Por Asher James
El inicio de todo.
Ni con la cantidad de nervios en mi cuerpo fui capaz de analizar y grabar aquel momento por completo. Que empezó con las personas abajo del escenario poco sincronizadas, que podían llegar a ser agobiantes, el ruido de la multitud impaciente, ansiosa, en la espera de algo.
De alguien.
Gotas saladas de sudor corrían por mi rostro, mechones de cabello humados que se pegaban. Todas y cada una de las personas de esa multitud estaban depositando una llama de ilusión en mí. Presionaban cada célula de mi cuerpo sin darse cuenta.
Mis piernas temblaban, mis manos sosteniendo las cuerdas de la guitarra se negaban a moverse, lo único en lo que podía pensar en ese preciso momento era el hecho de que al menos no estaba en mi ciudad, no podría si quiera haber subido a ese escenario si estuviera en Insane.
Aquí podría cagarla, esperemos que no pase. Pero podría recuperarme de esa decepción.
Abrí la boca, pero solo maldije a mi hermano mayor por esta estúpida idea.
No es tan difícil—. Me dije, tratando de tomar el valor suficiente.
Solo tienes que cantar como lo haces en tu habitación, igual que cuando cierras los ojos y solo te concentras en la música. Donde existes tú, y no hay necesidad de que nada más.
Si lo haces tan bien como lo haría mamá lograras conseguir el contrato con la radio, y no volverás a salir a un escenario nunca. No seas cobarde, no te asustes, no dudes.
Ellos no saben quién eres, y no lo van a saber nunca.
¡Vamos Asher! Me animé a mí mismo y recordé lo que dijo mi padre "Eres capaz de muchas cosas, incluso más de las que crees". Mi papa siempre me hizo sentir que la vida tenia cosas mágicas, como los atardeceres, los sueños, la música, e incluso muchas personas.
Solté un suspiro y tomé el micrófono, asegurándome que todos me escucharan con un par de golpes.
—¿QUIEREN ESCUCHAR ALGO DE MÚSICA?
Creo que después de todo, sigo siendo mitad agonía, mitad esperanza.
Sin que lo pidiera, varias personas subieron al escenario y llenaron los lugares con instrumentos vacíos, al menos puedo decir que todos en la ciudad de Ephemeral son bastante amables. Considerare volver... a quien le miento, no lo haré.
Mis nervios se disolvieron un poco cuando les explique el ritmo de mi música.
Las miradas sobre mí, hacían latir tan fuerte mi corazón que cualquier buen motivo para estar aquí, no dudaría en quedarse callado. Pero no había viajado por tantas horas como para arruinar esta oportunidad. No tenía a mi hermano entre el público como para echar a perder todo.
Además, por el lado no tan jodido, que los nervios invadieran mis pensamientos impedían que muchos otros sentimientos me dominarán.
No había convencido a mi padre de darme una oportunidad como para fallar ahora. No cuando estoy tan cerca de lograrlo.
Junto con un último suspiro, me deshice de todos los nervios, y por primera vez, yo cante, sin pensar en lo que pasaría después:
Why do you smile like that when I'm around?
A veces entiendo porque las personas tienen tanto miedo. Yo por ejemplo estoy que me cago ahora mismo. Pero fracasar nunca debe ser un motivo por el cual sentir vergüenza.
Can't you see my heart could explode right here?
El fracaso es lo que queda de alguien que lo dio todo. Y que no va a vivir con la duda de "Si lo hubiera intentado". No va a vivir con arrepentimientos porque si lo intento.
Let me speak for the first time, before the courage fades...
Las miradas eran brillantes, como si algo hermoso estuviera siendo captado por todos sus sentidos. Sabía que cuando cantaba soltaba un poco de mi alma, y la dejaba vagar por quienes me escuchaban, entrar por los oídos y penetrar el corazón.
Y eso se sentía realmente bien.
Amaba lo que la música me hacía sentir, me gustaba lo que hacia sentir a las personas.
A una línea de acabar lo que había escrito de esa canción aún sin título, e incompleta, además. Dos personas que recién habían entrado al club captaron mi atención. Saltaban a la vista como nadie lo había hecho, sentí la necesidad de prestarles atención.
Un chico alto, de cabello negro y poco desarreglado, con una camisa negra manga larga. Él me sonrió en cuanto noto mi mirada, aún sobre la máscara. Había también una chica junto a él, mucho más baja, de un cabello castaño con un vestido blanco de flores.
Él se detuvo y creo que en aquel momento de alguna forma conectamos, era como un pequeño e insignificante espacio de tiempo, donde dos personas se miraban, y sentían conocerse, por mas que nunca se habían visto.
Deslice mis dedos en un acorde más suave, silencioso, inexistente.
No sé si leí sus labios o talvez simplemente entendí lo que quise, pero...
Subí la entonación de esas últimas palabras hasta que me ardió la garganta.