaba— Y es que, cuando te veo, es como si todo a mi alrededor dejara de importar. Me comporto como un idiota porque... cuando apareces, de la forma que sea, de repente solo existes tu.

Me quedé mirándolo, sin saber si quería abofetearlo o abrazarlo. Nunca me habían dicho algo tan bonito y tan complicado al mismo tiempo.

—Pues bueno... —me aclaré la garganta, intentando recomponer la compostura— esa "sensación" no evitó que coquetearas con Cherry.

—Sí, pero tu también estabas con un tipo cualquiera en el restaurante, así que... —rodó los ojos, cruzándose de brazos— Mira, no me enorgullece aquel momento con Cherry, pero los dos sabemos bien que esto no se trata ni de ella, ni de ese muchacho, ¿no crees?

—No... —murmuré — Esto se trata de... no tengo idea.

—Quizás no deberíamos pensarlo demasiado —bajó la voz, acercándose un poco más, lo suficiente como para que mis mejillas comenzaran a sonrojarse—. Quizás deberíamos solo... sentir.

Tragué saliva. Todo era demasiado. La noche, el frío, sus palabras.

Y entonces se inclinó hacia mi, bajando la cabeza, cerrando los ojos. Algo que hice yo también, casi como por instinto. Pero en el último segundo, coloqué mis dedos sobre sus labios con delicadeza.

—Tal vez no tenga idea de lo que sucede entre nosotros, pero hay una cosa que sé con seguridad —susurré—. Y eso es que, si alguna vez sucederá algo entre nosotros... no será en la salida del campus, en una noche fría, y contigo borracho.

Él asintió despacio, bajando la mirada.
Por primera vez, parecía… pequeño. Vulnerable.

—Sí, tienes razón —murmuró contra las yemas de mis dedos, tomó mi muñeca con suavidad y bajó mi mano—. Pero... existirán otros momentos, ¿verdad? ¿Otras noches?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.