~~~~Nick🎸
Había descubierto algo sorprendente sobre estar enamorado:
No era como una luz que se encendía.
Era más como un interruptor defectuoso, que parpadeaba, chisporroteaba, y finalmente se quedaba encendido para siempre.
Y yo estaba así.
Chisporroteando cada vez que Bee respiraba cerca de mí.
Los últimos días habían sido un caos adorable.
Bee en época de exámenes. Yo a punto de lanzar el disco. Los dos intentando vernos en huecos minúsculos de tiempo, como si estuviéramos jugando al Tetris emocional.
Aun así, cada minuto con ella era perfecto.
Le había dado una copia de mis llaves.
Sí, lo sé.
Yo, Nick Tyler, que no compartía ni la púa de mi guitarra. Clavado en modo amo a esta mujer, pero voy a fingir que soy cool.
Esa noche llegué después de diez horas ensayando. Tenía olor a estudio, cansancio en los hombros y un hueco enorme en el pecho por no haberla visto en todo el día.
Abrí la puerta de mi apartamento.
Ahí estaba.
Dormida en el sofá. Con la sudadera de Midnight Noise puesta.
Y Ragnar, mi pitbull blue, tendido boca arriba, con la panza al aire, roncando como un jabalí feliz.
—Qué traidor eres —le susurré al perro.
Me acerqué a Bee. Tenía el cuaderno sobre la pierna, el resaltador todavía en la mano, la mejilla apoyada en mi almohada del sillón.
Era ofensivamente tierna.
Le acaricié la mejilla con el dedo.
Ella frunció la nariz, como si una brisa la hubiera molestado, y abrió los ojos lentamente.
—Lo siento... —susurré— No quise despertarte...
—Nick… —murmuró, con un puchero— Quería estudiar… pero me dormí…
Maldita sea...
Ese puchero.
Ese maldito puchero.
—Está bien, pequeña tragedia académica —reí—. Vamos, ven aquí.
La cargué en brazos mientras ella escondía su cara contra mi cuello.
¿Cómo se suponía que uno debía sobrevivir a esto sin derretirse? Era imposible.
La llevé a la cama y me acosté a su lado. Ella suspiró, rodando hasta quedar apoyada en mi pecho. Y así, sin darnos cuenta, nos dormimos.
A la mañana siguiente, desperté solo.
Lo primero que sentí fue alarma injustificada. Lo segundo, el olor del papel.
Había una nota sobre la almohada.
"Tuve que salir temprano, tengo un examen, deséame suerte. Gracias por dejar que estudiara aquí, que tengas un buen día." -Bee ❤️
Me quedé un minuto mirando su letra, el dibujito de un corazón torcido y la forma en que había escrito mi nombre con esa calidez involuntaria que siempre tenía.
Y sentí algo en el pecho.
Algo grande.
Aterrador.
Hermoso.
Genial.
Otra vez enamorado como un idiota.
Golpearon la puerta.
Scott.
Entró sin saludar siquiera, porque aparentemente tocar era suficiente.
—Bueno bueno bueno —dijo, con una bolsa de café en sus manos—. Al parecer alguien tuvo una noche más que agradable.
—No empieces —le advertí, aunque me costaba ocultar mi sonrisa estúpida.
—No puedo evitarlo. —Se dejó caer en mi sillón—. Tienes la cara de un hombre que ha visto el paraíso y lo ha abrazado fuerte.
—Cállate.
—Ni siquiera puedes enojarte. —Señaló mi cara—. Mira esa sonrisa. Lo tuyo es grave, Tyler. Gravísimo.
Me encogí de hombros.
—Lo sé.
—Quiero detalles —levantó ambas cejas.
—Ni lo sueñes —entrecerré los ojos.
—No, no es justo —se cruzó de brazos— ¿Quién te dio el empujón que necesitabas para reconquistarla? Sí, ¡yo! Me merezco que me cuentes TODO.
Rodé los ojos.
—Bien... —suspiré, sentándome— No sé exactamente qué contarte, sólo puedo decirte que... es maravilloso, ¿sabes? Lo que sucede entre nosotros es completamente maravilloso.
—Awww, ¡eres adorable! —me despeinó el cabello, yo me aparté, lanzándole una almohada.
—Tengo una última pregunta —Scott me miró con seriedad.
—Dispara —resoplé, ya sabía que no tenía escapatoria.
—Lo tuyo con Bee... —comenzó a decir— ¿Es como siempre lo soñaste?
Lo pensé dos segundos.
—No —respondí—. Es mejor.
Scott sonrió como un hermano orgulloso y me dio un golpe en el hombro.
—Entonces vamos a grabar antes de que te derritas en el piso.