~~~~Nick🎸
Hay una diferencia entre estar solo y sentirse solo.
Y en los últimos dos meses, he estado excelente en ambas disciplinas.
Bee me pidió que no me acercara más a ella.
Y, bueno… cumplí.
(Sí, al parecer, la obediencia tardía también puede doler).
Adelanté la gira, llené mis días de entrevistas, ensayos y vuelos que olían a café recalentado y ansiedad. Pero no importa cuánto ruido pongas alrededor… cuando alguien te falta, el silencio siempre gana.
Scott dice que tengo “cara de poema triste”.
Cherry lo llama “modo emo deluxe”.
Yo prefiero pensar que estoy atravesando mi fase artística intensa.
Suena menos patético.
Estábamos en el estudio de televisión de Star Sessions, uno de esos programas donde te sonríen tanto que sospechas que los dientes son de utilería.
Las luces eran tan brillantes que sentía que me estaban interrogando por un crimen que no cometí.
Scott afinaba el bajo, Cherry revisaba la batería, Patrick estaba peleando con un cable, y yo… estaba intentando recordar cómo se sentía no pensar en ella.
El presentador, un tipo con traje azul eléctrico y ego del tamaño del estadio de Wembley, se acercó con su sonrisa de “te voy a incomodar al aire”.
—Nick Tyler, líder de Midnight Noise, ¡bienvenido otra vez! —dijo, apretándome la mano como si quisiera comprobar si yo era real.
—Gracias, Gary —respondí, fingiendo que me importaba.
—Bueno, Nick… vamos directo a lo que todo el mundo quiere saber: ¿sigues soltero?
Y ahí estaba.
La pregunta del millón.
La que llevaba esquivando desde hacía semanas.
—Sí —murmuré, con una sonrisa que no llegó a mis ojos—. Y no estoy buscando compromisos.
(Traducción emocional: “Sí, y estoy completamente jodido, gracias por preguntar”).
Gary asintió, encantado de oler drama.
—¿Y te has enamorado alguna vez? Porque tus canciones… bueno, parecen tener dedicatoria.
Y ahí me dio en la mandíbula.
No literalmente, aunque no habría dolido menos.
Tragué saliva. Pensé en Bee. En su risa torpe, en cómo decía mi nombre cuando se enojaba.
Y después de un segundo que duró toda una vida, digo:
—Sí, me he enamorado. Pero… mis canciones no son para nadie en específico.
Mentira.
Cada acorde, cada palabra, cada noche sin dormir... era para Bee.
Pero no podía decirlo en vivo. No podría decirlo nunca.
Gary sonrió satisfecho, como si acabara de exprimirme una confesión.
—Bueno, bueno, rompecorazones y poeta. Vamos con unas preguntas rápidas.
Lo siguiente fue una sucesión de respuestas automáticas: cuál era nuestro snack favorito en gira, quién se dormía primero en los viajes, ese tipo de cosas que suenan entretenidas pero no significan nada.
Hasta que llegó el momento de tocar.
Subimos al escenario entre aplausos.
Las luces bajaron, el público gritó y por un instante pensé que, tal vez, podría olvidar.
Cherry contó “uno, dos, tres, cuatro”, y arrancamos.
Las primeras cuatro canciones salieron perfectas: energía, ritmo, sonrisas.
Todo parecía bajo control.
Hasta que alguien del equipo decidió que cerráramos con un cover.
Amnesia, de 5 Seconds of Summer.
Comencé a tocar la guitarra, y todo iba bien… hasta que llegué a esa parte.
"I remember the day you told me you were leaving
I remember the make-up running down your face
And the dreams you left behind, you didn't need them
Like every single wish we ever made..."
Y entonces se me cerró el pecho.
Cerré los ojos.
Y la vi.
A Bee. En el muelle.
Con esa mirada que dolía más que cualquier palabra.
"Recuerdo el día que me dijiste que te ibas... Recuerdo el maquillaje cayendo por tu cara... Y los sueños que dejaste, tu no los necesitabas... Como cada deseo que siempre hicimos..."
Intenté seguir cantando, pero la voz se me quebró. El micrófono se volvió un peso inútil. El público seguía sonriendo y grabándonos, sin darse cuenta.
Pero Scott sí lo notó. Cherry también.
Dejé la guitarra.
Y me bajé del escenario.
Sin mirar atrás.
El camerino olía a desinfectante y a frustración.
Cerré la puerta, me dejé caer en el sillón y me cubrí el rostro con las manos.
—Bien hecho, Tyler —murmuré—. El rockstar que no soportó una canción.
—¿Nick? —la voz de Scott sonó del otro lado de la puerta.
—No quiero hablar.