~~~~Bee♡
Las últimas semanas con Nick habían sido... perfectas. Completamente perfectas.
Tan perfectas que me daban un poquito de miedo, como si el universo estuviera preparando una gran broma cósmica.
Sabíamos que su viaje a Italia estaba cada vez más cerca, así que nos dedicamos a exprimir cada minuto. Cada helado. Cada caminata nocturna. Cada momento tonto.
Como si pudiéramos acumular horas juntos para los meses que se venían.
Spoiler: no se puede.
Pero igual lo intentamos.
Esa noche, yo estaba intentando estudiar para mi examen de Historia de los Medios, algo que normalmente me apasionaba… excepto cuando tenía a un rockstar recostado en el sofá mirándome como si fuera una obra de arte moderna.
—Nick —murmuré, sin levantar la vista del cuaderno—. Es extremadamente aburrido verme estudiar.
—No —respondió él, con voz tranquila y descaradamente enamorada—. Es mi actividad favorita de hoy.
Le lancé una mirada. Él sostenía su guitarra, pero no estaba tocando; solo… me observaba, como si quisiera memorizarme.
—Nick, ya… deja de verme —reí, incómoda.
—No puedo —respondió, tan natural que me derretí un poquito—. Me voy a pasar meses sin ti. Necesito grabarme esto en el cerebro. Cada pestaña, cada lunar, cada gesto...
Mi corazón se derritió más rápido que un helado en pleno agosto.
—Eres imposible —dije.
Él dejó la guitarra a un lado, se acercó y empezó a besarme la frente. Luego las mejillas. Luego la nariz.
—Nick… —intenté decir, entre risas—. Me distraes. Necesito estudiar.
—Necesitas besarme —corrigió, plantándome otro beso.
—¡Necesito aprobar! —protesté débilmente.
—Puedes aprobar y besarme —dijo, como si fuera una obviedad universal—. Además, me voy en unas horas.
Intenté quejarme, pero sus labios ahogaron todas mis protestas, terminé dejándome caer hacia atrás, con él encima.
Y, sí, terminamos besándonos hasta olvidar la existencia del examen, de Italia, de la carrera universitaria, del mundo entero.
Me desperté con un brazo pesado sobre mi cintura.
Tardé tres segundos en procesar que estaba recostada… literalmente encima de Nick, ambos tirados en el sofá como dos gatos mal acomodados.
—Mmm… —gruñó él cuando intenté moverme—. Cinco minutos más.
—Nick… tenemos que ir al aeropuerto —susurré, acariciándole el cabello.
—No quiero.
—Lo sé.
Se cubrió la cara con un brazo.
—¿Y si no voy?
—Nick.
—¿Y si nos escapamos a… no sé… Canadá? Nadie nos buscaría allí.
—Te van a buscar...
—Bueno, Italia es lindo también… supongo —refunfuñó.
Reí y lo obligué a levantarse. Se vistió mientras protestaba como un niño al que obligan a ir a la escuela.
Scott nos pasó a recoger, Nick subió con los brazos cruzados y expresión de gato mojado.
Scott solo dijo: “Oh wow. Está en modo dramático extremo.” Yo asentí.
El viaje al aeropuerto fue silencioso, no incómodo. Solo lleno de silencios que indicaban que nos íbamos a extrañar demasiado.
Cuando llegamos a la fila previa a seguridad, Nick se detuvo, se giró hacia mí.
Y de repente sacó algo de su mochila.
Un cuaderno viejo.
Muy viejo.
Usado.
Con bordes doblados y algunas pegatinas medio arrancadas.
—Este es mi cuaderno de canciones de la preparatoria —dijo, entregándomelo con cuidado—. Lo llevaba a todas partes. Era… mi lugar seguro. Quiero que lo tengas tu.
Lo abrí.
Estaba lleno de letras.
Frases tachadas.
Dibujos.
Corazones minúsculos.
Ideas sueltas.
Armaduras de acordes.
Mi nombre en varias páginas.
—Son todas las canciones que te escribí —dijo él, mirando al piso como si confesara un crimen—. Todas las que no te canté. Todas las que nunca escuchaste. Y… quería que fueran tuyas. Siempre fueron tuyas.
Mi corazón explotó en mil pedazos, todos con forma de Nick.
—Nick… es el regalo más hermoso que me dieron en la vida.
Sonrío, y acarició mi mejilla. Levantó la cabeza. Sus ojos estaban vidriosos.
Los míos también.
—Estas son... Las canciones que no te dediqué.
Parpadeé varias veces, una lágrima cayó por mi mejilla y sostuve el cuaderno como el regalo preciado que era.
—Te amo, Bee —susurró, acercándose—. Te amo tanto que duele.
—Yo también te amo —respondí—. Muchísimo.
Nos besamos, un beso que lo compactaba todo... Promesa, despedida y esperanza en uno solo.