Por Ema Charles
Lara y yo recorríamos el pasillo. Era talvez una hora antes del almuerzo y ambas discutíamos por la nota de Química, y no porque fuera baja, sino lo opuesto, ya que, ninguna se tomó la molestia de estudiar para el examen y ambas habíamos obtenido un 8.
—Magia—. Quiero creer.
—Seguro fue el destino, quiere que yo tenga unos zapatos nuevos, y tú un libro.
—Ja ja ja —. Fingí diversión, pero le di una mirada juzgona.
Cuando rodé los ojos después de verla, casi por obligación me centre en la persona al final del pasillo, cuando note de quien se trataba.
Ahí estaba Asher, no habíamos hablado desde ayer. Y siento que malinterpretó toda la situación. Bueno, en parte fue mi culpa, no es como que un "Sal Conmigo" de una desconocida, o por poco conocida se pueda tomar de una manera que sea buena.
Yo en su lugar me hubiera llenado los ojos de gas pimienta.
—Dame un minuto—. Le pedí a Lara y le mis libros.
Y tan rápido como pude fui hasta él. Diablos, parecía que la del secreto era yo, y no viceversa. Toque su hombro al llegar a su lado y se sorprendió. Su expresión fue graciosa, pero era mejor aguantar la risa. Este chico ya me mira como si fuera una psicópata.
—Estoy pensando ¿Okey? Dame tiempo y no digas nada.
—Buenos días—. Blanqueó los ojos y sonreí. —Creo que malinterpretaste lo que te dije, será mejor que te lo expliqué.
—Me da igual... Pero no eres mi tipo, Ema.
Justo en el lado de mi corazón donde siempre quise ser el tipo de Asher James.
—No es como que tú seas el mío—. Le miré de arriba hasta llegas a sus zapatos perfectos.
Es guapo, lo admito. El largo de su cabello se le ve demasiado bien. Su rostro, diablos podría verlo varias veces sin cansarme. Pero ese no es el punto. No me gusta su aptitud, y eso le quita al menos la mitad de los puntos imaginarios que le di.
—Me gustan las personas... A las que también les gusto—. Aclare, Para alguien como él, que yo le gustara sería imposible. Complicado, además... No sé, simplemente no me veo con un chico como él.
—Quererte debe ser complicado... No me agradas siquiera. Llevo su mano a su cabello, y lo acomodo. Parecía frustrado ante la situación.
Incluso me sentí culpable por ponerlo en una situación como esta.
—No voy a decir nada. Veámonos a la salida...— dude de mis palabras, pero ya daba igual. —Acompáñame a casa.
Lo pensó.
Y yo solo estaba ahí, esperando a que respondiera sí.
—Nos vemos a la salida Charles—. Tomó sus cosas y sólo se fue. No esperaba mucho de él.
El señorito es extraño, vaya suerte la mía, hubiera sido mejor si encontrará a no sé, Chayanne cantando. Es su fandom estas cosas no me pasarían.
(...)
Eso ya no importa, más nada lo hace.
Porque las clases han terminado y ahora tendré que volver a casa, aunque dude encontrar a Asher, ya que los de la sección A habíamos terminado mucho antes que ellos, y sería estúpido de mi parte quedarme a esperar, da igual, creo que podremos hablar de lunes.
Ignorando el mundo por un segundo, me detuve a mitad de la calle frente a la escuela, observando ese lugar que tan solo en un año y un par de meses dejaría de ser una prisión para mí. Con la mano sobre mi mochila empecé a caminar a casa por la acera, cuando al fin crucé la calle, no eran más que unos 20 minutos hasta llegar.
El viento soplaba frío, levantando mi ondulado cabello, había muchas cosas en las que debería pensar este fin de semana. Y aunque no quisiera admitirlo el idiota de linda voz… estaba entre ellas.
Asher James se llevaba el segundo puesto de las cosas a las que le daría muchas vueltas estos días.
—¡CHARLES!
—¿Eh?—. Alguien gritó a mí espalda y di un brinco en mi lugar por la sorpresa.
Al girarme por inercia y a la defensiva, pude ver al chico de cabello café a unos metros de distancia, que rápidamente se echó a correr en mi dirección.
Yo por mi lado espere pacientemente, seguro ya había corrido bastante. Aparte de eso, ¿Alguna vez han visto a alguien guapo corriendo como loco? Bueno, se los recomiendo alguna vez, es increíble.
—D-dame una semana, p-para pensar en algo m-mejor.
—¿Qué harás?—. Solté una risita. El pobre chico aun recuperaba el aliento.
—No sé, pero algo se me ocurrirá.
—No me parece la idea—. Esta vez tenía mucha más seguridad. Él por su lado solo caminaba conmigo tal como un cachorro tras su dueño.
—No quiero salir contigo.
—¿Eh?—. Me detuve en seco. Esa era una respuesta que no esperaba.
No te mientas. Bueno, si la esperaba. ¿Es por mis pecas? Claro que es por mis pecas.
—Ey, camina—. Tomó mi brazo sin fragilidad alguna y me obligó a avanzar. —Veamos.... Se me ocurrirá algo mejor... solo necesito pensarlo.